Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, I



Comentario

Capítulo 32
De cómo la partera, en acabando de hazer lo arriba dicho, luego lavava la criatura, y de la manera que se hazía aquel lavatorio, y de lo que la partera rezava entre que lavava a la criatura. Eran ciertas oraciones endereçadas a la diosa del agua que se llamava Chalchiuhitlicue

Acabando que la partera cortava el ombligo a la criatura, luego la lavava, y lavándola hablava con ella y dezía, si era varón: "Hijo mío, llegaos a vuestra madre la diosa del agua llamada Chalchiuitlicue o Chalchiuitltlatónac. Tenga ella por bien de os rescebir y de lavaros; tenga ella por bien de apartar de ti la suciedad que tomaste de tu padre y madre; tenga por bien de limpiar tu coraçón y de hazerle bueno y limpio; tenga por bien de te dar buenas costumbres".

Y luego la partera hablava con la misma agua y dezía: "Piadosíssima señora nuestra que os llamáis Chalchiuitlicue, Chalchiuitltlatónac, aquí ha venido a este mundo este vuestro siervo, al cual ha embiado acá nuestra madre y nuestro padre que se llama Ometecutli y Omecíoatl, que vive sobre los nueve cielos, que es el lugar de la habitación de estos dos dioses. No sabemos qué fueron los dones que trae; no sabemos qué le fue dado ante del principio del mundo; no sabemos qué es su ventura, con qué viene rebuelta; no sabemos si es buena y si es mala, qué tal es su mala fortuna; no sabemos qué daño o qué vicio trae consigo esta criatura, tomado de su padre y madre. Ya está en vuestras manos. Lavalda y limpialda como sabéis que conviene, porque en vuestra manos se dexa. Purificalda de la suziedad que ha sacado de su padre y madre, y las manzillas y suziedades llévelas el agua, y deshágalas, y limpie toda la suziedad que en ella hay. Tened por bien, señora, que sea purificado y limpiado su coraçón y vida, para que viva pacíficamente y asosegadamente en este mundo. Lleve el agua toda la suziedad que en ella está, porque esta criatura se dexa en vuestras manos, que sois Chalchiuhcíoatl y Chalchiuitlicue, Chalchiuhtlatónac, que sois madre y hermana de los dioses. En vuestras manos se dexa esta criatura, porque vos sola merecéis y sois digna del don que tenéis para limpiar desde antes del principio del mundo. Tened por bien, señora, de hazer lo que os rogamos, pues ha venido a vuestra presencia".

Síguense otras oraciones con que la partera orava a la diosa del agua llamada Chalchiuitlicue y Chalchiuhtlatónac. Dezía ansí: "Señora nuestra, Chalchiuitlicue y Chalchiuhtlatónac, venido ha a vuestra presencia esta criatura. Ruégoos que la recibáis". Dicho esto, la partera tomava el agua, echava sobre ella su resuello, y luego la dava a gustar a la criatura. Y también la tocava el pecho con ella, y el celebro de la cabeça, a manera de cuando se pone el olio y crisma a los niños, y dezíala de esta manera: "Hijo mío muy amado", y si era muger dezía "hija mía muy amada", llegaos a vuestra madre y padre, la señora Chalchiuitlicue y Chalchiuhtlatónac. Tómeos ella, porque ella os ha de llevar a cuestas y en los braços en este mundo." Y luego metía en el agua a la criatura y dezía: "Entra, hijo mío -o hija mía-, en el agua que se llama matlálac y tuzpálac. Láveos ella; límpieos el que está en todo lugar, y tenga por bien de apartar de vos todo el mal que traéis con vos desde antes del principio del mundo. Vaya fuera, apártese de vos lo malo que os han apegado vuestra madre y vuestro padre". Y acabando de lavar a la criatura, la partera luego la embolvía, y cuando la embolvía, dezía lo que sigue: "¡Oh, piedra preciosa! ¡Oh, pluma rica! ¡Oh, esmeralda! ¡Oh, zafiro! Fuestes formada en el lugar donde están el gran dios y la gran diosa que es sobre los nueve cielos. Formóos y crioos vuestra madre y vuestro padre que se llama Ometecutli y Omecíoatl, muger celestial o hombre celestial. Has llegado a este mundo, lugar de muchos trabajos y tormentos, donde hay calor destemplado y frío destemplado, y vientos, donde es lugar de hambre y de sed, y de cansancio y de frío y de lloro. No podemos dezir con verdad que es otra cosa, sino lugar de lloros y de tristeza y de enojo. Ves aquí tu oficio, que es el lloro y las lágrimas, y la tristeza y el cansancio. Venido havéis, hijo mío muy amado -o hija mía muy amada-. Descansad, reposad en este suelo. Remédieos y provéaos nuestro señor, que está en todo lugar". Cuando la partera dezía estas cosas no hablava rezio, sino hablava como rezando baxo, y luego, hablando alto, llamava a la parida y dezíala: