Época: Neolítico
Inicio: Año 7000 A. C.
Fin: Año 3000 D.C.

Antecedente:
Transformaciones



Comentario

Tecnológicamente las innovaciones más emblemáticas del periodo son el pulido de la piedra y la fabricación de recipientes en cerámica; pero se produce, asimismo, un desarrollo de actividades artesanales complementarias entre las cuales destacaría la cestería, el tejido.
La nueva técnica del pulido de la piedra se aplica inicialmente sobre objetos ornamentales (perlas, colgantes...), pero rápidamente se utiliza para la fabricación de útiles de marcado carácter económico: las hachas y las azuelas. Para su fabricación se emplean sobre todo rocas eruptivas o metamórficas, muy a menudo de color verde; el proceso de fabricación inicial (desbastado y escodado) de las cuales se realiza en talleres próximos a la zona de afloramiento, mientras que el pulimento se realizaría en el propio hábitat. Las hachas constituirán uno de los objetos de mayor circulación a partir de zonas productoras, probablemente gracias a los intercambios.

El utillaje lítico tallado continúa con la tradición anterior, si bien y en términos generales se produce una diversificación del mismo, apareciendo igualmente una mayor coherencia entre formas y funciones, es decir, una cierta especialización de los mismos. Otra novedad significativa es la consolidación del útil compuesto. La mayor parte de útiles estarán compuestos de una parte activa (sílex, hueso u otra materia) y un mango en hueso, madera... constituyendo útiles más eficaces y más completos, con un importante ahorro de materia prima (lítica) y de fuerza de trabajo.

La cerámica es especialmente un útil de almacenamiento, aunque realiza igualmente funciones para la preparación, presentación y consumición de los alimentos. Sus características la vinculan con los hábitats estables, pero no necesariamente con una economía de producción. Aparece, desde el 6500 a.C. en el Próximo Oriente y desde el 6000 a.C. en Europa. Su aparición en la zona oriental se enmarca dentro de la gran tradición de la manipulación de arcillas tratadas (adobes, tapial o estatuillas con arcilla) y con el desarrollo de las artes del fuego, indicado por la utilización del yeso y la cal, materiales derivados de un tratamiento térmico de las rocas sedimentarias. Tecnológicamente, la fabricación de los primeros recipientes es sencilla, simples tiras de arcilla montadas a mano, en espiral o en anillos superpuestos y con la superficie exterior alisada, iniciándose rápidamente unas decoraciones impresas o incisas distribuidas en bandas, cubriendo parcial o globalmente el vaso. Los procedimientos de cocción son, al principio, simples, realizados sobre el suelo o en ligeras depresiones, y recubriendo los recipientes con el combustible y material inflamable (arcilla, piezas de cocción defectuosa...). Esta tecnología primaria es rápidamente sustituida, sobre todo en la zona del Oriente Próximo, por procedimientos más complejos que afectan tanto una mejora en la selección de los materiales utilizados, una mayor riqueza decorativa y de acabados de los recipientes (superficies con engobes y decoraciones pintadas), como el desarrollo de estructuras complejas para la cocción de estos productos (hornos construidos con cámara simple o doble). En sus comienzos la morfología es simple: cuencos, esferas, formas ovoides... pero el citado desarrollo permite, tanto a nivel formal como de tratamiento de superficies, la ampliación morfológica y de decoraciones que traducen gustos y estéticas regionales o locales. La producción de la cerámica parece ser inicialmente una actividad esencialmente doméstica, atribuida a las mujeres o a la población juvenil gracias al estudio de las impresiones digitales observadas en los vasos, pero esta actividad adquirirá progresivamente una mayor complejidad, apareciendo, a finales del periodo y sobre todo en la zona de Mesopotamia, centros especializados de producción (cultura de El Obeid).

El tejido, principalmente de la lana y del lino, aparece como una novedad vinculada a la aparición de sociedades agro-pastoriles. Las materias utilizadas son de origen vegetal (lino, fibras de ortigas) o animal (lana de oveja, pelos de cápridos o de cérvidos...). En las estaciones lacustres de Europa central se han hallado lanzaderas de tejedor en madera, largas puntas en hueso y peines para la carda de lana. A estas evidencias indirectas se añaden los fragmentos de tejidos (yacimiento de Nabal Hemar, Israel, o en las mismas estaciones del Neolítico Medio en Suiza) que indican técnicas elaboradas. El trabajo de pieles no constituye ninguna innovación, pues goza de una amplia tradición anterior. La documentación del mismo en estos momentos, se produce por una documentación indirecta, a través de útiles (raspadores de sílex, alisadores en cuerno de ciervo con señales de uso) o por las trazas de descarnación de carnívoros de pieles apreciadas (zorro, marta, lince, lobo, oso).

Como se ha señalado para el caso de la cerámica, a la mayor parte de estas actividades se les supone una producción esencialmente doméstica y de clara inserción en una economía de subsistencia, pero progresivamente y para algunas materias aparecen evidencias de la existencia de artesanos especializados, cuya producción está destinada al intercambio. Las evidencias son escasas inicialmente pero, a partir del VI milenio en Oriente y del IV en Europa, aparecen con mayor fuerza, como las mencionadas áreas de trabajo de alfarería en algunos yacimientos y algunas explotaciones de materias primas, bien en forma de mina o canteras al aire libre.

Estas explotaciones mineras para la extracción de sílex con pozos de hasta 20 metros de profundidad y redes de galerías han sido documentadas en Polonia, Bélgica, norte de Francia e Inglaterra, o las explotaciones de dolomita en las canteras de Plussulien (Selenin, Francia) que tiene estimada una producción de cerca de cinco mil hachas por año, una producción que habría durado mas de mil años. Un reciente ejemplo son las minas de Can Tintorer (Barcelona), dedicadas a la explotación, entre otros materiales, de la variscita, piedra semipreciosa utilizada para la fabricación de perlas cuya distribución cubre toda Cataluña, llegando hasta el Languedoc francés.

El problema general para estos centros de explotación especializada es la dificultad de establecer la duración de su utilización, siendo compleja la distinción de las verdaderas actividades realizadas por especialistas o su realización como trabajo más intermitente y complementario por productores agrícolas durante las estaciones anuales de menor actividad en los campos.