Época: fin siglo XVII
Inicio: Año 1660
Fin: Año 1789

Antecedente:
La hegemonía francesa

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

En estas condiciones, los primeros veinte años del reinado personal de Luis XIV transcurrieron entre victorias militares y logros territoriales. Las primeras anexiones las proporcionó la Guerra de Devolución, llamada así por las reclamaciones de Luis XIV sobre la herencia de su esposa la infanta María Teresa, basándose en una antigua costumbre brabanzona, según la cual los hijos del primer matrimonio eran los herederos, que abusivamente se transfería del ámbito del derecho privado al público. Con este pretexto, el ejército francés se dirigió, en 1667, hacia los Países Bajos y el Franco Condado, territorio perteneciente a la Monarquía española que obstaculizaba la comunicación con Alsacia, sobre la que Francia había adquirido importantes derechos en Westfalia. La Triple Alianza firmada por Inglaterra, las Provincias Unidas y Suecia, inquietas por el avance francés, precipitó la paz, cuyas condiciones se establecieron en el Tratado de Aquisgrán (1668), según el cual la Monarquía española cedió a Francia doce plazas en los Países Bajos, entre otras Lille, Douai, Charleroi y Tournai. Aquisgrán refrendó la evidencia de que España, que en el mismo año debió reconocer la independencia portuguesa, había dejado de ser la potencia hegemónica de Europa.
No era difícil prever que el siguiente obstáculo a eliminar era Holanda, rival comercial y presumible enemigo ante cualquier intento expansionista francés. Mientras estuvieron enfrentadas al enemigo común español fueron aliadas, y en este sentido se había firmado un tratado en 1662, para hacer frente al poderío naval inglés. La alianza francesa resultó vital a Holanda para evitar su invasión por Inglaterra, pero las relaciones entre ambos países se deterioraron por las medidas proteccionistas de Colbert de 1664 y 1667. La decisión de aplastar a la pequeña república se preparó cuidadosamente por medio de acuerdos diplomáticos que la aislaron. En 1670 Francia firmó el acuerdo de Dover con Inglaterra (que recibió una pensión anual de Francia), al tiempo que llevaba a efecto pactos similares con Suecia y príncipes alemanes del Rin, además de obtener la neutralidad del emperador.

Con este respaldo, Luis XIV invadió Holanda, que también hubo de defenderse de un ataque simultáneo inglés. Las onerosas condiciones de paz de Luis XIV provocaron una insurrección popular contra el Gobierno de Jan de Witt, que fue asesinado y sustituido por Guillermo de Orange como garantía de eficacia militar. La resistencia holandesa dio tiempo a que se formase a su favor una coalición que incluía al elector de Brandeburgo, el emperador, España y la mayoría de los príncipes alemanes, al tiempo que Inglaterra abandonaba la guerra (1674). Francia ocupó victoriosamente el Franco Condado, los Países Bajos y la Renania, e incluso su armada fue capaz de vencer a españoles y holandeses en el Mediterráneo, pero el conflicto no podía perpetuarse indefinidamente.

Por la paz de Nimega (1678-1679) España pagó los gastos, entregando a Francia el Franco Condado y catorce plazas flamencas (entre otras, Cambrai, Valenciennes, Condé y Maubeuge), aunque recuperó algunas ciudades menores perdidas en Aquisgrán. Por el contrario, la guerra se saldó con un resultado mucho más positivo para Holanda, que no sólo conservó indemne su territorio, sino que obtuvo condiciones comerciales favorables.

Las paces de Aquisgrán y Nimega habían dado a Francia las deseadas fronteras naturales en la vertiente Norte. Pero la ambición animó a Luis XIV a continuar la política expansionista. La excusa la proporcionó ahora la condición estipulada en los tratados de Westfalia y Nimega de que los territorios cedidos a Francia lo eran con sus "dependencias", es decir, con los feudos que poseyesen y que el rey francés decidió que eran todos los que alguna vez hubiesen dependido de aquéllos, una serie de unos puntos estratégicamente situados entre el Franco Condado y el Sarre.

El primer objeto de esta política fue la ciudad libre de Estrasburgo, cuya posesión obstaculizaría la invasión de Alsacia por los imperiales y completaba la ocupación de la región. La ciudad fue tomada en 1681, y a duras penas pudo mantener el derecho a ejercer la religión protestante. Madrid y Viena decidieron intervenir militarmente (1682). Una vez más fue el ejército español el que tuvo que enfrentarse en solitario con el ejército francés en los Países Bajos, puesto que los turcos habían forzado a Austria a desviar la atención hacia su frontera oriental. La tregua de Ratisbona (1684) estableció la cesión por parte de España durante veinte años de la fortaleza de Luxemburgo y algunas plazas de los Países Bajos, además del reconocimiento de la ocupación francesa de Estrasburgo.