Comentario
Capítulo veinte y nueve
De cómo a las mugeres que murían de parto las canonizavan por diosas y las adoravan como a tales, y que tomavan reliquias de su cuerpo. Y de las cerimonias que hazían antes que la enterrasen, donde hay cosas que los confessores hay harta necessidad que las sepan. A éstas que ansí murían de parto llamavan mocioaquetzque, y de éstas sale el llamar al occidente ciotlampa
Y si por ventura los padres de la paciente no permitían a la partera que despedaçasse la criatura, la partera la cerrava muy bien la cámara donde estava, y la dexava sola. Y si ésta muria del parto, llamávanla mocioaque[t]zqui, que quiere dezir "muger valiente". Y después de muerta lavávanla todo el cuerpo y xabonávanla los cabellos y la cabeça, y vestíanla de las vestiduras nuevas y buenas que tenía. Y para llevarla enterrar, su marido la llevava a cuestas a donde la havían de enterrar.
La muerta llevava los cabellos tendidos. Y luego se juntavan todas las parteras y viejas y acompañavan al cuerpo. Ivan todos con rodelas y espadas, y dando vozes, como cuando vocean los soldados al tiempo del acometer a los enemigos. Y salíanlas al encuentro los mancebos que se llamavan telpupuchtin, y peleavan con ellas por tomarlas el cuerpo de la muger. Y no peleavan como de burla o como por vía de juego, sino peleavan de veras. Ivan a enterrar a esta defuncta a la hora de la puesta del sol, como a las avemarías. Enterrávanla en el patio del cu de unas diosas que se llamavan mugeres celestiales o cioapipiltin, a quien era dedicado este cu. Y llegando al patio, metíanla debaxo de tierra; y su marido con otros sus amigos guardávanla cuatro noches arreo para que nadie hurtase el cuerpo. Y los soldados bisoños velavan por hurtar aquel cuerpo, porque le estimavan como cosa sancta o divina. Y si estos soldados, cuando pelean contra las parteras, vencían y les tomavan el cuerpo, luego le cortavan el dedo de medio de la mano izquierda, y esto en presencia de las mismas parteras. Y si de noche podían hurtar el cuerpo, cortavan el mesmo dedo y los cabellos de la cabeça de la difuncta y guardávanlo como reliquias. La razón porque los soldados trabajavan de tomar el dedo y los cabellos de esta defuncta era porque yendo a la guerra los cabellos o el dedo metíanlo dentro de la rodela. Y dezían que con esto se hazían valientes y esforçados para que nadie osasse tomarse con ellos en la guerra, y para que de nadie tuviesse miedo, y para que atropellassen a muchos, y para que prendiessen a sus enemigos. Y dezían que para esto davan esfuerço los cabellos y el dedo de aquella difuncta que se llama mocioaquetzqui, y que también cegavan los ojos de los enemigos.
También procuravan unos hechizeros que se llamavan temamacpalitotique de hurtar el cuerpo de esta difuncta para cortarle el braço izquierdo con la mano, porque para hazer sus encantamientos dezían que tenía virtud el braço y mano para quitar el ánimo de los que estavan en la casa donde ivan a hurtar. De tal manera los desmayavan que ni podían menearse ni hablar, aunque vían lo que pasava.
Y aunque la muerte de estas mugeres que se llamavan mocioaquetzque dava tristeza y lloro a las parteras cuando murían, pero los padres y parientes de ella alegrávanse, porque dezían que no iva al infierno, sino que iva a la casa del sol, y que el sol, por ser valiente, la havía llevado para sí. Lo que dezían los antiguos cerca de los que ivan a la casa del sol es que todos los valientes hombres que murían en la guerra y todos los demás soldados que en ella murían, todos ivan a la casa del sol y todos habitavan en la parte oriental del sol. Y cuando salía el sol, luego de mañana se adereçavan con sus armas y le ivan a rescebir, y haziendo estruendo y dando vozes, con gran solemnidad, ivan delante de él peleando con pelea de regocijo, y llevávanlo así hasta el puesto del mediodía, que se llaman nepantla Tonátiuh. Lo que cerca de esto dixeron los antiguos de las mugeres es que las mugeres que murían en la guerra y las mugeres que el primer parto murían, que se llaman mocioaquetzque, que también se cuentan con los que mueren en la guerra. Todas ellas van a la casa del sol y residen en la parte occidental del cielo. Y ansí aquella parte occidental los antiguos la llamaron cioatlampa, que es donde se pone el sol, porque allí es su habitación de las mugeres. Y cuando el sol sale a la mañana vanle haziendo fiesta los hombres hasta llegarlo al mediodía, y luego las mugeres se aparejavan con sus armas, y de allí començavan a guiarle, haziendo la fiesta y regocijo todas aparejadas de guerra. Dexávanle los hombres en la compañía de las mugeres, y de allí se esparcían por todo el cielo y los jardines de él a chupar flores hasta otro día. Las mugeres, partiendo del mediodía, ivan haziendo fiesta al sol; descendiendo hasta el occidente, llevávanle en unas andas hechas de quetzales o plumas ricas, que se llaman quetzalapanecáyutl. Ivan delante de él, dando voces de alegría y peleando, haziéndole fiesta. Dexávanle donde se pone el sol, y allí le salían a rescebir los del infierno, y llevávanle al infierno. Y dixeron los antiguos que cuando acomiença la noche començava amanecer en el infierno, y entonce despertavan y se levantavan de dormir los muertos que están en el infierno. Y tomando al sol los del infierno, las mugeres que le havían llevado hasta allí luego se esparcían y descendían acá a la tierra, y buscavan husos para hilar, y lançaderas para texer, y petaquillas y todas las otras alhajas que son para texer y labrar. Y esto hazía el diablo para engañar, porque muchas vezes aparecían a los de acá del mundo en forma de aquellas mugeres que se llaman mocioaquetzque, y se representavan a los maridos de ellas y les demandavan naoas y huipiles y todas las alhajas mugeriles. Y ansí a las que mueren de parto las llaman mocioaquetz[que] después de muertas, y dizen que se bolvieron diosas. Y ansí, cuando una de éstas muere, luego la partera la adora como a diosa ante que la entierren. Y dize de esta manera: "¡Oh, muger fuerte y belicosa, hija mía muy amada! Valiente muger, hermosa y tierna palomita, señora mía, havéis os esfurçado y trabajado como valiente; havéis vencido; havéis hecho como vuestra madre, la señora Cioacóatl o Quilaztli; havéis peleado valientemente; havéis usado de la rodela y de la espada como valiente y esforçada, la cual os puso en la mano vuestra madre, la señora Cioacóatl Quilaztli. Pues despertad y levantaos, hija mía, que ya es de día; ya ha amanecido; ya han salido los árboles de la mañana; ya las golondrinas andan cantando y todas las otras aves. Levantaos, hija mía, y componeos. Id aquel buen lugar que es la casa de vuestro padre y madre el sol, que allí todos están regocijados y contentos y gozosos. Íos, hija mía, para vuestro padre el sol, y llévenos sus hermanas, las mugeres celestiales, las cuales siempre están contentas y regocijadas y llenas de gozos con el mismo sol, a quien ellas regocijan y dan plazer, el cual es madre y padre nuestro. Hija mía muy tierna, señora mía, havéis trabajado y vencido varonilmente, no sin gran trabajo. Hija mía, havéis a[d]quirido la gloria de vuestra victoria y de vuestra valentía; gran trabajo havéis tenido y gran penitencia havéis hecho. La buena muerte que muristes se tiene por bienaventurada y por muy bien empleada en haverse empleado en vos. ¿Por ventura muristes muerte infructuosa y sin gran merecimiento y honra? No, por cierto, que moristes muerte muy honrosa y muy provechosa. ¿Quién rescibe tan gran merced? ¿Quién rescibe tan dichosa victoria como vos? Porque havéis ganado con vuestra muerte la vida eterna gozosa y deleitosa con las diosas que se llaman cioapipiltin, diosas celestiales. Pues idos agora, hija mía muy amada, poco a poco para ellas y sed una de ellas. Id, hija, para que os resciban y estéis siempre con ellas, para que regocijéis y con vuestra voces alegréis a nuestro padre y madre el sol, y acompañalde siempre a donde quiera que se fuere a recrear. ¡Oh, hija mía muy amada y mi señora! Ya nos has dexado, y por indignos de tanta gloria nos quedamos acá los viejos y viejas. Arrojastes por ahí a vuestro padre y a vuestra madre y fuésteos. Esto, cierto, no fue de vuestra voluntad, sino que fuestes llamada y siguiendo la voz del que os llamó. ¿Qué será de nosotros en vuestra ausencia, hija mía? Perdernos hemos como huérfanos y desamparados; permaneceremos como viejos desventurados y pobres; la miseria se glorificará en nosotros. ¡Oh, señora mía, dexaisnos acá para que andemos de puerta en puerta y por essas calles con pobreza y miseria! ¡Oh, señora nuestra! Rogamos os que os acordéis de nosotros allá donde estuvierdes y tengáis cuidado de proveer a la pobreza en que estamos y padecemos en este mundo. El sol nos fatiga con su gran calor, y el aire con su frialdad, y el hielo con su tormento. Todas estas cosas afligen y angustian nuestros miserables cuerpos hechos de tierra. Enseñoréase de nosotros la hambre, que no podemos valernos con ella. Hija mía muy amada, ruégote que nos visites desde allá, pues que sois muger valerosa y señora, pues que ya estáis para siempre en el lugar del gozo y de la bienaventurança, donde para siempre havéis de vivir. Ya estáis con nuestro señor; ya le veis con vuestros ojos, y le habláis con vuestra lengua. Rogalde por nosotros. Hablalde para que nos favorezca, y con esto quedamos descansados".