Comentario
Capítulo cinco
De otro embuste que hizo aquel nigromántico llamado Titlacaoa
Otro embuste hizo el dicho Titlacaoa, el cual se bolvió y pareció como un indio forastero, que se llama toueyo, desnudo todo el cuerpo, como solían andar aquellos de su generación, el cual andava vendiendo axí verde, y se asentó en el mercado delante del palacio.
Y el Uémac, que era señor de los tultecas en lo temporal, porque el dicho Quetzalcóatl era como sacerdote y no tenía hijos, tenía una hija muy hermosa, y por la hermosura codiciávanla y deseávanla los dichos tultecas para casarse con ella. Y el dicho Uémac no se la quiso dar a los dichos tultecas. Y la dicha hija del señor Uémac miró hazia el tiénquez y vio al dicho toueyo desnudo, y el miembro genital; y después de lo haver visto, la dicha hija entróse en palacio y antojósele el miembro de aquel toueyo, de que luego començó a estar muy mala por el amor de aquello que vio. Hinchósele todo el cuerpo, y el dicho señor Uémac supo cómo estava muy mala la hija y preguntó a las mugeres que guardavan la hija: "¿Qué mal tiene mi hija? ¿Qué enfermedad es ésta que se le ha hinchado todo el cuerpo?" Y le respondieron las mugeres, diziendo: "Señor, de esta enfermedad fue la causa y ocasión el indio toueyo que andava desnudo, y vuestra hija vio y miró el miembro genital de aquel toueyo, y está mala de amores". Y el dicho señor Uémac, oído estas palabras, mandó, diziendo: "¡Ah, tultecas! Buscadme al toueyo que andava por aquí vendiendo axí verde; por fuerça ha de parecer". Y ansí lo buscaron en todas partes, y no pareciendo, un pregonero subió a la sierra, que se llama Tzatzitépec, y pregonó, diziendo: "¡Ah, tultecas! Si halláis un toueyo que por aquí andava vendiendo axí verde, traeldo ante el señor Uémac". Y ansí buscaron en todas partes y no le hallaron, veniendo a dezir al señor Uémac que no parecía el dicho toueyo. Y después pareció el dicho toueyo asentado en el tiánquez, donde antes havía estado vendiendo el dicho axí verde. Y como le hallaron, luego fueron a dezir al señor Uémac cómo havía parecido el dicho toueyo; y dixo el señor: "Traédmelo acá presto". Y los dichos tultecas fueron por él a llamarle y traer al dicho toueyo. Y traído ante el señor Uémac, díxole el señor Uémac, preguntando al dicho toueyo: "¿De dónde sois?" Y respondió el dicho toueyo, diziendo: "Señor, yo soy forastero; vengo por aquí a vender axí verde". Y más le dixo el señor. "¡Ah toueyo! ¿Dónde os tardastes? ¿Por qué no os ponéis el máxtlatl y no os cubrís con la manta?" Y le respondió el dicho toueyo, diziendo: "Señor, tenemos tal costumbre en nuestra tierra". Y el señor dixo al dicho toueyo: "Vos antojastes a mi hija, vos la havéis de sanar". Y le respondió el dicho toueyo, diziendo: "Señor mío, en ninguna manera puede ser esto, mas matadme; yo quiero murir, porque yo no soy digno de oír estas palabras, viniendo por aquí a buscar la vida vendiendo axí verde". Díxole el señor: "Por fuerça havéis de sanar a mi hija; no tengáis miedo". Y luego tomáronle para lavarle y tresquilarle, y le tiñeron todo el cuerpo con tinta, y le pusieron el máxtlatl, y le cubrieron con una manta al dicho toueyo. Y díxole el señor Uémac: "Anda, y entra a ver a mi hija allá dentro donde la guardan". Y el dicho toueyo ansí lo hizo y dormió con la dicha hija del señor Uémac, de que luego fue sana y buena. Y de esta manera el dicho toueyo fue yerno del dicho señor Uémac.