Comentario
Capítulo III
201 De la prisa que los indios tienen en venir al bautismo, y de dos cosas que acontecieron en México y en Tezcuco
202 Vienen a el bautismo muchos, no sólo los domingos y días que para esto están señalados, sino cada día de ordinario, niños y adultos, sanos y enfermos, de todas las comarcas; y cuando los frailes andan visitando, les salen los indios al camino con los niños en los brazos, y con los dolientes a cuestas, y hasta los viejos decrépitos sacan para que los bauticen. También muchos dejan las mujeres y se casan con solo una, habiendo recibido el bautismo. Cuando van a el bautismo, los unos van rogando, otros importunando, otros lo piden de rodillas, otros alzando y poniendo las manos, gimiendo y encogiéndose, otros lo demandan y reciben llorando y con suspiros.
203 En México pidió el bautismo un hijo de Motezuma, que fue el gran señor de México, y por estar enfermo aquel su hijo fuimos a su casa, que era junto adonde ahora está edificada la iglesia de San Hipólito, en el cual día fue ganada México, y por eso en toda la Nueva España se hace gran fiesta aquel día, y le tienen por singular patrón de esta tierra. Sacaron a el enfermo para bautizarle en una silla, y haciendo el exorcismo, cuando el sacerdote dijo: ne te lateat sathana, comenzó a temblar en tanta manera, no sólo al enfermo sino también la silla en que estaba, tan recio que al parecer de todos los que allí se hallaban parecía salir de él el demonio, a lo cual fueron presentes Rodrigo de Paz que a la sazón era alguacil mayor (y por ser su padrino se llamó el bautizado Rodrigo de Paz), y otros oficiales de su majestad.
204 En Tezcuco yendo una mujer bautizada con un niño a cuestas, como en esta tierra se usa traer los niños, el niño era por bautizar; pasando de noche por el patio de los teucales, que son las casas del demonio, salió a ella el demonio, y echó mano de la criatura, queriéndola tomar a la madre, que muy espantada estaba, porque no estaba bautizado ni señalado con la cruz, y la india decía: "Jesús, Jesús"; y luego el demonio dejaba el niño, y en dejando la india de nombrar a Jesús, tornaba el demonio a quererla tomar el niño; esto fue tres veces, hasta que salió de aquel temeroso lugar. Luego otro día por la mañana, porque no le aconteciese otro semejante peligro, trajo al niño a que se le bautizasen, y así se hizo. Ahora es muy de ver los niños que cada día se vienen a bautizar, en especial aquí en Tlaxcala, que día hay de bautizar cuatro y cinco veces; y con los que vienen el domingo, hay semana que se bautizan niños de pila trescientos, y semana, de cuatrocientos, otras de quinientos con los de una legua a la redonda; y si alguna vez hay descuido o impedimento porque se deje de visitar los pueblos que están a dos y a tres leguas, después cargan tantos que es maravilla.
205 Asimismo han venido y vienen muchos de lejos a se bautizar con hijos y mujeres, sanos y enfermos, cojos y ciegos y mudos, arrastrando y padeciendo mucho trabajo y hambre, porque esta gente es muy pobre.
206 En muchas partes de esta tierra bañaban los niños recién nacidos a los ocho o diez días, y en bañando al niño poníanle una rodela pequeñita en la mano izquierda, y una saeta en la mano derecha; y a las niñas daban una escoba pequeñita. Esta ceremonia parecía ser figura del bautismo, que los bautizados habían de pelear con los enemigos del ánima, y habían de barrer y alimpiar sus conciencias y ánimas para en que viniese Cristo a entrar por el bautismo.
207 El número de los bautizados cuento por dos maneras; la una por los pueblos y provincias que se han bautizado, y la otra por número de los sacerdotes que han bautizado. Hay a el presente en esta Nueva España obra de sesenta sacerdotes franciscanos, que de otros sacerdotes pocos se han dado a bautizar; aunque han bautizado algunos, el número yo no sé qué tantos serán. Demás de los sesenta sacerdotes que digo, se habrán vuelto a España más de otros veinte, algunos de los cuales bautizaron muchos indios antes que se fuesen; y más de otros veinte que son ya difuntos, que también bautizaron muy muchos, en especial nuestro padre fray Martín de Valencia, que fue el primer prelado que en esta tierra tuvo veces del Papa, y fray García de Cisneros, y fray Juan Caro, un honrado viejo, el cual introdujo y enseñó primero en esta tierra el canto llano y el canto de órgano, con mucho trabajo; fray Juan de Perpiñán y fray Francisco de Valencia, los que cada uno de estos bautizó pasaron de cien mil; de los sesenta que al presente son este año de 1536, saco otros veinte que no han bautizado, así por ser nuevos en la tierra como por no saber la lengua, [de] los cuarenta que quedan echo a cada uno de ellos a cien mil o más, porque algunos de ellos hay [que] han bautizado cerca de trescientos mil, otros hay a doscientos mil, y a ciento cincuenta mil, y algunos que muchos menos; de manera que con los que bautizaron los difuntos, y los que se volvieron a España, serán hasta hoy día bautizados cerca de cinco millones.
208 Por pueblos y provincias cuento de esta manera: a México y a sus pueblos, y a Xuchimilco con los pueblos de la laguna dulce, y a Tlamanalco y Chalco, Cuauchnauac con Yucapixcla, y a Cuauquechula y Chietla, más de un millón. A Tezcuco, Otumba y Tepepulco y Tualanzinco, Coauthiclan, Tula, Xitotepec, con sus provincias y pueblos, más de otro millón; a Tlaxcala, la ciudad de los Ángeles, Cholola, Huejuzinco, Calpa, Tepeaca, Zaclatan, Ueytalpa, más de otro millón. En los pueblos de la Mar del Sur, más de otro millón. Y después que esto se ha sacado en blanco se han bautizado más de quinientos mil, porque en esta cuaresma pasada del año de 1537, en sola la provincia de Tepeaca se han bautizado por cuenta más de sesenta mil ánimas; por manera que, a mi juicio y verdaderamente, serán bautizados en este tiempo que digo, que serán quince anos, más de nueve millones de ánimas de indios.