Comentario
El registro arqueológico nos muestra una gran diversidad regional en lo que se refiere al tipo de asentamiento y al patrón de implantación sobre el territorio, en esta zona europea y durante la neolitización. De todas formas, podemos observar una serie de pautas generales bastante claras.
De entrada, tenemos documentadas unas unidades básicas de asentamiento: la vivienda, la aldea y el poblado, de menor a mayor tamaño y, por tanto, de menor a mayor complejidad estructural. Un aspecto que destaca generalmente en las construcciones de los espacios de habitación y de producción es el uso extendido de la madera: con ella se construyen los conocidos suelos de las casas de Suiza, el mobiliario y las estructuras de sustentación en Europa oriental, y la práctica totalidad de viviendas y espacios de almacenamiento-estabulación de toda la zona europea que nos concierne.
La complejidad que adquiere en estos momentos el espacio doméstico nos refleja el grado de sedentarización de estas comunidades, en conjunción, claro está, con las actividades productoras que se encuentran en desarrollo; la sedentarización a largo plazo sobre espacios muy concretos del territorio es cada vez más fuerte y la encontramos claramente identificada a través de los indicadores estacionales que abarcan, en un mismo lugar, todo el ciclo anual. Ejemplos de esta nueva situación los tenemos en la región alpina suiza (Bürgaslhisee, Wauwilermoos) y en la cultura de Bug-Dniéster.
A partir del VI milenio, y en las áreas loésicas de la Europa central y occidental, podemos distinguir un conjunto de pautas de asentamiento que caracterizan los primeros establecimientos agrícolas, que grosso modo son comparables con la zona sur de los Balcanes, con sus característicos asentamientos y poblados de larga duración. Se construyen casas alargadas de madera (en general, de 30 metros de largo por 7 metros de ancho), seguramente como espacio doméstico y de producción destinado a familias extensas, al almacenamiento de productos agrícolas o de otro tipo (piso superior) y a la estabulación del ganado vacuno. El patrón de asentamiento es frecuentemente disperso y sigue el curso de los ríos y cursos de aguas menores. No obstante, se diferencian dos modelos: los poblados, bien documentados en Elsloo y Sittard en Holanda, y Bylany en Checoslovaquia, y las viviendas dispersas, como, por ejemplo, las localizadas en la altiplanicie de Aldenhoven, sobre depósitos fluviales y drenada por algunos afluentes del Mosa y del Rin con una elevada densidad de poblamiento. La primera situación puede reflejar diferencias de organización social (un espacio habitado más estructurado y complejo), o bien una diversidad de medios explotados o quizás una menor presión geográfica, aspectos que, hoy por hoy, no se pueden contrastar con la suficiente fiabilidad; en el segundo caso se observa una explotación exhaustiva del medio, por ejemplo, un desmonte.
De todas formas, el proceso de neolitización no siempre funciona según un modelo tan lineal y que parece, algunas veces, demasiado preconcebido. Por ejemplo, también en Holanda, a finales del V milenio y en la zona litoral del norte, observamos la perduración de los grupos mesolíticos, que ocupan las áreas de dunas fluviales (zona deltaica de los ríos Vecht e Ijssel), y que incorporan elementos neolíticos a su economía. Más adelante, alrededor del 3500, se extiende la cultura de Swifterbant y se ocupan nuevos territorios, aunque la base de los asentamientos permanece y se amplía en la zona del Delta. Practican la caza y la pesca, así como la agricultura y la ganadería. Esta cultura sería contemporánea de los grupos de Rössen (tierras loésicas) y de la fase inicial de la cultura de Ertebolle (zona del Báltico). Lo singular de este proceso es que esta zona permanecerá desocupada durante la fase cronológica de la Cerámica de Bandas, hacia el VI-V milenios; quizás cabría pensar, según H. T. Waterbolk, en movimientos de población alóctona.
Esta situación nos obliga a tener en cuenta que la progresión de la economía campesina tenía un freno ecológico claro, debido a factores geográficos y climáticos. Este límite agrícola vendría definido por el eje del bosque septentrional y perecedero de Finlandia y Escandinavia, y la frontera entre la taiga del sur e intermedia de la Rusia europea. En estos sectores, la agricultura sólo se desarrollará tardíamente (III milenio) como, por ejemplo, en el sur de Suecia; en casos más extremos sólo será una actividad secundaria, ante el predominio de la caza de focas, la pesca, la caza del alce, etc.