Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, I



Comentario

Capítulo 25
Del lenguaje y afectos que usavan dando la norabuena a la preñada, hablando con ella. Es plática de alguno de los parientes de él. Avísanla en ella de que haga gracias a los dioses por el beneficio rescibido y que se guarde de todo lo que puede empecer a la criatura, lo cual relatan muy por menudo. Y acabándola de hablar, habla luego a sus padres de los moços. Y alguno de ellos responde a los oradores. También la preñada habla a su suegro y suegra

Nieta mía, muy amada y preciosa, como piedra preciosa, como chalchíuitl y zafiro, noble y generosa, ya es cierto agora que nuestro señor se ha [a]cordado de vos, el cual está en toda parte y haze mercedes a quien quiere. Ya está claro que estáis preñada y que nuestro señor os quiere dar fructo de generación, y os quiere poner un joel, y daros una pluma rica. Por ventura lo han merecido vuestros suspiros y vuestras lágrimas, y el entendimiento de vuestras manos delante de nuestro señor, y las peticiones y oraciones que havéis ofrecido en presencia de nuestro señor, llamado tiniebla y aire, en las vigilias de la medianoche. Por ventura havéis velado; por ventura havéis trabajado en varrer y en ofrecer encienso en su presencia; por ventura por estas buenas obras ha hecho con vos misericordia nuestro señor; por ventura ésta fue la causa por que se determinó en los cielos y en el infierno ante del principio del mundo que se os hiziesse esta merced; por ventura es verdad que nuestro señor Quetzalcóatl, que es criador y hazedor, os ha hecho esta merced; por ventura halo determinado el que reside en el cielo, un hombre y una muger que se llama Ometecutli y Umecíoatl; por ventura esto está y ha sido determinado. Mirad, hija mía, que no os ensubervezcáis por la merced que se os ha hecho; mirad que no digáis dentro de vos: "ya estoy preñada"; mirad que no atribuyáis esta merced a vuestros merecimientos porque si esto hizierdes, no se le podrá absconder a nuestro señor lo que dentro de vos pensardes, porque no se le absconde ninguna cosa, aunque esté dentro de las piedras y de los árboles. Y ansí se enojará contra vos y os embiará algún castigo, de manera que perdamos lo que dentro de vos está, matándolo nuestro señor o permitiendo que nazca sin razón y muera en su ternura. O por ventura os dará alguna enfermedad a vos nuestro señor, que está en todo lugar, para que muráis o abortéis, porque el cumplimiento del desseo que tenemos de hijo y de generación por sola la misericordia de dios se nos cumple. Y si nuestros pensamientos son contrarios a esta verdad, pensando que se haze por nuestros merecimientos, nosotros nos defraudamos de la merced que nos está hecha. Por ventura, hija, por tu sobervia, no merecerás que salga a luz lo que está principado y viene ya. Por ventura ya quiere brotar la generación de tus visabuelos y tartarabuelos, de tus padres que te echaron acá. Y nuestro señor dios quiere que engendre y produzca fructo el maguey que ellos plantaron hondamente, para que lo que naciere sea imagen de ellos, a los cuales el mismo nuestro señor los ascondió, los llevó para sí, y él quiere que los levanten la cabeça y en alguna manera los resusciten los que nacerán de su posteridad.

Lo que agora, hija mía muy tierna, es necessario que hagas es que te esfuerces que hagas toda tu posibilidad cerca de suspirar y llorar delante de nuestro señor. Trabajad también en varrer y en desembaraçar y en componer y en limpiar los altares y oratorios de vuestra casa, a honra de nuestro señor dios. Y procurad ansimismo de ofrecer encienso con el incensario que se llama tlenamactli. Velad de noche; mira que no dormáis demasiado, ni os deis a la dulçura del sueño. Mayormente procurad de suspirar de coraçón y dezir: "¿Qué será de mí desde aquí a cuatro días?", porque somos flacos y muy quebradizos.

Oíd otra cosa, hija mía, que os encomiendo mucho. Mirad que guardéis mucho la criatura de dios que está dentro de vos; mirad no os burléis con él; mirad que no seáis causa de alguna enfermedad por vuestra culpa, a la merced que nuestro señor os ha hecho, que es haveros dado criatura, que es como un joel con que os ha adornado; mira que os guardéis de tomar alguna cosa pesada en los braços, o de levantarla con fuerça, porque no empezcáis a vuestra criatura; mira, hija, que no uséis el baño demasiadamente; mira que no la matéis con el calor demasiado del baño.

De otra cosa os aviso, y ésta quiero que la oya y la note nuestro hijo, vuestro marido N, que está aquí, y es esto: porque somos viejos, sabemos lo que conviene; mirad los dos que no os burléis el uno con el otro, porque no empezcáis a la criatura; mirad que no uséis mucho el acto carnal, porque podrá ser que hagáis daño a la criatura, con la cual nuestro señor os ha adornado a vos, hija mía, y ansí saldrá cuando naciere manca o lisiada de los pies o de las manos o de los dedos. Si pluguiera a dios que merezcamos que nazca vuestra criatura que dios os ha dado, y veniere muy embuelta de la suziedad que causa el acto carnal, por ventura muriréis en el parto, porque aquella vescosidad es pegajosa y impidirá la salida de vuestra criatura, porque huvo efusión de simiente sin haver para qué, y así se haze pegajosa como engrudo y podréis murir del parto.

Apartaos, hija, de mirar cosas que espantan o dan asco. Esto es consejo de los viejos y viejas que fueron ante de nos. ¡Oh, hija mía, chiquita, palomita! Estas pocas palabras he dicho para esforçaros y animaros, y son palabras de los viejos antiguos, vuestros antepasados, y de las viejas que aquí están presentes, con las cuales os enseñan todo lo que es necessario para que sepáis y veáis que os aman mucho, y que os tienen como una piedra preciosa y una pluma rica. Ninguna cosa os han abscondido, y en esto hazen como sabios y experimentados.

Seáis, hija, muy bienaventurada y próspera y viváis con mucha salud y contento, y viva con sanidad y con salud lo que tenéis dentro en vuestro vientre. Esperemos todos en nuestro señor, esperando lo que sucederá mañana o ese otro día, y lo que de vos determinará nuestro señor. Seáis muy bienaventurada, y ruego venga a luz lo que está en vuestro vientre.

Después de haver acabado el orador, buelve la plática a los padres y madres de los casados, diziendo:

Aquí estáis presentes, señores y señoras, cuyas son estas piedras preciosas y estas plumas ricas, que son estos rezién casados, los cuales fueron cortados de vuestras entrañas y de vuestros lomos y gargantas, que están aquí presentes, N y N, que nacieron de vuestros cuerpos como uñas y cabellos. Havemos rescibido de nuestro señor dios un tesoro y una riqueza, porque havemos sabido lo que está en el cofre y en el arca encerrado, que es la criatura que está en el vientre de la moça, lo cual no nos es lícito ver ni mirar. Por ventura no somos merecedores que nuestro señor nos publique a nosotros este negocio, porque aquellos que fueron dignos de él ya nuestro señor los quitó de sobre la tierra, que fueron los viejos sabios y antiguos que ya fallescieron. Y agora en su ausencia los que vivimos dezimos y hazemos boverías y niñerías, porque no nos es possible tornarlos acá, porque no están en lugar donde pueden bolver. No los esperamos en ningún tiempo; sabemos que no han de bolver más. No harán más el oficio de padres y madres entre nosotros, porque para siempre se fueron; ya los puso nuestro señor en sus caxas y en sus cofres; para siempre se fueron y nunca más bolverán. Y los que agora vivimos gozamos por ellos en su ausencia aquello que ellos havían de gozar y de oír. Agora, empero, al presente ¿qué querrá nuestro señor hazer, pues que de nuestra parte no hay ningún merecimiento? ¿Por ventura otorgársenos ha esta merced que agora estamos soñando? Hablamos una cosa muy uscura y muy dudosa, y no sabemos qué merced se le ha hecho a esta vuestra piedra preciosa, a esta vuestra pluma rica, que es nuestra nieta y vuestra hija. Plega a dios que en nuestro tiempo y en nuestra presencia gozemos de la luz y del alva del día que nuestro señor hará cuando pariere; plega a dios que veamos y conozcamos qué cosa es aquella que nos dará nuestro señor. Pero es mucho menester que vosotros, señores y señoras, que aquí estáis, hagáis vuestros oficio de padres y madres con mucha diligencia. Conviene que exhortéis mucho a vuestros hijos, aunque son ya adultos, pero él es muchacho y ella es muchacha; no saben aún de cuánta importancia sea este negocio, porque aún buelan y juegan como muchachos, según la costumbre del mundo. Es mucho menester que sean exhortados y avisados. Por esso os ruego, señores y señoras, que hagáis vuestro dever en informarlos con toda diligencia, con palabras eficaces, para que lloren y se entristezcan y suspiren. ¿Por ventura verificarse ha en nos esta merced que dios nos quiere hazer? ¿Por ventura saldrá como sueño? ¿O nuestro señor se enojará y mudará la sentencia? No sabemos lo que querrá hazer. Perseverad en hablarlos para que hagan lo que conviene.

Aquí responden al orador el padre y la madre de la moça:

Señores, gran merced nos havéis hecho. Havéis trabajado a vuestro coraçón y a vuestro cuerpo; havéis fatigado vuestro estómago y vuestra cabeça. Plega a dios que este trabajo que por nosotros havéis tomado agora no os sea causa de enfermedad o de alguna mala disposición. Havéis hecho oficio de padres y madres en haver dicho lo que havéis dicho, ante que nuestro señor os saque de esta vida y ante que dexéis el oficio de doctrinar y informar a los que poco saben; y entretanto que tenéis el oficio de hazer sombra y amparar a la gente, como haze el árbol llamado púchotl y el árbol llamado auéuetl a cuya sombra se acojen no solamente los hombres pero también los animales; y entretanto que os dura la sucessión del regimiento que tomastes de vuestros antecessores y la lleváis a cuestas, como quien lleva una carga muy pesada o un gran lío de ropa, la cual os dexaron aquellos que nuestro señor llevó para sí, y nuestros señores y mayores que ya fallescieron y dexaron su carga sobre vuestras espaldas y sobre vuestros hombros, que es el regimiento muy pesado de la república, que se ha de llevar en braços, como la madre que lleva a su niño en braços y a cuestas.

Havemos aquí oído y visto cómo havéis abierto vuestra caxa y vuestro cofre, y havéis sacado las palabras que hemos oído como de padres y de madres, las cuales huvistes de los antiguos y viejos, nuestros señores antecessores y padres, y havéislo guardado y atesorado en vuestras entrañas y en vuestra garganta, donde está cogido y doblado y ordenado como vestiduras preciosas, y agora lo havéis sacado para avisar y doctrinar a vuestros hijos que tienen necessidad de essa doctrina y criança, los cuales están aquí presentes, muchachos de poco saber, los cuales aún no saben nada de lo que les cumple, sino que viven en este mundo pareciendo que son personas. No lo son, que como han venido nuevamente al mundo, piensan que en este mundo hay plazeres sin peligros, y hay seguridad sin engaños, y que seguramente pueden dormir y que no tienen necessidad de ningunos trabajos, ni de buscar a dios para que los ayude ofreciendo encienso de noche y levantándose a varrer. No piensan nada de lo de adelante, ni dize su coraçón "¿qué será de nosotros mañana o ese otro día?" ni "¿qué dispondrá de nosotros nuestro señor, que está en todo lugar, mañana o ese otro día?" Y así viven descuidados; no tienen cuidado alguno de si serán dignos de gozar el don de dios, que agora parece como sueño, que es el preñado de esta moça, y a este propósito les havéis hablado y dicho maravillosas doctrinas, tocando todas las cosas que les son necessarias de saber, sin dexar ninguna. Y no solamente ellos han oído tan gran doctrina, sino nosotros, los que somos viejos y ancianos, hemos rescebido de nuevo los consejos y doctrinas de nuestros padres y madres, y otra vez nos havéis doctrinado como a vuestros proprios hijos. Tenérnoslo por muy gran merced, y hemos recebido muy gran beneficio, y tendremos guardada esta doctrina tan maravillosa como quien tiene en la mano y en el puño apretados los consejos de sus padres y madres. Y havéis dicho vuestra plática, para la cual oír nos havemos aquí juntado, mediante nuestro señor, por amor de esta muchacha de poca edad, la cual estimáis como piedra preciosa y como pluma rica, y como vuestra proprias barbas y uñas, y como a rosa que ha brotado de nuestros antepasados que ya fallescieron, y nuestro señor los ha puesto y ascondido y ausentado de este mundo. Porque nuestro señor os quiere hazer merced de daros una piedra preciosa, una pluma rica, que es una criatura que quiere perfecionar y acabar en el vientre de esta muchacha, y ésta es la causa porque nuestro señor, por quien todos bivimos, os ha traído aquí, y esto ya lo tenéis muy bien entendido.

Señores, no tenemos más que dezir, porque aún agora este negocio está como cosa de sueño. ¿Por ventura merecerán estos nuestros muchachos, que aquí están, gozar lo que desseamos? ¿Por ventura lo sacará nuestro señor a luz a este mundo? Aún estamos ascuras y hablamos ascuras. Esperemos en nuestro señor qué es lo que tendrá por bien de hazer, pues él es el que rije y ordena todas las cosas que a nosotros convienen. Señores nuestros, desseamos vuestra prosperidad como a hijos; descansad agora; nuestro señor os dé todo contento.

Aquí habla la preñada, respondiendo a lo que los viejos oradores dixeron, y dize:

Señores nuestros y padres muy amados, por mi causa havéis rescebido trabajo en el camino, porque hay caídas y tropieços con tener muchos negocios y ocupaciones que nuestro señor os ha encargado. Por mi causa los havéis dexado, por darme a mí contento, descanso y plazer con vuestras palabras y consejos y avisos muy preciosos y raros que aquí yo he oído como de padres y madres muy amados, los cuales tenéis atesorados en vuestras entrañas y en vuestra garganta, cosa muy preciosa y desseable. ¿Por ventura los olvidaré? ¿O ambos los olvidaremos, yo y mi marido, el cual aquí está, que es vuestro siervo y esclavo N, a los cuales ambos nuestro señor nos ha juntado y atado? ¿Por ventura con descuido lo olvidará? Y lo que, señores, havéis oído, la razón porque havéis venido, es verdad. Verdad havéis oído, que ya nuestro señor tiene por bien de nos querer dar una piedra preciosa y una pluma rica. ¿Por ventura tendrá por bien de sacar a luz lo que está començado? ¿O por ventura perderé este beneficio y no gozaré de mi criatura? No sé lo que nuestro señor tiene propósito de hazer en este negocio. Por cierto esto sé, que en mí no hay merecimiento para que venga a luz y nazca en el mundo. Duda tengo que nuestro señor le dé luz para que se conozca la merced que me ha hecho. Aquí está presente vuestro siervo y criado. Siempre andamos juntos como trabados de las manos. No sé si lo verá; no sé si conocerá; no sé si verá la cara de lo que su sangre se ha hecho, que es lo que tengo en el vientre; no sé si verá a su imagen, que es la criatura que esta en mí, o si por ventura nuestro señor, que está en todo lugar, se quiere reír de nosotros, deshaziéndole como agua o dándole alguna enfermedad en su ternura, o nacerá sin tiempo y nos dexará con el desseo de generación, porque ni nuestro lloro ni nuestra penitencia merece otra cosa. Esperemos en nuestro Señor. Por ventura no lo merecemos. Padres míos y señores míos muy amados, desséoos todo reposo y todo contento.