Época: fin siglo XVII
Inicio: Año 1660
Fin: Año 1789

Antecedente:
Pensamiento religioso y filosofía en el Barroco

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

Su justificador teórico será John Locke (1632-1704), considerado el padre del individualismo liberal.
Locke es un filósofo coherente, un racionalista y un empirista. Para Locke el hombre es un ser razonable y esa capacidad razonadora le hace ver que el fin de toda política es la búsqueda de la felicidad, una felicidad que, según Locke, reside en la paz, la armonía y la seguridad, de tal forma que no hay felicidad sin garantías políticas que aseguren la libertad. Precisamente, en su "Segundo Tratado sobre el gobierno civil" (1690) trata Locke de garantizar los derechos y libertades del hombre. Para él, el mejor método de conseguirlos es a través de un estado civil. Su estado de la naturaleza no es espantoso, como el de Hobbes, ni perfecto hasta la utopía, como el de Rousseau. Pero en el estado de naturaleza faltan ventajas que pueden ser realizadas bajo el estado civil. Una vez que este estado está establecido, los hombres retienen el derecho limitado de la resistencia.

Para Locke, el estado de naturaleza es un estado de perfecta libertad y perfecta igualdad. Dentro de los limites de la ley de la naturaleza, cada hombre puede controlar su vida, sus acciones y sus pasiones. Pero el estado de naturaleza no es un estado de licencia: el hombre no posee el poder de destruirse a sí mismo o a una criatura de su propiedad. La libertad natural significa que cada hombre no está sometido a ningún poder o voluntad, sólo debe adherirse a la ley de la naturaleza. Esta ley, que obliga a todos y gobierna el estado de naturaleza, establece que, siendo todos los hombres iguales e independientes, ninguno debe dañar a otro en lo que atañe a su vida, a su salud, a su libertad o a sus posesiones. Cada hombre puede castigar a aquellos que violan la ley en la medida en que ésta es violada. Por último, la ley preserva la paz porque los hombres son iguales en este estado; y, según esto, si un hombre no puede hacer algo, tampoco puede hacerlo otro hombre.

También el estado de naturaleza es un estado de igualdad, en que todo poder o jurisdicción son recíprocos y donde nadie los disfruta en mayor medida que los demás. Pero esta igualdad no es absoluta. Las virtudes o la inteligencia pueden variar. De aquí se siguen los derechos naturales. Primero, cada hombre tiene el derecho de ejecutar la ley de la naturaleza. Segundo, cada hombre tiene el derecho de castigar y de impedir que un hombre la infrinja. Tercero, la gran ley de la naturaleza dice que "quien derrama la sangre de un hombre está sujeto a que otro hombre derrame la suya".

El estado de guerra tiene en Locke una causalidad distinta a la descrita por Hobbes; para aquél, ese estado nace cuando alguien trata de someter a alguien para ponerle bajo su poder absoluto. En este caso, surge el estado de guerra porque la persona dañada en su derecho natural de libertad luchará por recuperarla, pues no en vano la libertad es el fundamento de todas las cosas. Si el hombre no está liberado del poder absoluto, vive en un estado de esclavitud, que no es más que un estado de guerra prolongada.

Los hombres, por ello, quieren evitar el estado de guerra para proteger sus propiedades. Para lograrlo, los hombres se unen y forman un estado de sociedad y abandonan el estado de la naturaleza. En esta sociedad civil hay una autoridad, y cuando hay autoridad no existe el estado de guerra. En cambio, la libertad en este nuevo estado es más limitada y consiste, además, en una norma establecida por un poder legislativo. El placer de vivir en una sociedad es, por tanto, seguir una norma común, válida para todos, y no estar sujetos a "la inconstante, incierta, desconocida y arbitraria voluntad de otro hombre".

Locke defiende la propiedad privada, el comercio y el dinero. Para Locke la propiedad existe en la naturaleza. La propiedad es el resultado del trabajo de un hombre, algo que él ha modificado por sí mismo. De ese principio se deriva su defensa del comercio y de las desigualdades de la riqueza. Estas diferencias sociales y económicas entre los hombres no es el resultado de la opresión, sino de la diferencia en el trabajo: "... así como los diferentes grados de laboriosidad permitían que los hombres adquiriesen posesiones a proporciones diferentes, así también la invención del dinero les dio la, oportunidad de seguir conservando dichas posesiones y aumentarlas". Pero, por otro lado, él no exculpa a aquellos que con avidez esconden más de lo que les es necesario para satisfacer sus necesidades.

Aún no satisfechos los intereses de la burguesía con estos argumentos, Locke concluye y culmina afirmando que para proteger sus bienes, sus vidas y sus libertades y para evitar el estado de guerra los hombres se unen en un Estado, abandonando el estado de naturaleza. El Estado no tiene más fin, por tanto, que la conservación de la propiedad. Por eso los gobernantes son meros administradores al servicio de la comunidad; su misión consiste en asegurar el bienestar y la prosperidad. El Estado tiene también el poder de hacer leyes y de castigar los delitos e infracciones de la ley. Para ser miembro de ese Estado cada individuo renuncia a su estado de naturaleza, esto es, al poder de hacer leyes y de castigar, en favor del Estado. Es decir, que los juicios ejecutados por el Estado son ciertamente juicios suyos. Así pues, la sociedad civil es un estado de paz en el cual la gente ha cedido su poder legislativo.