Comentario
La muerte de Basilio II, en 1025, fue el momento favorable para que los serbios recuperaran su libertad y se sacudieran el dominio bizantino. Voislav impuso su autoridad en los territorios de Zeta (Montenegro) y en las tierras eslavas de Hum (Bosnia) y de Rascia (Serbia). Su hijo Mijail (1051-1081), al ser coronado por un legado pontificio en el año 1077, convirtió a Zeta en el primer reino serbio, con capital en Skodra. Fue sucedido por su hijo Vodin (1081-1101), con el que se deshizo esta primera reunificación eslava, debido a las propias escisiones internar -enfrentamiento de Zeta y Rascia-, a la presión de los húngaros -Bosnia, imitando a Croacia, se vinculó a Hungría- y sobre todo a la reacción de los bizantinos con Manuel Comneno. A la muerte de este último, cuando se inicie para Bizancio otra época de crisis, los serbios con Esteban Nemanya (1168-1196), desde Rascia, lograran otra vez la libertad y extenderse por los territorios de Dalmacia y Zeta.
Esteban conseguirá avanzar hacia la unidad interna, mediante la adopción definitiva de la fe ortodoxa y la expansión de los bogomilitas. Cuando consiguió reorganizar el Estado y la Iglesia, entregó la sucesión a sus hijos mayores y se retiró con el menor, Rastko (el futuro san Savas), a un monasterio del monte Athos. Este último tuvo que mediar entre sus hermanos enfrentados por el poder.
Esteban II (1196-1223), con el beneplácito de Honorio III, fue coronado rey en 1217. San Savas, temeroso de la influencia de Roma, logró que la Iglesia griega le nombrara primado de toda la cristiandad serbia y convirtió a esta en Iglesia nacional. Con ese título y esa fuerza, volvió de nuevo a coronar a su hermano como rey, restableciendo así la influencia oriental.
San Savas se presentó como continuador y defensor de la iglesia oriental en el momento en que los occidentales habían creado el imperio latino en Constantinopla. Es más, aliando a la Iglesia y al Estado, fortaleció el espíritu de unidad nacional y la Iglesia se convirtió en la más sólida defensora del Estado de los Nemanya. Una Iglesia, que separada de Constantinopla, vivió al principio en buena armonía con Roma.
A la muerte de Esteban II, ocuparon el trono de forma consecutiva sus tres hijos, Radoslav, Vladislav y Uroch (1242-1276). Este, aprovechando la debilidad de Bizancio, ensanchó gradualmente los limites del reino hacia todas las direcciones e impulsó fuertemente la economía. De esta forma, elevó a Serbia a un primer plano en los Balcanes.
A finales del siglo XIII, la penetración de las corrientes feudales y el nacimiento de algunos núcleos urbanos fueron vías a través de las que el país experimentó una cierta occidentalización.