Comentario
Los artífices principales de la Ilustración fueron los filósofos, como gustan de llamarse a sí mismos. Pero el tipo de filósofo también ha cambiado. Su principal herramienta de trabajo ya no es la erudición sino el razonamiento; su imagen de sabio abstraído de la realidad que le envuelve deja paso a la de un hombre abierto a todas las cosas e inmerso en el mundo, al que intenta conocer, entender y transformar. De ahí que muchos de ellos sean, además, periodistas, propagandistas, literatos, activistas. En su época, La Enciclopedia lo define como aquel "que pisoteando todo prejuicio, tradición, consenso universal, autoridad, en una palabra, todo lo que esclaviza a la mayoría de las mentes, se atreve a pensar por sí mismo". Ahora bien, con ser los más importantes no sería lícito considerar a los filósofos los únicos artífices del florecimiento de la Ilustración. Junto a ellos hay que tener en cuenta a los amigos, simpatizantes, viajeros, comerciantes de libros, editores de periódicos, etc., que forman una extensa red a través de la cual las nuevas ideas se difunden y llegan a los más diversos lugares.
Sociológicamente hablando, muy pocas de las figuras ilustradas se hicieron a sí mismas, antes bien, casi todos nacen y viven cómodamente. Los hay nobles -Montesquieu, Condorcet, Holbach, Beccaria-, grandes terratenientes -Gibbon-, ricos burgueses -Voltaire, Helvètius, Bentham-. De ahí que, hijos de su tiempo y de su clase, sea a estos mismos grupos sociales a los que se dirigen, a los que traten de satisfacer con sus planteamientos ofreciéndoles lo que puede parecerles plausible: reforma, no revolución; progreso, en lugar de cambios radicales; una libertad entendida como obediencia a las leyes; una igualdad reducida al plano legal, mientras en la práctica consideran la desigualdad y la sociedad de órdenes natural y necesaria. No entra en su consideración el pueblo, del que se tiene una visión peyorativa al creérsele incapaz de salir de las tinieblas. Voltaire nos dirá "cuando el populacho intenta razonar está perdido". Sólo Rousseau y algunos escritores de final de siglo contemplan al pueblo desde otra perspectiva, haciéndole digno de recibir los beneficios de Las Luces. Sin embargo, al retenerse de sus obras sólo los mensajes más estridentes y enfatizarlos, acabarán produciendo confusión, frustración; alentando la actitud de querer imponer la nueva sociedad por la fuerza. Es en este sentido en el que se puede decir que las ideas ilustradas conducen a la revolución, en ningún modo por sus contenidos en sí mismos.
Las mujeres también van a jugar un importante papel en la Ilustración, si no en el momento de gestarse, sí en la etapa de difundirse como salonières, literatas -Mme. Stäel, Mary Wollstonecraft- o como amigas y amantes de los ilustrados. Sin embargo, no obtendrán los mismos beneficios que el hombre. Todo lo más que se hace es reivindicar su condición de ser racional y aun esto generará oposición, dando pie a duras contestaciones. El legado ilustrado, positivo en otros aspectos, será bastante ambiguo respecto a este sexo, aunque ¿podía irse más allá teniendo en cuenta el aquí y el ahora en que nos movemos?
Entre los filósofos bien pudiera distinguirse, por lo dicho hasta ahora, dos generaciones: el núcleo definidor de las ideas ilustradas y la de quienes, naciendo de ellas, preludian una nueva sensibilidad. Veamos algunas de sus biografías.