Época: fin siglo XVII
Inicio: Año 1660
Fin: Año 1789

Antecedente:
El fin del siglo XVII

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

Tras estos tiempos calamitosos el Reino polaco quedó totalmente hundido y empobrecido, destrozado por los efectos de las invasiones y de las guerras en que se vio implicado. Una pretendida reacción de Juan Casimiro V para hacer frente al desastre interior que se padecía, mediante unos proyectos de reforma institucional y de supresión del "liberum veto", fue pronto abortada por un levantamiento en su contra de la nobleza. Cansado de tanto esfuerzo inútil y completamente desanimado, el rey abdicó en 1668, planteando de nuevo a la Dieta el espinoso tema de la elección de otro monarca. Como había sido frecuente hasta entonces, aparecieron varios candidatos extranjeros más o menos apoyados por las potencias que solían inmiscuirse en los asuntos polacos (Austria, Francia), pero en esta ocasión salió elegido un príncipe polaco, Miguel Korybut Wisniowiecki (1669-1673), que en su breve reinado tuvo que enfrentarse a la ofensiva turca contra Polonia, una más que se sumaba a las invasiones anteriores. En un primer momento no pudo frenarse el avance de los otomanos, que se apoderaron de la Podolia y de la Ucrania polaca, aunque en 1673 el que ya se estaba convirtiendo en brillante militar, el mariscal Sobieski, pudo derrotarlos. Este triunfo le valió ser nombrado rey a la muerte de Korybut. El nuevo monarca, Juan III Sobieski (1674-1696), polaco como el anterior, destacaría sobre todo por su lucha contra los turcos, alcanzando un éxito resonante en toda Europa al lograr salvar a Viena del asedio otomano. Sin embargo, en los asuntos internos este destacado personaje nada pudo hacer para sacar a Polonia del lamentable estado en que se hallaba, ni para superar la profunda crisis política, económica y social en que había caído. A su muerte, un candidato extranjero, el elector de Sajonia Federico Augusto, ocuparía el trono como Augusto II, reiniciándose así la presencia de soberanos no polacos, buena prueba de que los destinos nacionales se decidían muchas veces fuera de las propias fronteras del Reino.