Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE LOS INDIOS DE LA NUEVA ESPAÑA



Comentario

Capítulo IV


63 De cómo comenzaron algunos de los indios a venir al bautismo, y cómo comenzaron a deprender la doctrina cristiana, y de [los] ídolos que tenían

64 Ya que los predicadores comenzaban a soltar algo en la lengua y predicaban sin libro, y como ya los indios no llamaban ni servían a los ídolos si no era lejos o escondidamente, venían muchos de ellos los domingos y fiestas a oír la palabra de Dios y lo primero que fue menester decirles, fue darles a entender quién es Dios, uno todopoderoso, sin principio ni fin, creador de todas las cosas, cuyo saber no tiene fin, suma bondad, el cual creó todas las cosas visibles e invisibles, y las conserva y da ser, y tras esto lo que más les pareció que convenía decirlos por entonces; y luego junto con esto fue menester darles también a entender quién era Santa María, porque hasta entonces solamente nombraban María, o Santa María, y diciendo este nombre pensaban que nombraban a Dios, y [a] todas las imágenes que veían llamaban Santa María. Ya esto declarado, y la inmortalidad del ánima, dábaseles a entender quién era el demonio en quien ellos creían, y cómo los traían engañados; y las maldades que en sí tiene, y el cuidado que pone en trabajar que ninguna ánima se salve; lo cual oyendo hubo muchos que tomaron tanto espanto y temor, que temblaban de oír lo que los frailes les decían, y algunos pobres desarrapados, de los cuales hay hartos en esta tierra, comenzaron a venir a el bautismo y a buscar el reino de Dios, demandándole con lágrimas y suspiros y mucha importunación.

65 En servir de leña a el templo del demonio tuvieron estos indios siempre muy gran cuidado, porque siempre tenían en los patios y salas de los templos del demonio muchos braseros de diversas maneras, algunos muy grandes. Los más estaban delante de los altares de los ídolos, porque todas las noches ardían. Tenían asimismo unas casas o templos del demonio, redondas, unas grandes y otras menores, según eran los pueblos; la boca hecha como de infierno v en ella pintada la boca de una temerosa sierpe con terribles colmillos y dientes, y en algunas de éstas los colmillos eran de bulto, que verlo y entrar dentro ponía gran temor y grima; en especial el infierno que estaba en México, que parecía traslado del verdadero infierno. En estos lugares había lumbre perpetua, de noche y de día. En estas casas o infiernos que digo, eran redondos y bajos, y tenían el suelo bajo, que no subían a ellos por gradas como los otros templos, de los cuales también había muchos redondos; mas eran altos con sus altares, y subían a ellos por muchas gradas; éstos eran dedicados a el dios del viento, que se decía Quezacoatlchy [Quetzalcoatl]. Había unos indios diputados para traer leña, y otros para velar, poniendo siempre lumbre; y casi lo mismo hacían en las casas de los señores, adonde en muchas partes hacían lumbres, y aún hoy día hacen algunas y velan las casas de los señores; pero no como solían, porque ya no hacen de diez partes la una.

66 En este tiempo se comenzó a encender otro fuego de devoción en los corazones de los indios que se bautizaban, cuando deprendían el Ave María y el Pater Noster, y la doctrina cristiana; y para que mejor lo tomasen y sintiesen algún sabor, diéronles cantado el Per signum Crucis, Pater Noster y Ave María, Credo y Salve, con los mandamientos en su lengua, de un canto llano gracioso. Fue tanta la prisa que se dieron a deprenderlo, y como la gente era mucha, estábanse a montoncillos, así en los patios de las iglesias y ermitas como por [sus] barrios, tres y cuatro horas cantando y aprendiendo oraciones; y era tanta la prisa, que por doquiera que fuesen, de día o de noche, por todas partes se oía cantar y decir toda la doctrina cristiana, de lo cual los españoles se maravillaban mucho de ver el fervor con que lo decían, y la gana con que se daban a lo deprender; y no sólo deprendieron aquellas oraciones, mas otras muchas, que saben y enseñan a otros con la doctrina cristiana; y en esto y en otras cosas los niños ayudan mucho.

67 Ya que pensaban los frailes que con estar quitada la idolatría de los templos del demonio y venir a la doctrina cristiana y al bautismo era todo hecho, hallaron lo más dificultoso y que más tiempo fue menester para destruir, y fue que de noche se ayuntaban, y llamaban y hacían fiestas al demonio, con muchos y diversos ritos que tenían antiguos, en especial cuando sembraban el maíz, y cuando lo cogían, y de veinte en veinte días, que tenían sus meses; y el postrero día de aquellos veinte era fiesta general en toda la tierra. Cada día de éstos era dedicado a uno de los principales de sus dioses, los cuales celebraban con diversos sacrificios de muertes de hombres, con otras muchas ceremonias. Tenían diez y ocho meses, como presto se dirá, y cada mes de veinte días; y acabados éstos, quedábanles otros cinco días, que decían que andaban en vano, sin año. Estos cinco días eran también de grandes ceremonias y fiestas, hasta que entraban en año. Demás de éstos tenían otros días de sus difuntos, de llanto que por ellos hacían, en los cuales días después de comer y embeodarse llamaban a el demonio, y estos días eran de esta manera: que enterraban y lloraban a el difunto, y después a los veinte días tornaban a llorar a el difunto y a ofrecer por él comida y rosas encima de su sepultura; y cuando se cumplían ochenta días hacían otro tanto, y de ochenta en ochenta días, lo mismo; y acabado el año, cada año en el día que murio el difunto le lloraban y hacían ofrenda, hasta el cuarto año; y desde allí cesaban totalmente para nunca más se acordar del muerto. Por vía de hacer sufragio, a todos los difuntos nombraban teutl fulano, que quiere decir, fulano dios, o fulano santo.

68 Cuando los mercaderes venían de lejos, o otras personas, sus parientes y amigos hacíanles gran fiesta y embeodándose con ellos. Tenían en mucho alongarse de sus tierras y darse por allá buena maña y volver hombres, aunque no trajesen más de la persona; también cuando alguno acababa de hacer una casa, le hacían fiesta. Otros trabajaban y adquirían dos o tres años cuanto podían, para hacer una fiesta al demonio, y en ella no sólo gastaban cuanto tenían, más aún, se adeudaban, de manera que tenían que servir y trabajar otro año y aun otros dos para salir de deuda; y otros que no tenían caudal para hacer aquella fiesta, vendíanse y hacíanse esclavos para hacer una fiesta un día a el demonio. En estas fiestas gastaban gallinas, perrillos y codornices para los ministros de los templos, su vino y pan, esto abondo, porque todos salían beodos. Compraban muchas rosas y canutos de perfumes, cacao, que es otro brebaje bueno y frutas. En muchas de estas fiestas daban a los convidados mantas, y en la más de ellas bailaban de noche de día hasta quedar cansados o beodos. Demás de éstas hacían otras muchas fiestas con diversas ceremonias, y las noches de ellas toda era dar voces y llamar a el demonio, que no bastaba poder ni saber humano para las quitar, porque les era muy duro dejar las costumbres en que se habían envejecido, las cuales costumbres y idolatrías, a lo menos las más de ellas, los frailes tardaron más de dos años en vencer y desarraigar con el favor y ayuda de Dios, y sermones y amonestaciones que siempre les hacían.

69 Desde ha poco tiempo vinieron a decir a los frailes cómo escondían los indios los ídolos y ponían en los pies de las cruces, o en aquellas gradas debajo de las piedras, para allí hacer que adoraban la cruz y adorar a el demonio, y querían allí guarecer la vida de su idolatría, Los ídolos que los indios tenían eran muy muchos y en muchas partes, en especial en los templos de sus demonios, y en los patios y en los lugares eminentes, así como bosques, grandes cerrejones, y en los puertos y montes altos, y en los caminos, a doquiera que se hacía algún alto o lugar gracioso, o dispuesto para descansar; y los que pasaban echaban sangre de las orejas o de la lengua, o echaban un poco de incienso de lo que hay en aquella tierra, que llaman copalli; otros, rosas que cogían en el camino, y cuando otra cosa no tenían, echaban un poco de yerba verde o unas pajas, y allí descansaban, en especial los que iban cargados, porque ellos se echan buenas y grandes cargas.

70 Tenían asimismo ídolos cerca del agua, mayormente en par de las fuentes, adonde hacían sus altares con sus gradas, cubiertos; y en muchas principales fuentes de mucha agua tenían cuatro de estos altares puestos en cruz unos enfrente de otros, la fuente en medio, y allí y en el agua ponían mucho copalli, y papel y rosas; y algunos devotos del agua se sacrificaban allí. Y cerca de los grandes árboles, así como cipreses grandes o cedros, hacían los mismos altares y sacrificios, y en sus patios de los demonios y delante de los templos trabajaban por tener y plantar cipreses, plátanos y cedros. También hacían de aquellos altares pequeños, con sus gradas y cubiertos con su terrado, en muchas encrucijadas de los caminos, y en los barrios de sus pueblos, y en los altozanos, y en otras muchas partes tenían como oratorios, en los cuales lugares tenían mucha cantidad de ídolos de diversas formas y figuras, y éstos públicos, que en muchos días no los podían acabar de destruir, así por ser muchos y en diversos lugares como porque cada día hacían muchos de nuevo; porque habiendo quebrantado en mucha parte, muchos, cuando por allí tornaban los hallaban todos nuevos y tornados a poner; porque como no habían de buscar canteros que se los hiciesen, ni escoda para los labrar, ni quién se la amolase, sino que muchos de ellos son maestros, y una piedra labran con otra, no los podían agotar, ni acabar de destruir. Tenían ídolos de piedra y de palo, y de barro cocido, y también los hacían de masa, y de semillas envueltas con masa, y tenían unos grandes, y otros mayores, y medianos y pequeños, y muy chiquitos. Unos tenían figuras de obispos, con sus mitras y báculos, las cuales había algunas doradas, y otras de piedras de turquesas de muchas maneras. Otros tenían figuras de hombres; tenían en la cabeza un mortero en lugar de mitra, y allí le echaban vino, porque era el dios del vino. Otros tenían diversas insignias, en que conocían a el demonio que representaba. Otros tenían figuras de mujeres, también de muchas maneras. Otros tenían figuras de bestias fieras, así como leones, tigres, perros, venados, y de cuantos animales se crían en los montes y en el campo.

71 También tenían ídolos de figuras de culebras, y éstos de muchas maneras, largas y enroscadas; otras con rostro de mujer. Delante [de] muchos ídolos ofrecían culebras y víboras, y [a] otros ídolos les ponían muchos sartales de colas de víboras; que hay unas víboras grandes que en la cola hacen unas vueltas con las cuales hacen ruido, y a esta causa los españoles las llaman víboras de cascabel; algunas de éstas hay muy fieras, de diez y quince nudos; su herida es mortal y apenas allega a veinte y cuatro horas la vida del herido. Otras culebras hay muy grandes, tan gruesas como el brazo. Estas son bermejas, y no son ponzoñosas, antes las tienen en mucho para comer los grandes señores. Llámanse éstas culebras de venado, esto es, o porque se parecen en la color a el venado, o porque se pone en una senda y allí espera a el venado, y ella ásese a algunas ramas y con la cola revuélvese a el venado y tiénele; y aunque no tiene dientes ni colmillos, por los ojos y por las narices la chupa la sangre. Para tomar éstas no se atreve un hombre, porque ella le apretaría hasta matarle; mas si se hallan dos o tres, síguenla y átanla a un palo grande, y tiénenla en mucho para presentar a los señores. De éstas también tenían ídolos.

72 Tenían también ídolos de aves, así como de águilas, y de águila y tigre eran muy continuos ídolos. De búho y de aves nocturnas, y de otras como milano, y [de] toda ave grande, o hermosa o fiera, o de preciosas plumas tenían ídolo; y el principal era del sol, y también de la luna y estrellas, de los pescados grandes y de los lagartos de agua, hasta sapos y ranas, y de otros peces grandes, y éstos decían que eran los dioses del pescado. De un pueblo de la laguna de México llevaron unos ídolos de estos peces, que eran unos peces hechos de piedra, grandes; y después volviendo por allí pidiéronles para comer algunos peces, y respondieron que habían llevado el dios del pescado y que no podían tomar peces.

73 Tenían por dioses a el fuego y a el aire, y a el agua, y a la tierra, y de esto sus figuras pintadas, y de muchos de sus demonios tenían rodelas y escudos, y en ellas pintadas las figuras y armas de sus demonios con su blasón. De otras muchas cosas tenían figuras e ídolos de bulto y de pincel, hasta de las mariposas y pulgas y langostas, y grandes y bien labradas. Acabados de destruir estos ídolos públicos, dieron tras los que estaban encerrados en los pies de las cruces, como en cárcel, por el demonio que no podía estar cabe la cruz sin padecer grande tormento, y a todos los destruyeron; porque aunque había algunos malos indios que escondían los ídolos, había otros buenos indios ya convertidos, que pareciéndoles mal y ofensas a Dios, avisaban de ello a los frailes, y aun de éstos no faltó quien quiso argüir no ser bien hecho. Esta diligencia fue bien menester, así para evitar muchas ofensas a Dios, y que la gloria que a El se le debe no se la diesen a los ídolos, como para guarecer a muchos del cruel sacrificio, en el cual muchos morían, o en los montes, o de noche, o en lugares secretos; porque en esta costumbre estaban muy encarnizados, y aunque ya no sacrificaban tanto como solían, todavía instigándoles el demonio buscaban tiempo para sacrificar; porque, según presto se dirá, los sacrificios y crueldades de esta tierra y gente sobrepujaron y excedieron a todas las del mundo, según que leemos y aquí se dirá; y antes que entre a decir las crueldades de los sacrificios, diré la manera y cuenta que tenían en repartir el tiempo de años y meses, semanas y días.