Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
ORIGEN DE LOS MEXICANOS



Comentario

El "Libro perdido"


Si las Noticias son un trasunto... ¿dónde está el texto que siguió el anónimo copista? Por desgracia, el interrogante carece de respuesta.

A veces, cuando la investigación heurística ha producido pocos frutos, o los datos son contradictorios, los estudiosos suelen recurrir al axioma del libro perdido, un concepto que en la mexicanística tiene idénticas funciones a las del primer motor aristotélico.

Amparándome en este recurso tradicional --el cual, dicho sea de paso, ha sido uno de los factores que más ha contribuido a rellenar el catálogo de Historias en paradero desconocid29--, avanzó la hipótesis que el fragmento formaba parte de una relación más extensa, de un libro perdido. Sin embargo, quiero dejar bien sentado que únicamente doy un valor hipotético, conjetural, a mis reflexiones. El tiempo y otros investigadores más serios que yo se encargarán de presentar las conclusiones definitivas.

Para establecer una relación entre el fragmento y otros textos del Libro perdido --le daremos esta denominación a falta de otra mejor-- conviene determinar con precisión cuál es la particularidad más llamativa de las Noticias. Dejando a un lado el marcado chauvinismo, lo característico del manuscrito sería su providencialismo. El fervor religioso del cronista, que nunca deja de admirar al lector, alcanza el clímax en el último capítulo, consagrado a relatar el épico combate que Cortés e Ixtlilxochitl, cruzados de la cristiandad, mantuvieron con los servidores del diablo en la cúspide del teocalli mayor de Tenochtitlan:

Llegaron a lo alto, donde estaba el ídolo mayor muy adornado [...], y echando Cortés mano de la máscara y lo que de ella pendía, y el don Fernando de los cabellos que solía antes adorar le cortó la cabeza y alzándola en lo alto la comenzó a enseñar y a decir a grandes voces a los mexicanos: "veis aquí a vuestro falso dios y lo poco que vale; daos por confundidos y vencidos, y recibid el bautismo y la ley de Dios que es la verdadera." A esta sazón, le tiraban tantas pedradas que fue necesario que su tío don Andrés con su rodela a él y a Cortés los guareciese30.

En la famosísima Decimotercera relación del afamado historiador don Fernando de Alva Ixtlilxochitl, intitulada De la venida de los españoles y principio de la ley evangélica, la anécdota está relatada de forma idéntica31.

Por supuesto, en las Noticias menudean los datos de cariz semejante. El brutal bautizo de la princesa Yacotzin, madre de Ixtlilxochitl, resulta muy ilustrativo al respecto:

El Ixtlilxuchitl fue luego a su madre Yacotzin y diciéndole lo que había pasado y que iba por ella para bautizarla, le respondió que debía de haber perdido el juicio, pues tan presto se había dejado vencer de unos pocos de bárbaros como eran los cristianos, a la cual le respondió el don Hernando que si no fuera su madre la respuesta fuera quitarle la cabeza de los hombros, pero que lo había de hacer aunque no quisiese, que importaba la vida del alma; a lo cual respondió ella con blandura que la dejase por entonces, que otro día se miraría en ello y vería lo que debía hacer; y él se salió de palacio y mandó poner fuego a los cuartos donde ella estaba [...] Finalmente ella salió diciendo que quería ser cristiana32.

Este piadoso ejemplo de amor filial también se encuentra en el escrito de Alva, si bien el historiador, asustado ante el recio caso, se limitó a consignar que el feroz acolhua viendo la determinación de su madre se enojó mucho y la amenazó que la quemaría viva33.

Como ya habrá observado el lector, el autor de la Decimotercia relación sigue muy de cerca el contenido del segundo fragmento. ¿Quiere ello decir que nuestro historiador manejó el manuscrito conservado en el Códice Ramírez? En absoluto. Fernando de Alva consultó el Libro perdido. El hecho de que Alva Ixtlilxochitl incluyera en las páginas de su relato la polémica que Cuitlahuac y Cacamatzin sostuvieron en la reunión convocada por Motecuhzoma, censurada en la copia del Códice Ramírez, no deja lugar para la duda34.

Así pues, el Libro perdido existía aun a principios del siglo XVII, ya que el erudito virreinal se sirvió de él en repetidas ocasiones. Por desgracia, Alva Ixtlilxochitl se mostró reacio a descubrir sus fuentes de información. La crítica moderna ha demostrado que empleó los mapas conocidos como Tlotzin, Quinatzin y Tepechpan, los códices Xolotl y Chimalpopoca, y diversas historias castellanas, tlaxcaltecas y mexicanas35. Lamentablemente, ninguna de las cien referencias que aparecen en las obras de Alva concuerda con el Libro perdido.

Este misterioso escrito, procedente del área tetzcocana, estaba redactado en castellano y se compuso en el segundo cuarto del siglo XVI, pues, como se recordará, sirvió de base a las relaciones del clan Pimentel. Posiblemente, el propio don Hernando Pimentel patrocinara la investigación preliminar, porque los gobernantes tetzcocanos, influidos por las indagaciones etnográficas del franciscano Motolinia en el antiguo señorío acolhua, mostraron un gran interés por las antigüedades de sus antecesores36.

Hasta donde yo alcanzo a saber, no existe ninguna alusión al Libro perdido en los repertorios bibliográficos, ya sean antiguos o modernos. Prueba evidente de que los propietarios no hicieron ningún trasunto. Si así ocurrió --y todo invita a suponerlo--, el preciado manuscrito quizá se halla perdido para siempre. Y es una lástima, porque el otro fragmento que ha resistido el paso del tiempo demuestra que el original era francamente entretenido.

El texto en cuestión figuraba en el inventario del caballero Lorenzo Boturini con el título de Pedazo de historia de la vida del referido Nezahualcoyotl, mas un erudito del siglo XIX cambió el arcaico epígrafe por el más moderno La guerra de Chalco y sucesos posteriores hasta la muerte de Nezahualcoyotzin. En esencia, el relato es el siguiente. Tras sufrir una derrota en la larguísima campaña de Chalco, el tlatoani acolhua, acusado de impiedad por el clero, mandó que se hiciese sacrificio de muchos hombres para calmar a los dioses. Pero las sangrientas deidades persistieron en su enojo, pues los chalcas capturaron a dos príncipes tetzcocanos y los sacrificaron. Víctima del dolor, el tlacatecuhtli se retiró a orar para ayunar al dios todopoderoso creador de todas las cosas, oculto y no conocido. Transcurridos cuarenta días, tuvo lugar un hecho portentoso:

Uno de los pajes de su recámara, llamado Iztapacoltzin, oyó una voz que de la parte de afuera le llamaba por su nombre, y saliendo a ver quién era, halló que el que le llamaba era un mancebo hermoso y resplandeciente con ricas vestiduras; y como se espantase de aquella visión nunca por él vista, el mancebo le llamó por su nombre y le habló diciéndole: "no temas, entra y dile al rey, tu señor, que no tenga pena y se consuele, que el dios todopoderoso y no conocido, a quien él ha ayunado y hecho ofrenda estos cuarenta días le ha oído y le vengará por manos de su hijo el infante Axoquentzin [...] y la reina, su mujer, parirá un hijo muy sabio y prudente que te suceda en el reino". Y diciendo esto se desapareció [...] Tuvo el rey por disparate y embuste lo que le decía, porque el infante Axoquentzin no se había visto en batallas, era un mozo de diez años y siete años, y la reina, mujer mayor, y que había muchos años que no paría37.

Claro está, se cumplió el milagro anunciado por el ángel, pues a lo que parece tal era la naturaleza del misterioso ser. El pusilánime infante venció a los chalcas y la menopáusica reina concibió al todopoderoso Nezahualpilli.

La visión providencialista del relato --apócrifo del primer al último renglón-- presenta tanta similitud con la del segundo fragmento del Códice Ramírez que, en mi opinión, ambas pertenecen al Libro perdido.

Ahora bien, no sólo existen semejanzas en el fondo, sino que la forma es idéntica en ambos textos. Tanto el uno como el otro presentan las mismas construcciones sintácticas. Igual puede afirmarse de la redacción, un tanto cultista y afectada, aunque agradable de leer, ya que el autor se esforzó por dar al libro un tono literario. Por lo que respecta a los vocablos nahua o aztecas, un cotejo de los mexicanismos existentes en los dos escritos corrobora un origen único. Por ejemplo, ambos textos escriben Tezcuco en ver de Tetzcoco y tienden a sustituir la x por la z. Cabe añadir que el autor poseía un magnífico conocimiento de la lengua mexicana, si bien su excesivo academicismo le llevo a aplicar las reglas fonéticas de transformación con demasiada rigidez.

Hasta aquí mis especulaciones sobre el Libro perdido, las Noticias y la historiografía tetzcocana.





Ediciones



La primera impresión del Códice Ramírez tuvo lugar en 1878. Su editor, el mexicano José María Vigil, lo publicó conjuntamente con la Crónica mexicana de Hernando Alvarado Tezozomoc en la Biblioteca Mexicana. Que yo sepa, hoy en día no hay otra edición distinta a la efectuada por Vigil, si bien existen en circulación reimpresiones hechas por otras editoriales.