Comentario
Del uso de qué cosas conocidas en el antiguo continente carecían los mexicanos en el tiempo que se rindieron a nuestras armas
Todavía no conocían pesas ni medidas. Carecían de moneda metálica y usaban el trueque o la semilla del cacaoatl. No conocían tampoco el uso del fierro, en cuyo lugar bastaban tan sólo la madera, la piedra y a veces el bronce; carecían también de candelas y de lámparas cuyas veces hacían las teas; además, de navíos de todo género, si exceptúas las llamadas canoas, es decir, troncos excavados a manera de esquifes largos. También de nuestro vino, aun cuando no carecieran de otros muchos diversos, muy sabrosos al gusto y que se suben a la cabeza con vehemencia. Carecían además de todos los diferentes caballos y jumentos. De escritura, excepto de las figuras de las diversas cosas que los griegos llaman jeroglíficos; con éstas significaban los sentimientos del ánimo a los ausentes. Carecían del conocimiento de casi toda disciplina, de vestidos cómodos, zapatos, calzoncillos, cáligas, gorros, túnicas y cualquiera otra materia con que se pudiera cubrir el cuerpo, excepto mantos, de los cuales ni a todos les estaba permitido usar. De las armas arrojadizas de acero, de armas defensivas, espadas, cuchillos, tipos (?), máquinas bélicas, puertas, ventanas, carne de buey, de carnero y cabras de las nuestras, de jabalí y de puerco y de casi todos nuestros frutos y legumbres. También de leyes justas y de estatutos útiles para gobernar bien y regir la república y de gran parte de las artes necesarias, y lo que era más miserable, del conocimiento y del culto del verdadero Dios y de la doctrina y observancia de la verdadera religión, y de otras no pocas cosas de este mismo orden, que a nadie puedan parecer innecesarias para pasar feliz y sin culpa la vida del alma y del cuerpo. Esas cosas tal vez faltan no por culpa de esta región feracísima (según juzgo en verdad) de todas las cosas buenas, como ya lo hemos experimentado, sino por la desidia de ellos, que después de tantos siglos de la creación del mundo, han permanecido en tanta rusticidad.