Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, I



Comentario

Capítulo 27


De cómo una matrona parienta del moço habla a la partera para que se encargue del parto de la preñada, y de cómo la partera responde aceptando el ruego, y de los avisos que da a la preñada para que su parto no sea difilcultoso, donde se ponen muchas cosas apetitosas de leer y de saber, y muy buen lenguaje mugeril y muy delicadas metáphoras

Señora, aquí estáis presentes. Haos traído nuestro señor, que está en todo lugar, persona honrada y digna de veneración. También aquí están presentes los viejos y viejas, vuestros mayores. Sabed, señora, que esta mozuela está preñada, muger casada con N, que aquí está, vuestro siervo. Sus padres y sus parientes os la presentan y encomiendan, porque nuestro señor, que rije el mundo, quiere hazer con ellos misericordia en darles una piedra preciosa y una pluma rica, que es la criatura que ya vive dentro del vientre de su madre, que está aquí presente, que es esta moja vuestra sierva que se llama N, la cual es casada con vuestro siervo y criado N, el cual la pone en vuestras manos, en vuestro regaço y sobre vuestras espaldas. Y también los viejos y viejas, parientes y padres y madres de ella os encomiendan esta su hija agora.

Señora, metelda en el baño como sabéis que conviene, que es la casa de nuestro señor, llamada xuchicaltzin, a donde arrecian y esfuerçan los cuerpos de los niños la madre y la abuela, que es la señora diosa llamada Yoaltícitl. Entre, pues, esta moça en el baño por vuestra industria, porque ya ha llegado el tiempo de tres o cuatro meses que ya ha concebido. ¿Qué os parece, señora, de esto? No queremos que por nuestro poco saber la pongamos en ocasión de enfermar. Por ventura aún no es tiempo de endereçarle la criatura ni llegar a ella.

Estas palabras havéis oído, señora nuestra muy amada. Desseo salud a vuestro coraçón y a vuestro cuerpo con todo contento. No hay otra persona más hábil para hablaros con aquella cortesía y concierto de palabras que, señora, merecéis; y si la huviera, no la escondieran estos viejos y viejas, padres y madres de los casados, que aquí están, que han brotado y procedido de los abuelos y antepasados, señores y progenitores de esta señora N y de su marido, vuestro siervo y criado N. Ellos ignoran lo que en su absencia se haze, porque ya están en el recogimiento y encerramiento que nuestro señor los puso; ya son idos a reposar en la casa donde todos hemos de ir, que está sin luz y sin ventanas, que ya están dando descanso a su dios y padre de todos nosotros, que es el dios del infierno Mictlantecutli. Oxalá estuvieran ellos presentes a este negocio, porque ellos lloraran y se afligieran por lo que agora tenemos nosotros como sueño, que es la fiesta grande y la maravilla que nuestro señor les quiere dar. Y ellos, si fueran vivos, os hablaran y rogaran según vuestro merecimiento; pero por estar ellos absentes, nosotros, sus sucessores, hazemos niñerías y muchacharías en pronunciar palabras, barbarizando y tartamodeando aquí en vuestra presencia, sin orden y sin concierto, trabajando de presentaros nuestra necessidad. Así os rogamos, señora, que hagáis misericordia con esta muchacha y que hagáis con ella vuestro oficio y facultad, pues que nuestro señor os ha hecho maestra y médica, y por su mandado exercitáis este oficio. Señora, no tengo más que dezir de lo que havéis oído. Déos dios muchos días de vida para que sirváis y ayudéis en este oficio que os ha dado.

Aquí habla la partera que apareja a las mugeres preñadas para que paran con facilidad, y las partea al tiempo del parir. Dize:

Aquí estáis presentes, señores y señoras, y aquí os ha juntado nuestro señor que rije todo el mundo; aquí estáis viejos y viejas, padres y madres y parientes de estas piedras preciosas y de estas plumas ricas que han nacido y tenido principio de vuestras personas, como la espina del árbol, y como los cabellos de la cabeça, y como las uñas de los dedos y como los pelos de las cejas de la carne que está sobre el ojo. También estáis aquí presentes, señores, los que sois padres de la república y nuestros señores, que tenéis las vezes de dios sobre la república por ordenación del mismo dios. Y tenéis las personas y oficio de Xúmotl y de Cipactli, teniendo cargo y ciencia de declarar las venturas de los que nacen. He oído y entendido vuestras palabras y vuestro lloro y vuestra angustia, con que estáis fatigados y llorosos y angustiados por causa de vuestra piedra preciosa y de vuestra pluma rica, que es esta moça o muger, que es pedaço de vuestro cuerpo, que es vuestra primogénita, o por ventura la postrera que havéis engendrado, por cuya causa agora llamáis y dais voces a la madre de los dioses, que es la diosa de las medicinas y médicos, y es madre de todos nosotros, la cual se llama Yoaltícitl, la cual tiene poder y autoridad sobre los temazcales, que se llama xuchicalli, en el cual lugar esta diosa ve las cosas secretas y adereça las cosas desconcertadas en los cuerpos de los hombres y fortifica las cosas tiernas y blandas, en cuyas manos y en cuyo regazo y en cuyas espaldas ponéis y echáis ésta vuestra piedra preciosa y ésta vuestra pluma rica. Y también lo que tiene en su vientre es la merced que dios le ha hecho, que es hembra o varón que dios le ha dado, el cual ordena todas las cosas y solo sabe qué es lo que está en su vientre.

Esto sólo digo agora, que soy una vieja miserable y malaventurada. No sé qué os ha movido a escojerme a mí, que ni tengo discreción, ni saber, ni sé hazer nada agradable a nuestro señor, que soy boba y tonta. Y viven y hay y florescen muchas siervas de nuestro señor muy sabias y muy prudentes y muy experimentadas y muy enseñadas, a las cuales ha enseñado nuestro señor con su espíritu y con sus espiraciones, y las ha dado autoridad para exercitar este oficio. Y ellas tienen discípulas enseñadas que son como ellas y imágines de ellas, y éstas saben este oficio, y ellas lo exercitan, de lo cual me havéis aquí hablado. No sé cómo haviendo copia de las que tengo dicho me havéis señalado a mí. Pienso que esto ha sido por mandamiento de nuestro señor, que está en todo lugar, que es un abismo, el cual se llama tiniebla y viento. Por ventura es por mi mal para que aquí acabe mi vida; por ventura ya tengo enhadado a nuestro señor y tengo enhadados a los hombres, y por esto me quiere acabar. Y aunque se dize que soy médica, ¿por ventura por mi saber o por mi experiencia podré amedicinar y partear a esta piedra preciosa y esta pluma rica? ¿O podré saber cómo es la voluntad de dios? ¿O qué son nuestros merecimientos de darnos y de hazernos merced que salga a luz esta piedra preciosa y esta pluma rica, que está dentro de vuestra hija preciosa, como una piedra preciosa y como una pluma rica? Y aunque soy partera y médica, ¿podré yo, por mi ciencia o por mi industria, poner manos a este negocio? ¿Qué es lo secreto del cuerpo de esta mi hija muy amada, la cual está aquí presente, por cuya causa estáis penados y congoxados? ¿Por ventura dios no me ayudará, aunque yo haga lo que es de mí, aunque haga mi oficio? Por ventura lo haré con presumpción y lo haré al revés, poniéndole de lado, o de soslayo, o por ventura romperé la bolsa en que está. ¡Oh, desventurada de mí! ¿Por ventura será esto causa de mi muerte? Por lo cual, ¡oh, hijos míos, y señores y señoras preciosos, y nietos míos muy amados!, por ventura esto no sale de vosotros sino de nuestro señor dios, por vuestros lloros. Y pues ansí es agora, cumplamos la voluntad de nuestro señor dios, y hágase lo que, señores y señoras, mandáis. Pongamos el hombro a este negocio; comencemos a obrar en el servicio de esto que dios ha embiado, de esto que nuestro señor nos ha dado, de lo cual ha rescebido don y merced esta señora mocita y nuestra regaladita. ¿Pues qué hemos de dezir? No podemos dezir que ya tenemos la merced, sino que nuestro señor nos quiere hazer merced, porque hablamos de cosa muy uscura, como el infierno. ¿Qué podemos dezir determinadamente? Esperemos en aquel por quien vivimos; esperemos lo que sucederá adelante; esperemos en lo que está determinado en el cielo y en el infierno desde antes del principio del mundo. Veamos qué es lo que se determinó y qué se dixo de nosotros, qué suerte nos cupo, si por ventura será próspera como es la luz y la mañana cuando nuestro señor amanece; por ventura si veremos la cara de esta criatura preciosa como una piedra preciosa y como una pluma rica que nuestro señor nos quiere dar; o si por ventura tamañito como está perecerá; si quiçá en su ternura perecerá; o por ventura irá con él mi hija regalada y muy amada que lo tiene en su vientre. Yo creo que os doy pena, señores y señoras mías, y con mi prolixidad os causo dolor de estómago y de cabeça. ¡Oh, señores míos y señoras y hijos míos! Comencemos a responder a lo que quiere nuestro señor que está en todo lugar. Caliéntese el baño, que es la casa florida de nuestro señor. Entre en él mi hija; entre en nuestra madre, la cual se llama Yoaltícitl.

Aquí responden la madre y parientas de la casada a la partera, y dizen:

Muy amada señora y madre nuestra espiritual, hazed, señora, vuestro oficio. Responded a la señora y diosa nuestra que se llama Quilaztli y començad a bañar a esta muchacha. Metelda en el baño, que es la floresta de nuestro señor, que le llamamos temazcalli, a donde está y donde cura y ayuda la abuela, que es diosa del temazcalli, llamada Yoaltícitl.

Oído esto, la partera luego ella misma comiença a encender fuego para calentar el baño, y luego metía en el baño a la moça preñada y la palpava con las manos el vientre para enderecar la criatura si por ventura estava mal puesta. Y bolvíala de una parte a otra. Y si por ventura la partera se hallava mal dispuesta o era muy vieja, otra por ella encendía el fuego. Después de sacada del baño, la palpava la barriga, y esto hazía muchas vezes aun fuera del baño; y éste se llamava "palpar a secas". Y porque es costumbre que los que se bañan los hieran las espaldas con hojas de maíz cozidas en la misma agua del baño, esto mandava algunas vezes la partera que no se hiziese cuando se bañava la preñada. También mandava algunas vezes que no se calentase mucho el agua, porque dezía que havía peligro de escalentarse o tostase la criatura si estava el agua muy caliente, y ansí se pegaría, de manera que no podría bien nacer. Por esta causa mandava que no golpeasen en las espaldas, ni el agua fuese muy caliente, porque no peligrase la criatura. También mandava la partera que no se calentasse mucho la preñada al fuego, ni la barriga ni las espaldas, ni tampoco al sol, porque no se tostase la criatura. También mandava la partera a la preñada que no durmiese entre día, porque no fuese disforme en la cara el niño que havía de nacer.

Otros mandamientos o consejos dava la partera a la preñada para que los guardase entretanto que durava la preñez. Mandávala que no comiesse aquel vetún negro, que se llama tzictli, porque la criatura por esta causa no incurriesse el peligro que se llama netentzoponiliztli, y que no se hiziesse el paladar duro y las encías gruessas, porque no podría mamar y si muriría. También mandava que no tomase pena o enojo, ni rescibiesse algún espanto, porque no abortasse o rescibiesse daño la criatura. También mandava a los de casa que lo que quisiese o se le antojasse a la preñada que luego se lo diessen, porque no rescibiese daño la criatura si no le diessen luego lo que se le [ha] antojado. También la partera mandava a la preñada que no mirasse lo colorado porque no naciesse de lado la criatura. Mandava la partera a la preñada que no ayunase porque no causasse hambre a la criatura. También la mandava que no comiesse tierra, ni tampoco tíçatl, porque nacería la criatura enferma o con algún defecto corporal, porque lo [que] come y beve la madre, también aquello se incorpora en la criatura y de aquello toma la su substancia. También dezía la partera a la preñada que cuando era rezién preñada de un mes, o dos o tres, que tuviesse cuenta con su marido templadamente, porque si del todo se abstuviesse del acto carnal, la criatura saldría enferma y de pocas fuerças cuando naciesse. También mandava la partera a la preñada que cuando ya llegava cerca del tiempo de parir, que se abstuviesse del acto carnal, porque si no lo hiziesse ansí, la criatura saldría suzia, cubierta de una vescosidad blanca, como si fuera bañada con atulli blanco, y en aquello parecía que nunca dexaron el acto carnal en todo el tiempo que estava preñada, y esto es cosa vergunçosa a la muger preñada. Y esta mesma vescosidad da mucha pena y dolor a la muger, cuando pare tiene mal parto, y aun queda lastimada por dos o tres días. Y cuando pariere dará muchas vozes con el dolor, porque aquella vescosidad es pegajosa y no dexa salir la criatura libremente; y esto porque rescibió la simiente del varón cuando no convenía. Y para sacar la criatura es menester que la partera tenga mucha maña para no lastimar a la madre ni a la criatura. Y si la partera no tiene aquella destreza que conviene, muere la criatura ante de nacer, o de acabar de nacer, porque se apega o se buelve de lado; y algunas vezes también por esta causa muere la parida porque con aquella vescosidad se pega y se rebuelve en las pares y no puede salir. Por eso muere dentro de su madre, y también la madre muere. Y el no cesar de la cópula carnal cuando es menester es causa que la simiente del varón se buelva vescosidad pegajosa, de donde se causa el peligro dicho.

Digamos aquí una cosa digna de saber, que tiene dependencia de cuando el niño muere dentro de su madre: que la partera con una navaja de piedra, que se llama itztli, corta el cuerpo muerto dentro de la madre y a pedaços le saca. Con esto libran a la madre de la muerte.

También manda la partera a la preñada que no llore ni resciba tristeça, ni nadie le dé pena, porque no resciba detrimento la criatura que tiene en el vientre. Mandava la partera que a la preñada la diessen de comer suficientemente y buenos manjares calientes y bien guisados, mayormente cuando la preñada le viene su purgación o, como dizen, su regla. Y esto llaman que la criatura se lava los pies, porque no se halle la criatura en bacío o haya alguna vacuidad o falta de sangre o humor necessario, y así resciba algún daño. También mandava la partera a la preñada que no trabajasse mucho, ni que presumiesse de diligente y hazendosa entre que estava preñada, ni tampoco levantasse alguna cosa pesada, y que no corriesse, ni temiesse, ni se espantasse de nada, porque estas cosas causan aborto. Estas cosas dichas son los mandamientos o consejos que dava la partera a la preñada.

Aquí habla la partera:

¡Oh, hijos míos muy amados y señores nuestros! Aquí estáis presentes. No sois niños ni muchachos; sois personas sabias y prudentes, y todos somos entendidos los que aquí nos hablamos. Y veis cuántos y cuán grandes peligros de muerte hay en lo interior de las mugeres. Esta mozuela preñadilla aún no sabe, aún no tiene experiencia de estas cosas. Mirad que tengáis mucho cuidado de ella; mirad que no haya negligencia; mirad mucho por ella. Tened mucho cuidado de ella para que no caiga en algún peligro y para que no la acontezca alguna cosa por donde le venga algún mal a la criatura que tiene en su vientre.

Aquí estoy yo, que me llamo médica; y para esto soy médica, para informar de las cosas que son peligrosas en este caso. Y si por ventura alguno de estos peligros nos acontesciere, ¿tengo yo algún remedio o alguna medicina por ventura para o[b]viarlo? ¿Podré por ventura hazer algo para remediarlo? ¿Tengo por ventura poder absoluto para librar de la muerte? Solamente podemos ayudar a nuestro señor con avisos y medecinas y conformarlos con su voluntad. Lo que nosotros podemos hazer es como oxear las muscas con muscadero o aventadero al que tiene calor. ¿Por ventura podremos mandar: "hágase esto" o "hágase aquello"? ¿Podremos dezir "nazca bien esta criatura", y deziéndolo será luego hecho por ventura? ¿Por ventura podremos tomar por nuestro querer la misericordia de dios, que está en todo lugar? Esto, por cierto, no es impossible que las cosas se hagan según nuestro querer. Pues resta agora que todos nosotros roguemos a nuestro señor y esperemos en él para que se haga su voluntad, la cual ignoramos; y no tenemos merecimientos para que se haga lo que queremos. Ninguna otra cosa nos es más necessaria que llorar y derramar lágrimas. Señores míos, seáis muy bienaventurados, nietos míos muy amados. No tengo más que dezir.