Época: América 1550-1700
Inicio: Año 1550
Fin: Año 1700

Siguientes:
La Nueva Francia y la Luisiana



Comentario

Igual que en el caso anterior, hubo numerosos descubridores, contrabandistas, piratas, corsarios y colonizadores franceses en el Nuevo Mundo durante el siglo XVI.
El apartado de los descubridores se abre con Jean Denis y Tomás Aubert, que realizaron algunos viajes a las Indias recién descubiertas en la primera década del siglo XVI. Luego, en 1518, el Barón de Lery intentó establecer una colonia en Terranova. Pero el primer gran descubridor galo fue Giovanni Verrazzano, un florentino al servicio del armador Jean Ango, a quien se le confió en 1524 la misión de explorar las tierras avistadas por Gaboto y tratar de localizar un paso interoceánico en el norte. Verrazzano zarpó con su nave, la Dauphine, y alcanzó la costa de Carolina de Norte, por la que ascendió hasta la gran bahía de Chesapeake, donde creyó que se encontraba el estrecho (calculó que tendría unas seis millas). Luego siguió hacia el norte, encontrando la isla de Manhattan. Pasó el brazo de mar, existente entre lo que hoy es Brooklyn y Staten Island (donde hoy está el puente que lleva su nombre) y subió hasta Maine y Terranova, donde tomó posesión de la tierra en nombre del rey de Francia.

A Verrazzano siguió Jacques Cartier, también obsesionado con la idea de hallar el paso interoceánico. Era un gran marino de Saint-Malo, que realizó tres viajes al golfo de San Lorenzo entre 1534 y 1541. En el primero, llegó a Terranova y luego al Golfo de San Lorenzo, donde tomó posesión de la tierra para Francia. En el segundo, realizado al año siguiente, remontó el río San Lorenzo y halló las rocas de Quebec, un lugar al que los indios dijeron llamarse Canadá o poblado. Cartier invernó en el río Saint-Charles y exploró hasta Mont-Royal. En el tercero, efectuado en 1541, intentó ya colonizar. Llevó diez naves y numerosos colonos, reforzados luego por otro contingente mandado por Jean François de la Roque, señor de Roberval. Remontó nuevamente el San Lorenzo y fundó un establecimiento en Cap-Rouge. Los colonos sufrieron mucho a causa del frío, el hambre y los ataques indígenas, despoblando finalmente el lugar y regresando a Francia. Terranova y Canadá fueron luego frecuentados por pescadores y traficantes de pieles durante la segunda mitad del siglo XVI, pero sin intentar nuevos establecimientos.

Aparte de Canadá, los franceses intentaron también establecerse en Brasil y en la Florida. En el primero, Nicolás de Villegaignon y sus hugonotes, enviados por el almirante Coligny, fundaron una colonia el año 1556 en la bahía de Guanabara (Río de Janeiro, Brasil), como vimos, donde permanecieron hasta 1567. En cuanto a la colonización en la Florida, respondió al objetivo de asentar una colonia desde la que se pudieran atacar las flotas españolas que regresaban a la Península por el Canal de la Bahama con la plata americana. También la hemos estudiado ya, pues dio paso al asentamiento español en San Agustín por Pedro Menéndez de Avilés.

En cuanto a la piratería francesa, fue la primera que irrumpió en América, atraída por el oro americano y aprovechando el estado de guerra casi permanente entre su nación y España. Dieppe, Brest y los puertos vasco-franceses fueron los principales puntos de partida de sus expediciones a Puerto Rico, Cuba, Santa Marta, Cartagena, Chagres, etc. Los piratas comprobaron pronto que, salvo algún golpe afortunado, la captura de naves españolas cargadas de cueros y azúcar era un flaco negocio. Se dedicaron entonces a asaltar las poblaciones. Las saqueaban y luego pedían rescate a sus vecinos por no incendiarlas, lo que aumentaba algo el botín. Nombres como Robert Wall o Ball, François Le Clerc (el primero que tuvo patente de corso del rey francés), Jacques Sore, Robert Blondel o Martín Cote se hicieron tristemente famosos. Los beneficios del sistema siguieron siendo escasos, pese a todo, pues tampoco las ciudades eran ricas. A mediados del siglo XVI la piratería languidecía, amenazando con desaparecer. La gran riada de plata americana activó entonces el interés por el oficio, pero los franceses encontraron ya la competencia de los "perros del mar ingleses", que les superaron en eficiencia.