Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, I



Comentario

Capítulo décimo
Del lenguaje y afectos que usavan para hablar y avisar al señor rezién electo. Es plática de alguna persona muy principal: uno de los sátrapas o algún pilli o tecutli, el que más acto era para hazerla. Tiene maravilloso lenguaje y muy delicadas metáforas y admirables avisos

¡Oh, señor nuestro humaníssimo y piadosíssimo, amantíssimo y digno de ser muy estimado más que todas las piedras preciosas y más que todas las plumas ricas! Aquí estáis presente. Haos puesto nuestro soberano dios por nuestro señor, a la verdad, porque han fallescido, hanse ido a su recogimiento los señores vuestros antepassados, los cuales murieron por mandado de nuestro señor. Partieron de este mundo el señor N y N, etc. Dexaron la carga del regimiento que traían a cuestas, debaxo de la cual trabaxaron como los que van camino y llevan a cuestas cargas muy pesadas. ¿Estos, por ventura, acuérdanse o tienen algún cuidado del pueblo que regían, el cual está agora despoblado y ascuras y yermo, sin señor, por la voluntad de nuestro señor dios? ¿Por ventura tienen cuidado o miran a su pueblo, que está hecho una breña y una tierra inculta, y está la pobre gente sin padre y sin madre, huérfanos, que no saben ni entienden ni consideran lo que conviene a su pueblo? Están como mudos; no saben hablar; están como un cuerpo sin cabeça. El último que nos ha dexado huérfanos es el señor fuerte y muy valeroso N, el cual por algún breve tiempo, por algunos pocos días, le tuvo prestado este pueblo y este señorío y reino, y fue como cosa de sueño. Ansí se le fue de entre las manos, porque le llamó nuestro señor para ponerle en el recogimiento de los otros defunctos, sus antepasados, que están en arca o en cofre guardados. Y ansí se fue para ellos; ya está con nuestro padre y madre el dios del infierno que se llama Mictlantecutli. ¿Por ventura bolverá acá de aquel lugar donde fue? No es posible que buelva; para siempre se fue, y le perdió su reino; en ningún tiempo le verán acá los que viven ni los que nacerán; para siempre se fue a su recogimiento; para siempre nos dexó. Apagada está nuestra candela; fuésenos nuestra lumbre. Ya está desamparado; ya está a escuras el pueblo y señorío de nuestro señor dios que él regía y alumbrava. Y agora está a peligro de perderse y destruirse este pueblo y señorío que llevava a cuestas. Y lo dexó en el mismo lugar que dexó la carga que llevava. Ahí está donde dexó a su pueblo y reino, pacífico y sossegado, y ansí le tuvo todo el tiempo que le regió pacíficamente; governó pacíficamente. Posseyó el trono y silla que le fue dado por nuestro señor dios y puso todas sus fuerças, y hizo toda su possibilidad para tenerle pacífico y asosegado hasta su muerte. No ascondió sus manos ni sus pies debaxo de su manta con pereza, sino que con toda diligencia trabaxó por el bien de su reino.

Al presente tenemos gran consolación y gran regozijo, ¡oh, humaníssimo señor nuestro!, porque nos ha dado nuestro señor dios, por quien bivimos, una lumbre y un resplandor del sol, que sois vos. El os señala y os demuestra con el dedo, y os tiene escrito con letras coloradas. Y ansí está determinado allá arriba y acá abaxo, en el cielo y en el infierno, que vos seáis el señor y posseáis la silla y estrado y dignidad de este reino, ciudad o pueblo. Brotado ha la raíz de vuestros antepassados que possieron muy profunda y plantaron de muchos años atrás.

¡Oh, señor nuestro! Vois sois el que havéis de llevar la pesadumbre de esta carga, de este reino, señorío o ciudad. Vois sois el que havéis de suceder a vuestros antepasados, los señores reyes vuestros progenitores, para llevar la carga que ellos llevaron. Vos, señor, havéis de poner vuestras espaldas debaxo de esta carga grande, que es el regimiento de este reino. En vuestras espaldas y en vuestro regalo y en vuestros braços pone nuestro señor dios este oficio y dignidad de regir y governar a la gente popular, que son muy antogadizos y muy enojadizos. Vos, señor, por algunos años los havéis de sustentar y regalar como a niños que están en la cuna. Vos havéis de poner en vuestro regalo y en vuestros braços a la gente popular. Vos los havéis de halagar y hazerles el son para que duerman el tiempo que vivierdes en este mundo.

¡Oh, señor nuestro sereníssimo y muy precioso! Ya se determinó en el cielo y en el infierno, ya se averig[u]ó, ya te cupo esta suerte, a ti te señaló, sobre ti cayó la elección de nuestro señor dios soberano. ¿Por ventura podráste absconder o absentar? ¿Podráste escapar de esta sentencia? ¿O por ventura te escabollirás o hurtarás el cuerpo? ¿Qué estimación tienes de dios nuestro señor? ¿Qué estimación tienes de los hombres que te eligieron, que son señores muy principales y muy ilustres? ¿En qué estimación tienes a los reyes y señores que te eligieron y te señalaron y ordenaron por inspiración y ordenación de nuestro señor dios, cuya elección no se puede casar ni variar por haver sido por ordenación divina el haverte elegido y nombrado por padre y madre de este reino? Pues que esto es ansí, ¡oh, señor nuestro humaníssimo!, esfuerçate y anímate y pon el hombro a la carga que te es encomendada y encargada. Cómplasse y berifíquesse el querer y voluntad de nuestro señor.

Por ventura por algún espacio de tiempo llevarás la carga a ti encomendada, o, por ventura, te ataxará la muerte y será como sueño esta tu elección a este reino. Mirad que no seáis desagradescido, teniendo en poco en vuestro pecho el beneficio de nuestro señor, porque el ve todas las cosas secretas, y embiará sobre vos algún castigo como le pareciere, porque en su poder y voluntad está que te aniebles y desbanezcas, o te embiará a las montañas y a las sabanas, o te echará en el estiércol y entre las suziedades, o te acontescerá alguna cosa fea o torpe. Por ventura serás infamado de alguna cosa fea y vergonçosa, o por ventura permitirá dios que haya discordias y alborotos en tu reino para que seas menospreciado y abatido, o por ventura te darán guerra otros reyes que te aborrecen y serás vencido y aborrescido, o por ventura permitirá dios que venga sobre tu reino hambre y necessidad. ¿Qué harás si en tu tiempo se destruye tu reino, o nuestro señor embiare sobre ti su ira, embiando pestilecia? ¿Qué harás si en tu tiempo se destruye tu reino, y tu resplandor se bolviere en tiniebla? ¿Qué harás si se desolare en tu tiempo tu reino, o si por ventura veniere sobre ti la muerte ante de tiempo, y en el principio de tu reino y antes que te apoderes de él te destruyere y matare, y te pusiere debaxo de sus pies nuestro señor todopoderoso? O por ventura súpitamente embiare sobre ti exércitos de enemigos de hazia los yermos o de hazia la mar o de hazia las savanas y despoblados, donde se suelen exercitar las guerras, donde se suele derramar la sangre, que es bever del sol y de la tierra, porque muchas y infinitas maneras tiene dios de castigar a los que le desobedecen.

Y ansí es menester, ¡oh, señor nuestro y rey nuestro!, que pongas todas tus fuerças y todo tu poder para hazer el dever en la prosecución de tu oficio; y esto con lloros y suspiros, orando a nuestro señor dios, invisible y impalpable. Llegaos, señor, a él muy de veras con lloros y lágrimas y suspiros para que os ayude a pacíficamente regir vuestro reino, que es su honra. Mirad que recibáis con afabilidad y humildad a los que vienen a vuestra presencia angustiados y atribulados. No devéis de dezir, ni hazer cosa alguna arrebatadamente. Oíd con asosiego y muy por entero las quexas y informaciones que delante vos venieren. No ataxéis las razones o palabras del que habla, porque sois imagen de nuestro señor dios y representáis su persona, en quien él está descansando y de quien él usa como de una flauta, y en quien él habla, y con cuyas orejas él oye. Mirad, señor, que no seáis aceptador de personas, ni castiguéis a nadie sin razón, porque el poder que tenéis de castigar es de dios, es corno uñas y dientes de dios. Para hazer justicia sois executor de su justicia, y recto sentenciador suyo. Hágase justicia; guárdese la rectitud, aunque se enoje quien se enejare, porque estas cosas os son mandadas de dios. Nuestro señor dios no ha de hazer estas cosas, porque en vuestras manos las ha dexado. Mirad, señor, que en los estrados y en los tronos de los señores y juezes no ha de haver arrebatamiento o precipitamiento de obras o de palabras, ni si ha de hazer alguna cosa con enojo. Mirad que no os passe por pensamiento dezir: "Y yo soy señor, y yo haré lo que quisiere", que esto es ocasión de destruir y atropellar y desbaratar todo vuestro valor y toda vuestra estimación y gravedad y magestad. Mirad que la dignidad que tenéis, el poder que os ha dado sobre vuestro reino o señorío, no os sea ocasión de ensoberveceros y altiveceros, mas antes os conviene muchas vezes acordaros de lo que fuistes atrás y de la vaxez de donde fuestes tomado para la dignidad en que estáis puesto sin haverlo merecido. Devéis muchas vezes dezir en vuestro pensamiento: "¿Quién fue yo, y quién soy agora, que nunca yo merecí ser puesto en el lugar tan honroso y tan eminente como estoy por mandado de nuestro señor dios, que más parece Cosa de sueño que no de verdad" Mira, señor, que no durmáis a sueño suelto. Mirad que no os descuidéis con deleites y placeres corporales. Mirad que no os deis a comeres y beveres demasiados. Mirad, señor, que no gastéis con profanidad los sudores y trabajos de vuestros basallos en engordaros y emborracharos. Mirad, señor, que la merced y regalo que nuestro señor os haze en hazeros rey y señor, no la convertáis en cosas de profanidad y locura y enemistades.

¡Oh, señor nuestro y rey nuestro, y nieto nuestro, que nuestro señor dios está mirando lo que hazen los que rigen sus reinos! Y cuando yerran en sus oficios danle ocasión de reírse de ellos; y él se ríe de ellos y calla, porque es dios y haze lo que quiere y haze burla de quien quiere, porque a todos nosotros nos tiene en el medio de su palma y nos está remeciendo, y somos como bodoques redondos en su palma, que andamos rodando de una parte a otra, y le hazemos reír y se ríe de nosotros, de cómo andamos rodando de una parte a otra en su palma.

¡Oh, señor nuestro y rey nuestro, esforçaos a hazer vuestra obra poco a poco! Por ventura por nuestros pecados no os merecemos, y vuestra elección nos será como cosa de sueño, y no se hará lo que nuestro señor quiere, que posseáis su reino y su dignidad real por algunos tiempos. Por ventura os quiere provar y hazer experiencia de quién sois, y si no hizierdes el dever pondrá a otro en esta dignidad. Por ventura ¿tiene pocos amigos nuestro señor dios? ¿Eres tú solo, por ventura, su amigo? ¿Cuántos otros tiene sus conocidos? ¿Cuántos son los que le llaman? ¿Cuántos son los que dan vozes en su presencia? ¿Cuántos son los que lloran? ¿Cuántos son lo que con tristeça le ruegan? ¿Cuántos son los que en su presencia suspiran? Cierto, no se podrán contar. Hay muchos generosos, prudentíssimos y de grande habilidad, y los que ya han tenido y tienen cargos están en dignidades. De muchos es rogado, y muchos en su presencia dan vozes. Bien tiene a quien dar la dignidad de sus reinos. Por ventura con brevedad y como cosa de sueño te presenta su honra y su gloria; por ventura te da a oler y te passa por tus labios su ternura y su dulçura y su suavidad y su blandura y las riquezas que solo él las comunica, porque solo él las possee.

¡Oh, muy dichoso señor! Humillaos y inclinaos y llorad con tristeça, y suspirad y orad y hazed lo que nuestro señor quiere que hagáis el tiempo que él por bien tuviere, assí de noche como de día. Hazed vuestro oficio con sosiego, continuamente orando en vuestro trono y en vuestro estrado, con toda benevolencia y blandura, y mirad que no deis a nadie pena ni fatiga ni tristeça. Mira que no atropelléis a nadie. No seáis bravo para con nadie, y no habléis a nadie con ira ni espantéis a ninguno con ferocidad. Conviene también señor nuestro que tengáis mucho aviso en no dezir palabras de burlas o de donaires, porque esto causará menosprecio de vuestra persona, porque las burlas y donaires no son para las personas que están en vuestra dignidad, ni tampoco os conviene que os inclinéis a las burlas o chucarrerías de alguno, aunque sea muy vuestro pariente o propincuo, porque aunque sois nuestro próximo en cuanto al ser de hombre, en cuanto al oficio sois como dios. Aunque sois nuestro próximo y amigo y hijo y hermano, no somos vuestros iguales ni os considerarnos como a hombre, porque ya tenéis la persona y la imagen y conversación y familiaridad de nuestro señor dios, el cual dentro de vos habla y os enseña, y por vuestra boca habla, y vuestra boca es suya, y vuestra lengua es su lengua, y vuestra cara es su cara, y vuestras orejas. Y os [ha] adornado con su autoridad, que os dio colmillos y uñas para que seáis temido y reverenciado.

Mira, señor, que no boelvas a hazer lo que hazías cuando no eras señor, que reías y burlavas; agora te conviene de tomar coraçón de viejo y de hombre grave y severo. Mira mucho por tu honra y por el decoro de tu persona y por la magestad de tu oficio, y tus palabras sean raras y muy graves, porque ya tienes otro ser, ya tienes magestad, y has de ser respectado y temido y honrado y acatado. Ya eres precioso y de gran valor y persona rara, a quien conviene toda reverencia y acatamiento y respecto. Guárdate, señor, de menoscabar y amenguar y amanzillar tu dignidad y valor, y la dignidad y valor de tu alteza y excelencia. Advierte, señor, el lugar en que estás, que es muy alto, y la caída de él muy peligrosa. Piensa, señor, que vas por una loma muy alta y de camino muy angosto, y a la mano izquierda y a la mano derecha hay grande profundidad y hondura. No es posible salir del camino hazia una parte ni hazia otra sin caer en un profundo abismo. Deves también, señor, guardarte de lo contrario, que no te hagas bravo como bestia fiera de quien todos tengan temor y horror. Sé templado en el rigor, el exercitar tu potencia, y antes deves quedar atrás en el castigo y en la execución del rigor, que no passar adelante. Nunca muestres los dientes del todo, ni saques las uñas cuanto puedes. Mira, señor, que no te demuestres espantoso y temeroso y áspero o espinoso. Esconde los dientes y las uñas. Junta y regala y congrega, y muéstrate blando y apacible a tus principales y a los mayores de tu reino y de tu corte. Y también te conviene, señor, de regocijar y alegrar a la gente popular, según la calidad y condición de la diversidad y grados que hay en la república; confórmate con las condiciones de cada grado y parcialidad de la gente popular. Tened, señor, solicitud y cuidado de los areitos y danças y de los adereços [y] instrumentos que para ellos son menester, porque es exercicio donde los hombres esforçados conciben desseo de las cosas de la milicia y de la guerra. Regocija, señor, y alegra a la gente popular con juegos y pasatiempos convenibles. Con esto cobraréis fama y seréis amado, y aun después de esta vida quedará vuestra fama y vuestro amor y lágrimas por vuestra absencia acerca de los viejos y viejas que os conocieron.

¡Oh, felicíssimo señor y sereníssimo rey, persona preciosíssima! Considerad que vais camino, y que hay lugares fragosos y peligrosos en el camino por donde vais, y que havéis de ir muy con tiento, porque las dignidades y señoríos tienen muchos barrancos y muchos resbaladeros y deslizaderos, donde los lazos están muy espesos y unos sobre otros, que no hay camino libre ni seguro entre los lazos y los pozos desimulados, cerrada la boca con yerva, y en el profundo tienen estacas muy agudas plantadas para que los que cayeren se enclaven en ellas; por lo cual conviene que sin cesar gimáis y llaméis a dios y suspiréis. Mirad, señor, que no durmáis a sueño suelto, ni os deis a las mugeres, porque son enfermedad y muerte a cualquier varón. Conviéneos dar buelcos en la cama; havéis de estar en la cama pensando en las cosas de vuestro oficio, y en durmir soñando las cosas de vuestro cargo. Y las cosas que nuestro señor nos dio para nuestro mantenimiento, como son el comer y el bever, repartildo con vuestros principales y cortesanos, porque muchos tienen embidia a los señores y reyes por tener lo que tienen y comer lo que comen y bever lo que beven; y por esso se dize. que los reyes y señores comen pan de dolor. No penséis, señor, que el estado real, y el trono y dignidad, que es deleitoso y placentero, que no es sino de grande trabajo y de grande aflicción y de gran penitencia.

¡Oh, bienaventurado señor nuestro, persona muy preciosa! No quiero dar pena ni enojo a vuestro coraçón; no quiero caer en vuestra ira y indignación. Bástame los defectos que he hecho y las vezes que he tropeçado y resbalado y aun caído en esta plática que tengo dicha; básteme las faltas y defectos que hablando he hecho, yendo a saltos de rana de nuestro señor invisible y impalpable, el cual está presente y nos está escuchando, y ha oído muy por el cabo todas las palabras que he pronunciado y imperfectamente, y como balvociendo y tartamodeando, y con mala orden y con mal aire. Pero con lo hecho he complido con lo que son obligados los viejos y ancianos de la república para con sus señores recién electos. Ansimismo he complido con lo que devo a nuestro señor, el cual está presente y lo oye, y a él se lo ofrezco y presento.

¡Oh, señor nuestro y rey! Viváis muchos años, trabajando en vuestro oficio real; ya he acabado de dezir.

Este orador que haze esta oración delante del señor recién electo era alguno de los sacerdotes muy entendido y muy retórico, o era algunos de los tres sumus sacerdotes, que el uno se llamava Quetzalcóatl, y el otro Tótec tlamacazqui, y el tercero Tláloc; eran sumus sacerdores. O por ventura la hazía alguno de los nobles y muy principales del pueblo, muy retórico; o algún embaxador del señor de alguna provincia, muy entendido en hablar, que no tiene empacho ninguno en lo que ha de dezir; o por ventura era alguno de los senadores, muy sabio; o algún otro muy retórico, muy esperto en el hablar, que ninguna falta haze en lo que ha de dezir, que le acude el lenguaje y lo que ha de dezir a su voluntad. Y esto es ansí necessario porque el señor recién electo háblanle de esta manera, y también cuando muere, porque entonce, cuando recién electo, toma el poder sobre todos, tiene libertad de matar a quien quisiere, porque ya es superior, y por esta causa cuando recién electo dezímosle todo lo que ha menester para hazer bien su oficio, y esto con mucha reverencia y humildad. Por esta causa el orador habla con gran tiento y llorando y suspirando.