Época: Epipalelótico-Mesolí
Inicio: Año 13000 A. C.
Fin: Año 10000 D.C.

Antecedente:
Europa



Comentario

Europa occidental presenta una secuencia que enlaza con el final del Paleolítico Superior, hasta el punto que el complejo Aziliense para muchos autores debía de incluirse en el anterior. Se sitúa en el Tardiglaciar para continuar entrado ya el Holoceno, presentando una extensión que abarca la Cornisa Cantábrica española, sur de Francia, Pirineos, en donde se sitúa el yacimiento epónimo de Mas d'Azil, llegando a los Alpes occidentales.
En cuanto a la industria lítica se caracteriza por la microlitización. Destaca la presencia de puntas azilienses, raspadores unguiformes y buriles. En realidad, el Aziliense es descendiente directo de la etapa anterior, aun cuando toma un camino nuevo a través del utilitarismo y la simplicidad basada en una mejor explotación de las materias primas. Su industria ósea es asimismo más simplista, destacando los arpones de sección plana generalmente de una fila de dientes y con forma ovalada cerrada, en la cual se han tallado los dientes, sin que rompan la morfología general del objeto. Realizados sobre asta y fundamentalmente hueso, ofrecen una perforación basilar en ojal. Junto a ellos aparecen punzones y escasas azagayas, espátulas y algunos objetos de adorno (colgantes a partir de dientes y conchas perforados).

En algunos yacimientos se presentan decorados con símbolos geométricos, como en el caso del yacimiento de Los Azules (Cangas de Onís, Asturias). Sus manifestaciones artísticas son básicamente abstractas, desapareciendo las magníficas representaciones naturalistas del periodo inmediatamente anterior, lo cual supone una ruptura con las concepciones místicas que predominaban en aquél, sin que por ello deba mantenerse la valoración puramente negativa que ha pesado sobre la decoración de los objetos y los cantos rodados pintados.

El Epipaleolítico europeo continúa con el Sauveterriense, cuya cronología se establece aproximadamente entre el 7500 y 5500 a.C., durante el Preboreal y el Boreal. Su expansión es mayor que el Aziliense, encontrándose en Francia en las regiones del Perigord y Languedoc, Bélgica y Países Bajos, y hacia el este alcanzando parte de Suiza. Se caracteriza por una industria microlítica con tendencia a los geométricos como triángulos isósceles, escalenos y segmentos. Es un periodo en el que se expanden, según J. Rozoy, las puntas de proyectil, encontrándose dos o más tipos dentro de cada fase cultural.

Por último, tenemos el Tardenoisiense, que se enmarca entre los 6200 y 5000 a.C., con tres fases dentro del final del Boreal y el Atlántico. Tiene una gran expansión a partir de Francia, en donde se encuentra dentro de la región de Tardenois un yacimiento clave (Cuzoul de Gramat), en el que su larga estratigrafía presenta el Tardenoisiense encima del Sauveterriense. Se le encuentra representado en Bélgica, Países Bajos, Centroeuropa y los países más septentrionales. En realidad, esta expansión hace que esta industria no sea homogénea, sino que presente facies locales, por lo que según los autores se define como grupos tardenoides que enlazan con el Neolítico.

En este punto se ha requerido que se les considere como preproductores al considerarse en algunos yacimientos que pudiera existir una protodomesticación. En la industria aparecen puntas tardenoisienses, y la presencia de trapecios es característica, aunque no se observa en todos los grupos. Estos trapecios sobre hojas y hojitas ofrecen varias clases al mismo tiempo, detectándose el retoque en unas zonas (sur de Francia) sobre el borde izquierdo, mientras que en otras (Bélgica) es preferente el retoque sobre el borde derecho.

Una industria que se presenta en yacimiento al aire libre, el Campiñense, presenta una producción muy distinta, al ser macrolítica con soportes de lascas al lado de hachas, cinceles, picos y hendedores. Su cronología es difícil de establecer, perteneciendo al Epipaleolítico y alcanzando la edad de los metales. Se la detecta en la Dordoña francesa, aunque muy bien pudiera encontrarse en otras regiones.

La región mediterránea va a ofrecer otra serie de complejos y de industrias, en una secuencia general con distintas facies, según las zonas. A partir del Epigravetiense, se observa un complejo denominado Protoromanelliense, detectado en el Alleröd, que desembocará en el Romanelliense, cuyas raíces se encuentran en el Epigravetiense italiano con diversas manifestaciones regionales, como el Valorguiense (Provenza) o el Tardigravetiense final (Italia). Las industrias se componen de buriles, raspadores circulares, pocas hojitas de dorso y algunos geométricos, si bien los distintos complejos tienen diferentes índices. El ambiente es frío y en el Valorguiense tenemos restos de cabañas de 2,5 metros de diámetro y una caza orientada hacia grandes bóvidos, cérvidos y pequeños équidos, aunque lo más frecuente es la caza de conejos y liebres. Esta facies deriva en el Montandiense, en el Dryas III, ofreciendo un hábitat en abrigos y en un paisaje de pradera. Para algunos autores pudiera tratarse de una facies costera del Sauveterriense, con microlitos, geométricos y hojitas de dorso, todos de tamaño muy reducido.

El Castelnoviense presenta las características del Tardenoisiense final, con una industria basada en trapecios, raspadores y hojas y hojitas Montbani, y numerosos microlitos. En este complejo analizado por M. Escalon de Fonton, encontramos una economía basada en la caza del ciervo y el jabalí y la pesca, y un hábitat por lo general en abrigos, en donde construyen pequeñas cabañas.

Hacia el Mediterráneo oriental tenemos la cueva de Franchti en el Egeo, que muestra la relación de esta zona con los grupos preproductores del Próximo Oriente. Sobre una capa del Paleolítico Superior la técnica del microburil aparece bien representada hacia el 9.800 a.C. para la fabricación de hojitas de borde abatido. Del 9.000 al 8.000 a.C. esta técnica estaba en relación con la fabricación de microlitos geométricos (triángulos y segmentos). El comienzo del Holoceno muestra una industria sin microlitos, dominada por muescas, denticulados y raspadores, para encontrarnos en el 6.000 a.C. la presencia de trapecios y numerosos microlitos no geométricos. En esta fase encontramos una economía basada en la recolección de leguminosas y cereales silvestres, la caza de ciervos y jabalíes unida a la pesca del atún. En el 5.000 a.C. aparecen ya los ovicápridos domesticados, iniciándose la transición hacia el Neolítico.

La Europa nórdica presenta otro tipo de adaptaciones y series de industrias epipaleolíticas. En realidad se observan dos grandes complejos, especializados en un medio forestal al borde de lagos y ríos y otros en recursos marinos costeros en el litoral del mar Báltico. Estos grupos inciden también en Gran Bretaña, Alemania y al este del Báltico.

El complejo más antiguo es de Maglemose, conociéndose más de 41 yacimientos en Dinamarca, en una cronología aproximada del 7600 al 6000 a.C., coincidiendo sus primeros estadios en el fin del Preboreal y los últimos comienzos del periodo Atlántico. La industria lítica se caracteriza por hojas pequeñas, irregulares en el comienzo, asociándose a hojitas en las últimas fases. Aparecen algunas azuelas talladas, piqueteadas o abrasionadas, junto con microlitos truncados o de dorso curvo y triángulos, destacando la presencia de la técnica del microburil a lo largo de todo el periodo. Los objetos de asta de ciervo y hueso son abundantes y variados: arpones, puntas barbeladas, en la que el borde tiene microlitos engastados en una ranura, azuelas en asta de ciervo y algunos anzuelos, la situación de yacimientos en turbera proporciona una excelente conservación de los elementos de madera como arcos y flechas.

El arte está representado por una centena de objetos decorados fundamentalmente con motivos geométricos sobre objetos de diversas materias primas: asta, hueso, ámbar y cortex de sílex, destacando la cabeza de alce tallada en ámbar de Egemarke. La economía se caracteriza por la diversidad de productos alimenticios. Productos vegetales como la avellana o nenúfares acompañan a un espectro de 58 especies animales entre peces, aves acuáticas y 20 especies mamíferas. En las primeras fases dominan el alce, el uro y el ciervo, a los que se suman en fases más recientes el corzo y el jabalí, detectándose dos especies de perro en numerosos yacimientos.

Las estructuras de habitación cubren un espacio de 18 a 25 metros cuadrados, con un solo hogar. Los campamentos al borde de cursos de agua se consideran asentamientos estivales, consagrados especialmente a la pesca. Las afinidades que presenta el Maglemoisiense con un gran número de culturas del norte europeo, especialmente por la presencia de azuelas (cuya finalidad es la tala de la madera), la industria ósea y el estilo artístico, ha hecho que se les considere como una entidad mucho más vasta, denominada como Maglemoisiense por J. G. D. Clark, o Cultura Forestal por G. Childe.

El segundo grupo cultural lo constituye el Ertebolliense, asociado a concheros (kjökkenmödings), distribuido por Escandinavia. Las dataciones de C14 lo sitúan aproximadamente entre el 4500 y el 3200 a.C., dentro del periodo Atlántico, conviviendo en sus últimas etapas con la llegada de los primeros neolíticos. Presenta una continuidad con Maglemose, con industrias microlíticas y macrolíticas, a lo que se une en la industria ósea la presencia de anzuelos, arpones típicos (en asta de cérvido o incluso huesos de cetáceos), espátulas, peines, punzones y brazaletes. La recogida de moluscos es un rasgo típico de su economía, aunque su distribución está vinculada a la salinidad del agua.

La fauna cazada comprende 86 especies, entre ellas el ciervo y el jabalí. Este espectro tan alto está relacionado con un aumento de la depredación de peces, aves y mamíferos marinos, lo que se demuestra por los análisis de carbono realizados sobre restos humanos, que presentan una dieta en la que los animales marinos son un aporte fundamental en el régimen alimentario. Esta predación también está relacionada con una estrategia pesquera vinculada a un aumento de los ingenios de pesca y navegación (de cabotaje), demostrada por la presencia de piraguas (Tybrind Vig), anzuelos enmangados y redes.

Tres grandes necrópolis se han relacionado con esta cultura, aunque presentan diferentes composiciones de la población, así como distintas formas de inhumación (apareciendo incineraciones y canibalismo, posiblemente ritual). Sin embargo, el ocre y las ofrendas son comunes a otras necrópolis epipaleolíticas/mesolíticas (como Muge u Oleni Ostrov). El arte continúa la tradición maglemoisiense y consiste generalmente en una decoración geométrica a base de alineaciones regulares de pequeños agujeros perforados con el auxilio de un taladro. Hacia el final de la cultura, la decoración de útiles desaparece.

En Gran Bretaña nos encontramos con una dualidad cultural, con una prolongación de la cultura Cresweliense, una industria local del Paleolítico Superior final y otra más reciente dentro de la tradición maglemoisiense, en la que destaca claramente el yacimiento de Star Carr. Éste destaca por la cantidad de información que ha aportado a la investigación sobre el medio y la economía de los cazadores-recolectores en el Preboreal, en el VIII milenio a.C., apareciendo algunos restos de madera, como rollos de corteza de abedul y un remo de la misma madera que supone el objeto más antiguo que se conoce vinculado a la navegación. La fauna cazada está constituida por grandes ungulados, uros, ciervos, alces, corzos y pocos jabalíes, sin restos de peces y pocas aves. Se conocen restos de 14 plantas comestibles. Las estructuras de habitación son difusas, asociadas a una plataforma de ramas de abedul. La ocupación del yacimiento para muchos autores es invernal (entre ellos J. D. G. Clark y P. Mellars), mientras que otros lo asocian a la estación estival (P. Rowley y A. Legge) y otros a un asentamiento anual (M. Pitts).

En la Europa central, Países Bajos, Bélgica y noroeste de Alemania se observa un Epipaleolítico particular, desde el Alleröd al comienzo del Boreal, continuando la tradición del Paleolítico Superior final. El Tjongeriense se caracteriza por contener en su industria lítica los denominados Federmesser (piezas de dorso) y puntas de Tjonger, que son similares a las puntas azilienses. En realidad, es una cultura que antecede al Ahrensburguiense local, situada entre el 9000 y el 7000 a.C. aproximadamente. Para algunos autores representa el final del Paleolítico Superior, cuestión que también sucede con la industria aziliense. Si bien las puntas de Tjonger permanecen durante algún tiempo en otras culturas. En Bélgica encontramos un complejo, el de Remonchamps, que equivale al Ahrensburguiense, y que se sitúa alrededor del 8.500 a.C., en un medio de tundra mixta con paisaje forestal (pino y abedul), y de cyperáceas y gramíneas.

El Ahrensburguiense marca el final del Paleolítico Superior en las llanuras de la Europa noroccidental y se le considera como participe del tecnocomplejo de puntas pedunculadas del Tardiglaciar, comprendiendo los ciclos de Lyngby y de Swidry. La industria se caracteriza por un gran número de raspadores, cortos sobre lasca, menor número de buriles y pocos perforadores. Las puntas pedunculadas que aparecen son las de Lyngby y las propiamente ahrensburguienses. El utillaje sobre asta de reno se compone de hachas de Lyngby y arpones de una y dos hileras de dientes. Se han distinguido en tres facies del mismo (W. Taute).

Su cronología relativa se detecta en Stellmoor, en donde se le ha asociado al Dryas III. Sin embargo, en otros yacimientos con dataciones radiométricas se le sitúa en el 9000 a.C., en donde se han encontrado 100 fragmentos de vástagos de flechas en madera. Asociada a las flechas pudiera estar la captura de aves, con cuyas plumas se rematarían las mismas. Los campamentos al aire libre cerca de lagos o cursos de agua se han determinado como campamentos estacionales de verano, mientras que aquéllos en cueva pudieran ser invernales.

Las manifestaciones artísticas consisten sobre todo en escotaduras y líneas entrecruzadas formando complicados diseños. El Ahrensburguiense tiene una amplia distribución por el norte de Europa y ciertamente su tendencia a la microlitización, sus microburiles y sus triángulos implican el origen del Epipaleolitico en el norte de Alemania.

La Europa del Este presenta una diversidad mayor, presentando algunas zonas la incidencia de culturas ya vistas anteriormente. Entre éstas podemos observar un ambiente sauveterrinense en los Alpes dináricos, con una caza sistemática de ciervo y jabalí. En Polonia y la llanura noroccidental europea observamos grupos locales emparentados con Maglemose, como el Janislawiciense, que S. K. Kozlowski engloba en el límite oriental del círculo septentrional. De igual manera, en la zona litoral occidental del Báltico observamos el complejo de Kongemose, forma local de Ertebölle, con amplios poblados costeros con una excelente conservación de elementos de madera.

En los Cárpatos y el río Dniester, encontramos el Grebenikiense, hasta la fase protoneolítica de Bug-Dniester, caracterizada por campamentos a lo largo de valles fluviales, con refugios subterráneos y chozas de unos seis metros de diámetro. En el noroeste europeo, encontramos la cultura de Niemen, que se extiende por la cuenca lituana y bielorrusa del río que le da nombre y su afluente Vilia. Su territorio se extiende por el noreste de Polonia, norte de Ucrania y los límites de Letonia, conociéndose hasta 130 yacimientos de este complejo que abarca desde el primer tercio del Boreal hasta su fin en el sub-Boreal. Su industria lítica se caracteriza por una talla laminar regular, geométricos triangulares y trapezoidales, y puntas de Kunda.

La industria ósea conlleva arpones de una hilera de dientes y azagayas en asta de cérvido con una ranura donde se encastran los elementos de proyectil. También aparecen macrolitos en 128 yacimientos, cuyo conjunto S. K. Kozlowski lo sitúa en el grupo lituano de la cultura Kunda, en el círculo cultural nororiental, caracterizado por campamentos base y otros satélite de ocupación estacional. En las estepas pónticas se encuentran asentamientos a lo largo de los valles del Dniester y Dnieper, con algunas estructuras semisubterráneas campamentos base, y satélites. Las sepulturas encontradas en el Valle del Dnieper ofrecen un predominio de cadáveres masculinos, algunos con huellas de muerte violenta, por lo que se ha postulado que pudiera tratarse de unidades militares masculinas, al mismo tiempo que su pertenencia a grupos patrilocales.

Hemos dejado para el final la región de los Balcanes y cuenca cárpata, en donde aparece un Epipaleolítico de tradición tardigravetiense. En esta zona es donde se encuentra la cultura de Lepenski Vir, en las márgenes del Danubio, cerca de las Puertas de Hierro, con una cronología del VI milenio. A menudo se ha interpretado como un asentamiento permanente de un grupo de pescadores mesolíticos en vías de neolitización. El yacimiento epónimo ofrece una superficie de 2.500 metros cuadrados excavados. La característica del poblado ofrece casas de piedra de planta trapezoidal de tres a cuatro metros de lado sin equivalente en Europa, que contienen hogares enterrados formados por lajas verticales de piedra y, a menudo, sepulturas.

Los restos de fauna se componen esencialmente de peces y de perros. El arte plástico más destacado es la presencia de cantos tallados como cabezas humanas, caso único sin equivalentes. El periodo III, que continúa ininterrumpidamente las fases I y II, pertenece por completo a la cultura Starcevo del Neolítico Antiguo. Otros yacimientos como Vlasac y Padina, próximos al epónimo, son idénticos, constituyendo un fenómeno aislado sobre el que se han dado múltiples interpretaciones.