Comentario
Capítulo veinte y uno
Del majadero y comal
Otra abusión. El que jugava a la pelota ponía el métlatl y el comal boca abaxo en el suelo, y el majadero colgava en un rincón; y con esto dezían que no podría ser ganado, sino que havía de ganar. También cuando armavan ratones en casa, ponían el majadero fuera de la casa. Dezían que si estuviesse dentro de la casa, no caerían los ratones porque el majadero los avisaría para que no cayessen.
Capítulo veinte y dos
De los ratones
Otra abusión tenían. Dezían que los ratones saben cuando alguno está amancebado en alguna casa, y luego van allí y royen y agujeran los chiquihuites y esteras y los vasos. Y esto es señal que hay algún amancebado en alguna casa, y llamavan a esto tlaçulli. Y cuando a la muger casada los ratones agujeravan las naoas, entendía su marido que le hazía adulterio. Y sí los ratones agujeravan la manta al hombre, entendía la muger que le hazía adulterio.
Capítulo veinte y tres
De las gallinas
Otra abusión tenían. Dezían que cuando las gallinas estavan echadas sobre los huevos, si alguno iva hazia ellas calçado con cotaras, no sacarían pollos, y si los sacassen, serían enfermos y luego se murirían. Y para remedio de esto ponían cabe el nido de las gallinas unas cotaras viejas.
Capítulo veinte y cuatro
De los pollos
Otra abusión. Dezían que cuando nacían los pollos, si algún amancebado entrava en la casa donde estavan, luego los pollos se caían muertos, las patas arriba; y esto llaman tlaçolmiqui. Y si alguno de la casa estava amancebado, o la muger o el varón, lo mesmo acontecía a los pollos, y en esto conocían que havía algún amancebado en alguna casa.
Capítulo veinte y cinco
De las piernas de las mantas
Otra abusión tenían. Dezían que cuando se texía alguna tela, ora fuesse para manta ora para naoas ora para huipil, o si la tela se afloxava de una parte más que de otra, dezían que aquél para quien era era persona de mala vida, y que se parecía en que la tela se parava bizcornada.
Capítulo veinte y seis
Del granizo
Otra abusión tenían. Cuando alguno tenía alguna sementera o maíz o de chilli o de chían o frixoles, si començava a granizar, luego sembrava ceniza por el patio de su casa.
Capítulo veinte y siete
De los bruxos
Tenían otra superstición. Dezían que para que no entrassen los bruxos en casa a hazer daño, era bueno una navaja de piedra negra en una escudilla de agua puesta tras la puerta o en el patio de la casa, de noche. Dezían que se vían allí los bruxos, y en viéndose en el agua con la navaja de dentro, luego davan a huir, ni osavan más bolver aquella casa.
Capítulo veinte y ocho
De la comida del ratón que sobra
Otra superstición era: dezían que el que comía lo que el ratón havía roído, pan o queso o otra cosa, que le levantarían algún falso testimonio de hurto o de adulterio o de otra cosa.
Capítulo veinte y nueve
De las uñas
Otra abusión era que los que se cortavan las uñas, echávanlas en el agua. Dezían que por esto el animalejo que se llama auítzotl haría que les naciessen bien las uñas, porque es muy amigo de comer las uñas.
Capítulo treinta
Del esternudo
Otra superstición. Dezían que el que esternudava era señal que alguno dezía mal de él, o que alguno hablava de él, o que algunos hablavan de él.