Comentario
Capítulo cuarto
Del lenguaje y afectos que usavan cuando oravan al principal dios, llamado Tezcatlipuca, Teyocoyani, Teimatini, primer proveedor de las cosas necessarias, demandando favor para el señor rezién electo para que hiziesse bien su oficio. Es oración de los sátrapas que contiene sentencias muy delicadas
Hoy, día bienaventurado, ha salido el sol; hanos alumbrado; hanos comunicado su claridad y su resplandor en que se ha labrado una piedra preciosa, un precioso zafiro. Hanos aparecido una nueva lumbre; hanos llegado una nueva claridad; hásenos dado una hacha muy resplandeciente que ha de regir y governar nuestro pueblo, y ha de tomar a cuestas los negocios y trabajos de nuestra república. Ha de ser imagen y sustituto de los señores y governadores que ya passaron de esta vida, los cuales algunos días trabajaron en llevar a cuestas las pesadumbres de esta vuestra gente y vinieron a poseer vuestro trono y vuestra silla, que es la principal dignidad de este vuestro pueblo y provincia y reino, la cual tuvieron y poseyeron en vuestro nombre y en vuestra persona algunos pocos días. Ya son idos, ya passaron de esta vida y dexaron aquella gran carga que truxeron a cuestas, carga de gran peso y de gran fatiga y que pocos la pueden sufrir. Y agora estamos maravillados cómo has puestos tus ojos en este hombre rústico y de poco saber, N, para que algunos días o algún poco tiempo tenga el govierno de vuestra república y de vuestro pueblo, provincia o reino.
¡Oh, señor nuestro, humaníssimo! ¿Tenéis por ventura falta de personas y de amigos? No, por cierto, que tantos tenéis que no se pueden contar vuestros amigos. Y este rústico y persona baxa, ¿cómo havéis puesto los ojos en él? ¿Es por ventura por yerro o por no le conoscer, o es por ventura que le havéis puesto prestado entre tanto que buscáis otro que lo haga mejor que este rústico y indiscreto y desatentado y hombre sin provecho y hombre que bive en este mundo por demás? Finalmente hazemos gracias a vuestra magestad por la merced que nos havéis hecho, y lo que en esto pretendéis vos solo lo sabéis; por ventura ya está proveído de este oficio. Hágase vuestra voluntad según la determinación de vuestro coraçón. Por ventura por algunos días y tiempos os servirá, aunque defectuosamente, en este oficio, o por ventura dará desasossiego y pondrá espanto, o por ventura hará las cosas sin consejo y sin consideración, o por ventura, teniéndose por digno de aquella dignidad, pensará que mucho tiempo permanecerá en ella, o por ventura se le bolverá ensueño, o por ventura le será ocasión de soberbia y de presumpción esta dignidad que vuestra magestad le ha dado y menospreciará a todos, o por ventura andará con pompa y con fausto.
Vuestra magestad sabe a qué se ha de inclinar desde aquí a pocos días, porque nosotros los hombres somos vuestro expectáculo o vuestro teatro de quien vos os reís y os regozijáis. Por ventura perderá su dignidad por sus niñerías o por su descuido y pereza, que a la verdad ninguna cosa se absconde a vuestra magestad, porque vuestra vista penetra las piedras y maderos, y también vuestro oído. O por ventura la perderá por la arrogancia y jactancia interior de sus pensamientos, y por esta causa daréis con él en el muradal y le arrojaréis en el estiércol, y su merecido será ceguedad y tollimiento y extrema pobreza hasta la hora de su muerte, donde le pondréis debaxo de vuestros pies. Y pues que este pobre está puesto en este peligro y en este riesgo, suplícoos, pues que sois nuestro señor y amparador, invisible y impalpable, por cuya virtud bivimos y debaxo de cuya voluntad y alvedrío estamos y que vois solo disponéis y prove[é]is en todo, que tengáis por bien de hazer misericordia con este pobre y menesteroso vuestro vasallo y siervo, ciego y privado de los ojos, de le proveer de vuestra lumbre y resplandor, para que sepa lo que ha de hazer, lo que ha de obrar, y el camino que ha de llevar para no errar en su oficio, según vuestra disposición y voluntad.
Vuestra magestad sabe lo que le ha de acontecer de día y de noche en su oficio. ¡Oh, señor nuestro, humaníssimo! Sabemos que nuestros caminos y obras no están tanto en nuestra mano como en la mano del que nos mueve. Si alguna cosa [a]viessa o malhecha hiziere en la dignidad que le havéis dado y en la silla en que le havéis puesto, que es vuestra, donde está tratando los negocios populares como quien lava cosas suzias con agua muy clara y muy limpia, en la cual silla y dignidad tiene el mismo oficio de lavar vuestro padre y madre de todos los dioses, el antiguo, que es el dios del fuego, que está en medio de las flores y en medio del alverque cercado de cuatro paredes, y está cubierto con plumas resplandecientes que son como las almenas, lo que este electo hiziere mal hecho, con que provoque vuestra ira y indignación y despierte vuestro castigo contra sí, no será de su alvedrío o de su querer, sino de vuestra permissión, o de alguna otra sugestión vuestra o de otro. Por lo cual os suplico tengáis por bien de abrirle los ojos y darle lumbre y abrirle las orejas y guialde a este pobre electo, no tanto por lo que es él, sino principalmente por aquellos a quien ha de regir y llevar a cuestas. Suplico agora desde el principio le inspiréis lo que ha de hazer, y le infundáis en su coraçón el camino que ha de llevar, pues que le havéis hecho vuestra silla en que os havéis de asentar, y también le havéis hecho como flauta vuestra para, tañendo, significar vuestra voluntad. Hazelde, señor, como verdadera imagen vuestra, y no permitáis que en vuestro trono y en vuestro estrado se ensoberbezca o altivezca; mas antes tened, señor, por bien que assosegadamente y cuerdamente rija y govierne a aquellos de quien tiene cargo, que es la gente popular, y no permitáis, señor, que agravie ni vexe a sus súbditos, ni sin razón y sin justicia eche a perder a nadie; y no permitáis, señor, que amanzille y ensuzie vuestro trono y vuestro estrado con alguna injusticia o agravio, que haziendo esto pondrá también mácula en vuestra honra y en vuestra fama.
Ya, señor, este pobre hombre ha aceptado y rescebido la honra y señorío que vuestra magestad le ha dado; ya tiene la possesión de la gloria y riquezas; ya, señor, le havéis adornado las manos y los pies y la cabeça, orejas y beços con barbote y orejeras y con braçaletes y con cuero amarillo para las gargantas de los pies. No permitas, señor, que estos atavíos y insignias y ornamentos le sean causa de altivez y presumpción, mas antes tened por bien, señor, que os sirva con humildad y llaneza.
¡Oh, señor nuestro humaníssimo! Tened por bien que rija y govierne vuestro señorío que agora le havéis encomendado con toda prudencia y sabiduría. Plégaos, señor, de ordenar y tener por bien que ninguna cosa haga mal hecha con que os ofenda, y tened por bien de andar con él y guiarle en todo. Y si esto no havéis de hazer, ordenad desde luego que sea aborrecido y mal querido, y muera en la guerra a manos de sus enemigos, y se vaya a la casa del sol, donde será guardado como una piedra preciosa y estimado su coraçon como un zafiro, y entregue su cuerpo y su coraçón al señor sol, moriendo en la guerra como hombre valeroso y esforçado. Muy mejor le estará esto que ser deshonrado y menospreciado en este mundo, y mal querido y aborrecido de los suyos por sus faltas o defectos.
¡Oh, señor, humaníssimo que proveéis a todos de lo necesario! Tened por bien que esto se haga ansí como os lo tengo rogado y suplicado.