Comentario
Si es cierto que todas las formas de la arquitectura egipcia en adobe son copias de construcciones de madera hay que reconocer que ya a comienzos de la I Dinastía la arquitectura en adobe estaba en su apogeo y había pasado la época de los templos y los palacios de madera. Una vez que los constructores habían resuelto los problemas de la edificación con adobe, la producción en masa de este material hubo de resultar mucho más cómoda y sencilla que abastecerse de madera en un país como Egipto donde ésta escaseaba tanto, sobre todo para construcciones de cierto porte.
La similitud entre los templos representados en tabletas y las grandes tumbas de adobe existentes revela que todos ellos obedecen a un mismo prototipo: un edificio rectangular cubierto de bóveda de cañón rebajada y con los extremos del eje longitudinal apoyados en la prolongación en altura de los lados cortos. Aunque el edificio tiene puertas por los cuatro costados, la entrada principal parece haberse hallado siempre en uno de los lados menores. Ventanas pequeñas, situadas encima de las puertas, proporcionaban luz al interior. Este edificio-tipo nació probablemente en el Bajo Egipto y dio la pauta para la superestructura de las tumbas de la región durante toda la época tinita. Después, los ataúdes y sarcófagos lo siguieron copiando hasta la introducción del cristianismo.
Aunque es probable que en la época que estudiamos todas estas construcciones se hiciesen de adobe, su aspecto produce la impresión de que en su origen se trataba de armaduras de madera con techos y paredes de junco. Esta impresión se ve reforzada por las decoraciones pintadas en sus muros, imitaciones de esteras de colores, sujetas por cuerdas, y de postes de madera que sostendrían los bastidores de las esteras. Es curioso que este género de decoración conserve no sólo su temario, sino incluso el orden de sus colores a lo largo de toda la historia de la decoración mural egipcia.
Para seguir dispensando su protección a las dos mitades del país después de muerto, el rey debía tener sendas tumbas -una de ellas ocupada por su cadáver y la otra vacía, naturalmente, un cenotafio- en el Alto (Abydos) y en el Bajo Egipto (Sakkara, cerca de Menfis, la capital). En ambos casos el mausoleo ha de constar de una construcción subterránea y de otra en superficie, superpuesta a la primera. A ésta los árabes la denominan mastaba, banco, por el parecido que muchas de ellas tienen con los bancos de cantería que los árabes construyen delante de sus casas.