Comentario
Desde finales del siglo XIX y hasta la mitad del siglo XVIII Mesopotamia, como consecuencia de la descomposición de la III Dinastía de Ur y la presencia de tribus semitas, se hallaba atomizada en diferentes ciudades-Estado y en pequeños reinos que reivindicaban mediante las armas la herencia de la anterior etapa sumeria. Poco a poco, el clima casi constante de guerra civil y la fragmentación territorial se fueron decantando hasta llegar a dirimir la supremacía política tan sólo unas pocas potencias, entre ellas, Isin, Larsa, Eshnunna, Assur y Babilonia.
Babilonia acabaría erigiéndose en ciudad indiscutible a partir de Hammurabi (1792-1750), sexto rey de la I Dinastía amorrea que en 1894 había sabido fundar Sumu-abum. Sin embargo, con los sucesores de Hammurabi el Imperio que se llegó a forjar a costa de sangrientas luchas se vino estrepitosamente abajo, momento que aprovechó el hitita Murshili I para, en 1595, y en el transcurso de una audaz incursión, saquear Babilonia y poner fin a su dinastía amorrea.
Todo ese período de cinco siglos de duración constituye la fase conocida como época paleobabilónica, y representa la primera edad de oro de tal ciudad, edad novedosa en el campo de las artes, la literatura y el derecho.