Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE LOS INDIOS DE LA NUEVA ESPAÑA



Comentario

Capítulo VI


322 De unos muy grandes montes que cercan toda esta tierra, y de su gran riqueza y fertilidad, y de muchas grandezas que tiene la ciudad de México

323 No son de menos fruto y provecho las salidas y visitaciones que continuamente se hacen de los monasterios a do residen los frailes que las ya dichas, porque demás de los pueblos cercanos que visitan a menudo, salen a otros pueblos y tierras que están apartados cincuenta y cien leguas, de los cuales antes que acaben la visita, y vuelvan a sus casa, han andado ciento cincuenta leguas y a veces doscientas; porque es cierto que a donde no allegan frailes no hay verdadera cristiandad; porque como todos los españoles pretenden su interés, no curan en enseñarlos y doctrinarlos, ni hay quién les diga lo que toca a la fe y creencia de Jesucristo, verdadero Dios y universal señor, ni quién procure destruir sus supersticiones y ceremonias y hechicerías, muy anejas a la idolatría, y es muy necesario andar por todas partes. Y esta Nueva España es toda llena de sierras, tanto que puesto uno en la mayor vega o llano, mirando a todas partes hallará sierra o sierras a seis y a siete leguas, salvo en aquellos llanos que dije en el capítulo pasado y en algunas partes de la costa de la mar. Especialmente va una cordillera de sierras sobre el Mar del Norte, esto es, encima del mar océano, que es la mar que traen los que vienen de España. Estas sierras van muchas leguas de largo, que es todo lo descubierto, que son ya más de cinco mil leguas, y todavía pasan adelante y van descubriendo más tierras. Esta tierra se ensangosta tanto, que queda de mar a mar en solas quince leguas, porque desde el Nombre de Dios, que es un pueblo en la costa del Mar del Sur, no hay más de solas quince leguas; y estas sierras que digo, pasada esta angostura de tierra, hacen dos piernas; la una prosigue la misma costa del Mar del Norte, y la otra va la vuelta de la tierra del Perú, en muy altas y fragosas sierras, mucho más sin comparación que los Alpes ni que los montes Pirineos; y pienso que en toda la redondez de la tierra no hay otras montañas tan altas ni tan ásperas, y puédense sin falta llamar estos montes los mayores y más ricos del mundo, porque ya de esta cordillera de sierras, sin la que vuelve al Perú, están como dije, descubiertas más de cinco mil leguas, y no las han llegado al cabo. Y lo que más es de considerar, y que causa grandísima admiración es, que tantos y tan grandes montes hayan estado encubiertos tanta multitud de años como ha que pasó el gran diluvio general, estando en la mar océana, adonde tantas naos navegan, y los recios temporales y grandes tormentas y tempestades han echado y derramado tantas naos muy fuera de la derrota que llevan y muy lejos de su navegación, y siendo tantas y en tantos años y tiempos, nunca con estas sierras toparon, ni estos montes parecieron. La causa de esto debemos dejar para el que es causa de todas las causas; creyendo que pues él ha sido servido de que no se manifestasen ni descubriesen hasta nuestros tiempos, que esto ha sido lo mejor y que más conviene a la fe y religión cristiana.

324 Lo más alto de esta Nueva España, y los más altos montes, por estar en la más alta tierra, parecen ser los que están a redor de México. Está México toda cercada de montes, y tienen una muy hermosa corona de sierras a la redonda de sí, y ella está puesta en medio, lo cual le causa gran hermosura y ornato, y mucha seguridad y fortaleza; y también le vienen de aquellas sierras mucho provecho, como se dirá adelante. Tiene muy hermosos montes, los cuales la cercan toda como un muro. En ella asiste la presencia divina en el Santísimo Sacramento, así en la iglesia catedral como en tres monasterios que en ella hay, de agustinos, dominicos y franciscanos, y sin éstas hay otras muchas iglesias. En la iglesia mayor reside el obispo con sus dignidades, canónicos, curas y capellanes. Está muy servida y muy adornada de vasijas y ornamentos para el culto divino, como de instrumentos musicales. En los monasterios hay muchos y muy devotos religiosos, de los cuales salen muchos predicadores, que no sólo en lengua española más en otras muchas lenguas de las que hay en las provincias de los indios, los predican y convierten a la creencia verdadera de Jesucristo.

325 Asimismo está en México representando la persona del Emperador y gran Monarca Carlos V, el visorrey y Audiencia Real que en México reside, rigiendo y gobernando la tierra y administrando justicia. Tiene esta ciudad su cabildo o regimiento muy honrado, el cual la gobierna y ordena en toda buena policía. Hay en ella muy nobles caballeros y muy virtuosos casados, liberalísimos en hacer limosnas. Tiene muchas y muy buenas cofradías, que honran y solemnizan las fiestas principales, y consuelan y recrean muchos pobres y enfermos, y entierran honradamente los difuntos. Tiene esta ciudad un muy solemne hospital, que se llama de la Concepción de Nuestra Señora, dotado de grandes indulgencias y perdones, las cuales ganó don Hernando Cortés, marqués del Valle, que es su patrón. Tiene también este hospital mucha renta y hacienda. Está esta ciudad tan llena de mercaderes y oficiales como lo está una de las mayores de España.

326 Está esta ciudad de México o Temistitan muy bien trazada y mejor edificada de muy buenas, grandes y muy fuertes casas; es muy proveída y bastecida de todo lo necesario, así de lo que hay en la tierra como de cosas de España; andan ordinariamente cien arrias o recuas desde el puerto, que se llama la Veracruz, proveyendo esta ciudad, y muchas carretas que hacen lo mismo; y cada día entran gran multitud de indios, cargados de bastimientos o tributos, así por tierra como por agua, en acales o barcas, que en lengua de las islas llaman canoas. Todo esto se gasta y consume en México, lo cual pone alguna admiración, porque se ve claramente que se gasta más en sola la ciudad de México que en dos ni en tres ciudades de España de su tamaño. La causa de esto es que toda las casas están muy llenas de gente, y también que como están todos holgados y sin necesidad, gastan largo.

327 Hay en ella muchos y muy hermosos caballos; porque los hace el maíz y el continuo verde que tienen, que lo comen todo el año, así de la caña de maíz, que es muy mejor que alcacer, y dura mucho tiempo este pienso, y después entra un junquillo muy bueno, que siempre le hay verde en el agua, de que la ciudad está cercada. Tiene muchos ganados de vacas y yeguas, y ovejas, y cabras, y puercos. Entra en ella por una calzada un grueso caño de muy gentil agua, que se reparte por muchas calles; por esta misma calzada tiene una muy hermosa salida, de una parte y de otra llena de huertas que duran una legua.

328 ¡Oh México, que tales montes te cercan y coronan! Ahora con razón volará tu fama, porque en ti resplandece la fe y evangelio de Jesucristo. Tú que antes eras maestra de pecados, ahora eres enseñadora de verdad; y tú que antes estabas en tinieblas y. oscuridad, ahora das resplandor de doctrina y cristiandad. Más te ensalza y engrandece la sujección que tiene a el invistísimo césar don Carlos que el tirano señorío con que otro tiempo a todas querías sujetar. Era entonces una Babilonia, llena de confusiones y maldades; ahora eres otra Jerusalén, madre de provincias y reinos. Andabas e ibas a do querías, según te guiaba la voluntad de un idiota gentil, que en ti ejecutaba leyes bárbaras; ahora muchas velan sobre ti, para que vivas según leyes divinas y humanas. Otro tiempo con autoridad del príncipe de las tinieblas, anhelando amenazabas, prendías y sacrificabas, así hombres como mujeres, y su sangre ofrecías al demonio en cartas y papeles; ahora con oraciones y sacrificios buenos y justos adoras y confiesas a el Señor de los señores. ¡Oh México! Si levantase los ojos a tus montes, de que está cercada, verías que son en tu ayuda y defensa más ángeles buenos que demonios fueron contra ti en otro tiempo, para te hacer caer en pecados y yerros.

329 Ciertamente de la tierra y comarca de México, digo de las aguas vertientes de aquella corona de sierras que tiene a vista en derredor, no hay poco que decir sino muy mucho. Todos los derredores y laderas de las sierras están muy pobladas, en el cual término hay más de cuarenta pueblos grandes y medianos, sin otros muchos pequeños a éstos sujetos. Están en sólo este circuito que digo nueve o diez monasterios bien edificados y poblados de religiosos, y todos tienen bien en qué entender en la conversión y aprovechamiento de los indios.

330 En los pueblos hay muchas iglesias, porque hay pueblo, fuera de los que tienen monasterios, de más de diez iglesias; y éstas muy bien aderezadas, y en cada una su campana o campanas muy buenas. Son todas las iglesias por de fuera muy devotas y lucidas y almenadas, y la tierra en sí que es alegre y muy vistosa, por causa de la frescura de las montañas que están en lo alto, y el agua en lo bajo, de todas partes parece muy bien, y adornan mucho a la ciudad.

331 Parte de las laderas y lo alto de los montes son de las buenas montañas del mundo, porque hay cedros y muchos cipreses, y muy grandes; tanto, que muchas iglesias y casas son de madera de ciprés. Hay muy gran número de pinos, y en extremos grandes y derechos; y otros que también los españoles llaman pinos y hayas. Hay muchas y muy grandes encinas y madroños, y algunos robles. De estas montañas bajan arroyos y ríos, y en las laderas y bajos salen muchas y muy grandes fuentes. Toda esta agua y más la llovediza hace una gran laguna, y la ciudad de México está asentada parte dentro de ella, y parte a la orilla. A la parte de occidente por medio del agua va una calzada que la divide; la una parte es de muy pestífera agua, y la otra parte es de agua dulce, y la dulce entra en la salada porque está más alta; y aquella calzada tiene cuatro o cinco ojos con sus puentes, por donde sale de la agua dulce a la salada mucha agua. Estuvo México a el principio fundada más baja que ahora está, y toda la mayor parte de la ciudad la cercaba agua dulce, y tenía dentro de sí muy frescas arboledas de cedros, y cipreses y sauces, y de otros árboles de flores; porque los indios señores no procuran árboles de fruta, porque se la traen sus vasallos, sino árboles de floresta, de donde cojan rosas y adonde se críen aves, así para gozar del canto como para las tirar con cervatana, de la cual son grandes tiradores.

332 Como México estuviese así fundada dentro de la laguna, obra de dos leguas adelante, hacia la parte de oriente, se abrió una gran boca, por la cual salió tanta agua, que en poco días que duró hizo crecer a toda la laguna, y subió sobre los edificios bajos o sobre el primer suelo más de medio estado; entonces los más de los vecinos se retrajeron hacia la parte de poniente, que era tierra firme. Dicen los indios que salían por aquella boca muchos peces, tan grandes y tan gruesos como el muslo de un hombre; lo cual les causaba grande admiración, porque en el agua salada de la laguna no se crían peces, y en la dulce son tan pequeños, que los mayores son como un palmo de un hombre. Esta agua que así reventó debe ser de algún río que anda por aquellos montes, porque ya ha salido otras veces por entre dos sierras nevadas que México tiene a vista delante de sí hacia la parte de oriente y mediodía; la una vez fue después que los cristianos están en la tierra, y la otra pocos años antes. La primera vez fue tanta el agua que señalan los indios ser dos tanta que el río grande de la ciudad de los Ángeles, el cual río por las más partes siempre se pasa por puente; y también salían aquellos grandes pescados como cuando se abrió por la laguna. Entonces el agua vertió de la otra parte de la sierra hacia Huexuzinco, y yo he estado cerca de donde salió este agua que digo, y me he certificado de todos los indios de aquella tierra.

333 Entre estas dos sierras nevadas está el puerto que al principio solían pasar yendo de la ciudad de los Ángeles para México, el cual ya no se sigue porque los españoles han descubierto otros caminos mejores. A la una de estas sierras llaman los indios sierra blanca, porque siempre tiene nieve; a la otra llaman sierra que echa humo; y aunque ambas son bien altas, la del humo me parece ser más alta, y es redonda desde lo bajo, aunque el pie baja y se extiende mucho más. La tierra que esta sierra tiene de todas partes es muy hermosa y muy templada, en especial la que tiene a el mediodía. Este volcán tiene arriba en lo alto de la sierra una gran boca, por la cual solía salir un grandísimo golpe de humo, el cual algunos días salía tres y cuatro veces. Habrá de México a lo alto de esta sierra o boca doce leguas, y cuando aquel humo salía parecíase tan claro, como si estuviera muy cerca, porque salía con gran ímpetu y muy espeso; y después que subía en tanta altura y gordor como la torre de la iglesia mayor de Sevilla, aflojaba la furia, y declinaba a la parte que el viento le quería llevar. Este salir de humo cesó desde el año 1528, no sin grande nota de los españoles y de los indios. Algunos querían decir que era boca del infierno.