Época: Pirámides
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Características de la escultura y la pintura

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

La tumba original de Hetep-Heres, situada probablemente en Dahsur, fue saqueada por ladrones. Hetep-Heres era esposa de Snefru y madre de Keops. Temerosos del castigo que merecían, los guardianes de la tumba lograron probablemente ocultar al faraón la gravedad del suceso, presentándolo como un intento de robo o poco más. Si Keops hubiera sabido que en el despojo no sólo habían desaparecido innumerables joyas, sino también el cuerpo momificado de su madre, los guardianes hubieran pagado su negligencia con la vida. En previsión de que el caso se repitiese, el rey mandó abrir una tumba subterránea, sin mastaba, junto a su pirámide de Giza. La entrada al pozo se confundía de tal manera con el suelo, que sólo cuando los componentes de la Boston-Harward Expedition, dirigidos por Reisner, barrieron literalmente los alrededores de la pirámide hasta no dejar en ellos ni un grano de arena, lograron detectar la capa de yeso que la cubría. El descubrimiento, realizado en 1925, fue sensacional, pues se trataba del único ajuar de una tumba regia del Imperio Antiguo descubierto hasta el momento, y aún hoy único en su género.
En el fondo del pozo no había ninguna momia, pero sí el sarcófago, los vasos canópicos, y una colección de cajas, vasijas, pomos de ungüentos, cofres, joyas, un lecho, un dosel de madera y oro y otros muebles de una exquisita artesanía. A la obra primorosa de los ebanistas se sumaban el lujo de sus revestimientos de oro y el arte de las incrustaciones de malaquita, lapislázuli y cornalina, que dibujan símbolos, jeroglíficos, flores y animales.

La madera de los muebles estaba tan reseca y contraída, que ha sido menester sustituirla por otra nueva, conservando tan sólo sus forros de oro y sus piezas incrustadas. Gracias a la paciente y concienzuda labor de restauración llevada a cabo por los técnicos del equipo norteamericano, los muebles que en su día fueron gala de los salones del palacio de Hetep-Heres, pueden ser contemplados hoy en su perfecta integridad. Obras maestras de la taracea son una silla con los brazos decorados por halcones, el respaldo por estandartes con las aspas de nit, y la tapa de un cofre cruzada por una larga banda jeroglífica. Por otra parte, este cofre y otros muebles nos ofrecen los motivos del delicado repertorio decorativo de las artes industriales de la época, v. gr. la roseta de hojas sueltas.