Época: Imperio Asirio
Inicio: Año 1470 A. C.
Fin: Año 1000 D.C.

Antecedente:
El arte de la época mesoasiria

(C) Federico Lara Peinado



Comentario

La escultura de la etapa mesoasiria fue, en líneas generales, de poco interés, no sólo por los escasísimos restos que nos han llegado, sino también por la pobreza de su arte, dependiente del mundo hurrita y sirio.
De la plástica de bulto redondo únicamente poseemos una estatua de gran tamaño (94 cm), hallada en Nínive y hoy en el Museo Británico. Se trata del torso de una mujer desnuda, tallado en caliza y perfectamente fechado por la inscripción que presenta y en la que se cita a Assur-bel-kala (1074-1057). Ha llegado acéfala y con los brazos y pies rotos, pero a pesar de ello su interés es excepcional, pues es el mejor desnudo femenino de toda la Mesopotamia del II milenio. Algunos especialistas ven en esta estatua, un unicum, una obra sumeria arcaica que sería reaprovechada, otros piensan en una obra siria e incluso unos terceros en alguna pieza babilónica. Por su tamaño y disposición anatómica, parece tratarse de la imagen de una diosa que debería ser vestida (hay textos babilónicos que hablan del vestido de oro de los dioses) cada vez que se presentase a los fieles.

Mayor personalidad plástica tuvieron las terracotas esmaltadas, trabajadas en serie gracias a adecuados moldes de arcilla. De Assur provienen algunos ejemplares, tanto masculinos como femeninos, de escasa calidad, con la excepción tal vez de una estatuilla masculina acéfala (8 cm; Museo de Berlín), vestida con túnica y esclavina sobre las espaldas, de indudable influencia siria.

De mayor interés es una figurita de alabastro (11 cm; Museo de Iraq), hallada en el Templo de Ishtar Assuritu, de grandes ojos con pupilas incrustadas y cabellos caídos sobre la espalda.

De Karana provienen algunas estatuas de piedra caliza, trabajadas someramente. Dos de ellas representan a mujeres sentadas (25 cm de altura de promedio) que tienen su contrapunto en otras dos figuras masculinas, también de grosera talla. Sus ojos cerrados y sus gruesos labios, junto a la ausencia de piernas (tienen formas acampanadas) las acercan más a ídolos que a verdaderas estatuas.

La escultura animalística también tuvo su representación en terracotas esmaltadas (león de pasta vítrea de Karana, por ejemplo), cuyos modelos seguían las pautas de los leones de Nuzi y de Susa.