Comentario
La fecha actualmente más aceptada de poblamiento del continente americano, casi descartada por todos los autores la idea de una génesis autóctona, es hacia el 40.000 a. C, considerando que el paso de los contingentes migratorios debió de producirse en varias oleadas por la región de Beringia y, probablemente, por el Pacífico. Los siglos XIX y XX han dejado bien claro, si bien aún con voces discordantes, que el hombre americano es originario de Asia, y que el paso a América se produjo a través del Estrecho de Bering por medio de migraciones de origen mongoloide; sin que ello descarte de manera definitiva otras rutas y aportaciones, como las de origen polinesio.
El Paleolítico se caracteriza por industrias de piedra, hueso y madera a base de guijarros, lascas, raederas y otros útiles unifaciales tallados por percusión, sin que exista evidencia de confección de puntas de proyectil especializadas, sino tan sólo pre-formas.
El Arcaico conoce un cambio ambiental que a su vez produce un complicado caleidoscopio microambiental cuyos efectos se traducen en multitud de adaptaciones culturales particulares, iniciándose una etapa más plural, menos especializada que el Paleolítico Superior que abarca entre el 7.500 y el 2.500 a.C. La dieta del hombre durante este período se orienta poco a poco hacia la recolección y la experimentación agrícola, siendo la caza de tipo menor. La recolección genera transformaciones culturales de primera importancia, como una incipiente sedentarización y la fabricación de útiles y herramientas cada vez más complejos y especializados. Este dilatado periodo de 6.000 años resulta de vital importancia para la evolución de las sociedades americanas, por cuanto a lo largo de él se acelera una serie de experimentaciones que culminarán en la domesticación de las plantas y animales y en el desarrollo de la agricultura. En este sentido, podemos afirmar que existen dos focos nucleares de experimentación -Mesoamérica y el Área Andina- y un foco secundario, el amazónico-caribeño, todos los cuales, junto con otros de naturaleza más marginal, incorporan al registro universal de plantas cultivadas más de cien especies.