Comentario
El palacio de Mari, verdadero foco de arte, fue realzado ya desde sus primeras fases constructivas con esculturas y, por supuesto, con pinturas, de las que han llegado notables testimonios de época neosumeria y paleobabilónica.
Indudablemente, el sector palacial neosumerio, levantado por el shakkanakku Ishtup-ilum, y en el cual se hallaba la denominada Sala de audiencias, fue decorado con pinturas parietales, aplicadas directamente sobre la arcilla de sus enlucidos muros. Destruidas en su mayor parte, sus escasos restos testimonian escenas religiosas, que nos ambientan por la convención de sus figuras, por el vestuario y por el variado utillaje descrito, en los últimos momentos del III milenio.
Toda su temática se distribuyó al menos en cinco grandes registros (3,36 m de ancho mínimo, 2,78 de altura), situados a más de 2 m del suelo. De su primer registro quedan restos de un desfile de portadores de ofrendas; del segundo, una escena de combate, de la que sólo se ha recuperado un soldado con turbante y carrillera. En cambio, se ha podido salvar el tema del tercer registro, consistente en la adoración de Ishtar recibiendo la ofrenda de otra diosa secundaria, junto a un cortejo de divinidades y hombres, en una amplia escena encuadrada por dos querubines. El cuarto presenta al príncipe o gobernador en compañía de una diosa y su ayudante ofreciendo una libación y combustión al dios Sin; en un lado, aparece un toro al paso sobre la montaña; en el otro, un extraño personaje con los brazos extendidos sobre un cielo estrellado. Finalmente, del quinto registro únicamente han llegado las figuras de unos pescadores.
Lo que llama la atención del cuarto registro es que el gobernador o príncipe va vestido con la túnica de volantes, propia de los dioses, y el dios porta la vestimenta principesca. La explicación creemos que es clara: en la pintura se conmemora muy probablemente la divinización del gobernador mariota, siguiendo la antigua tradición acadia que continuaron los reyes de la III Dinastía de Ur, y a la que se sumaron algunos príncipes de Mari.
En favor de la datación de estas pinturas a finales de la época neosumeria hablan la poca gama de colores (blanco, negro y ocres amarillos y rojos) y la especial manera de separar los registros, a base de sencillos listones pictóricos.