Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, I



Comentario

Capítulo quinze
Que después de la plática de señor se levanta otro principal y haze otra plática al pueblo en presencia del mismo señor, encareciendo las palabras que el señor dixo y engrandeciendo su persona y autoridad, y reprehendiendo con agrura los vicios que él tocó en su plática

Oíd con atención los que presentes estáis, hombres y mugeres: vuestro señor y rey os ha hablado en su misma persona. Él en persona os ha publicado cosas muy preciosas, muy murales y muy necessarias. Ha sembrado en vuestra presencia chalchihuites y zafiros, cosas muy raras, muy dignas de ser estimadas, las cuales los señores y grandes personas tienen atesoradas en su pecho, los cuales sustentan la tierra con su doctrina y leyes. Ha avierto en vuestra presencia sus cofres y sus caxas donde tiene guardadas sus riquezas, donde está atesorado y guardado el tesoro de los grandes y señores para amonestar y doctrinar a sus basallos. Y pues havéis oído y visto lo que ha hecho y dicho, no es razón que ninguno de cuantos aquí estáis degéis de considerar la obligación en que os ha puesto vuestro señor en haveros hablado su misma persona. Y ansí eres obligado a guardar lo que has oído, aunque es assí que están presentes muchos senadores y sabios y retóricos que pudieran hablar en su nombre, dezir de lo que él dixo, porque ellos tienen este oficio y este cargo de hablar al pueblo y manifestarle las leyes que dicta el señor rey. Al presente haos hablado vuestro señor rey por el sentimiento que tiene su coraçón de vuestras costumbres y de vuestra manera de bivir, y tened por cierto, y no dudéis, que es verdadera madre y vuestro verdadero padre; la madre que te parió y el padre que te engendró no es tan tu verdadera madre y padre como él lo es. Por cierto, es tu verdadero padre, el que te da doctrina y lumbre cómo bivas, cómo te valgas, y no lo es el que nunca tal beneficio te hizo. Has venido aquí a conocer a tu verdadera madre y a tu verdadero padre, a quien has [de] obedecer y amar, y a quien has de tener por tus riquezas y bienaventurança. Aquí le tienes, y él mismo te ha hablado, aunque tú eres un pobre basallo y una persona baxa de su república, y él es el señor y rey. En tu presencia ha avierto y derramado las riquezas de su doctrina que son más preciosas que cuentas de oro y plumas ricas y chalchihuites y zafiros muy preciosos y raros. Y tú, que tienes madre y padre, que eres generoso y ilustre, o eres de generación de gente valerosa que se exercitan la milicia, o eres hijo de algún hombre rico, que has nacido y te has criado en regalo, ¿no rescibes las palabras y doctrina que te da tu madre y tu padre? He aquí el mismo rey y señor, cuyas palabras deves de rescebir y guardar en tu coraçón, y su doctrina deves tener por espejo, y a él deves obedecer. Y si a él no obedeces, ¿a quién obedecerás? ¿Quién vendrá? ¿A quién esperas para obedecerle? Y si por ventura no rescibieres esta doctrina, haz como te pareciere, que sobre ti vendrá tu merecido. Y si a tu señor y rey no quieres obedecer, ¿a quién obedecerás? Claro parece que estás muy estragado y perdido; estás malaventurado y no quedarás sin castigo. Pues que estás en la ira de dios, no es possible sino que sobre ti venga en breve, o está ya en el camino, algún gran mal. Por ventura viene sobre ti algún espantoso hado o algún trabajoso y riguroso castigo de nuestro señor dios. Por ventura has merecido que ante de tiempo seas ciego o tollido, o te podrirás con alguna enfermedad, o por ventura andarás pobre y miserable, suzio y roto, y te verás y te dessearás.

Pues dime agora, ¿qué es lo que quiere tu coraçón? ¿Quieres que te venga a hablar nuestro señor dios en figura de hombre, y con palabras de hombre? ¿Entonce, por ventura, recibirás y tomarás su consejo? ¿Entonce, por ventura, se satisfará tu coraçón? ¿Entonce te contentarás? ¿Entonce, por ventura, repossará tu coraçón? ¡Oh, grandíssimo vellaco! ¿Qué quieres? ¿En qué te tienes? ¿Qué piensas de ti? ¿Quién eres tú? Aquí manifestamos, aquí sacamos en público, como de cofre y de caxa, aquí derramamos y esparcimos delante de ti cuentas de oro y plumas ricas y piedras preciosas y muy finas y muy raras, que no se soelen dar, ni se soelen dezir, que están atesoradas en los tesoros de los grandes señores, y que solos ellos las tienen guardadas y las posseen. ¡Oh, hombre malvado! ¿Por ventura por ti solo fue elegido y embiado tu señor y rey N, gran señor muy regalado, muy querido y gran príncipe? ¿Y por ti solo derramamos y esparcimos los tesoros que tenía guardados en su coraçón? ¿Piensas, malvado, que son pocos los negocios del regimiento en que entiende? ¿Sabes este negocio del regimiento de cuánto peso es? ¿Sabes los trabajos que hay en el regimiento de la república? Por cierto, ni lo sabes ni lo consideras. Todos los días y las noches de este mundo no cessa de llorar y suspirar por ti y por otros vellacos como tú. Este señor y rey que tú aquí ves todos los días y noches anda de rodillas y de codos. Orando y gimiendo por ti delante de dios para saber cómo se havrá en regirte y llevarte a cuestas en essos días que viviere, y para saber los años que le restan de la vida cómo te llevará a cuestas y de guiarte por el camino derecho, y para saber qué es lo que dios ha de hazer de ti, qué es lo que está determinado de ti en los cielos y en el infierno, o si por ventura estás desamparado y desechado. ¿Por ventura tú tienes cuidado de las cosas adversas y espantables que han de venir, que no las vieron pero temiéronlas los antiguos y antepassados nuestros? ¿Tienes cuenta o cuidado con los eclipsis de sol, o con los temblores de la tierra, o con las tempestades de la mar, o con los rompimientos de los montes? ¿Tienes, por ventura, cuidado de la angustia que se siente cuando vienen diversas tribulaciones y desasosiegos de todas partes, que mirando a todas partes no hay favor ninguno? ¿Proveerás por ventura tú y es a tu cargo de pensar cuándo se levantará guerra, vendrán los enemigos a conquistar el reino o señorío o pueblo en que vives? ¿Es a tu cargo de pensar con temor y con temblor si por ventura se destruirá y asolará el pueblo, y havrá gran turbación y aflicción? Cuando se viere la perdición y destruimiento, ¿qué acontescerá a los pueblos y reino y señoríos, y súpitamente quedare todo ascuras y todo destruido? ¿O por ventura vendrá tiempo en que nos hagan a todos esclavos y andaremos serviendo en los más baxos servicios, que es de arrastrar piedras y maderos, o en servir a los enfermos? ¿Por ventura vendrá hambre donde haya gran mortandad de la gente popular, y se asolará y yermará el pueblo? También hay cuidados y trabajos cerca de las cosas de la guerra, en pensar qué modo se tendrá para resistir a los enemigos para conservar el reino o el pueblo, porque jamás cessan las peleas y las guerras donde se derrama mucha sangre y muere mucha gente.

En estas cosa ya dichas entienden y piensan y se afligen y se fatigan de noche y de día los que rigen y goviernan. Y tú, que estás aquí presente, no tienes cuidado más de ti solo, y te llevan a cuestas y en bracos los que rigen. Grandes son ciertamente los trabajos de los señores y reyes y governadores. Y mira que agora que tu señor te habla, te exhorta a la obediencia y al bien bivir, no le menosprecies, ni le desdeñes dentro de ti; antes deves tenerle en mucho, porque tiene por bien hablarte y verte en persona, y nuestro señor dios le inspira lo que te dize. Y esto haslo de tener en mucho, y tenerte por indigno de oír sus palabras, y déveslas guardar dentro en ti como oro en paño. Tenlo por muchila para todo el tiempo que vivieres en este mundo, y mira que no lo pierdas. Ponlo dentro de tu coraçón, porque te será vida y consolación todo el tiempo que vivieres. Has rescibido gran beneficio. Por ventura nunca otro tal rescebiste. Ni tu madre ni tu padre te hizieron tan gran beneficio; y por ventura en ningún otro tiempo se te será hecho otro tal.

En conclusión, desséoos a todos los aquí estáis prosperidad y bienaventurança, y por esta causa he dicho estas pocas palabras para vuestro provecho y en servicio de nuestro señor y rey. Dios os dé, hijos, mucho reposo.