Época: Imperio Asirio
Inicio: Año 1000 A. C.
Fin: Año 612 D.C.

Antecedente:
Los relieves neoasirios

(C) Federico Lara Peinado



Comentario

Entre las diferentes estelas que nos han llegado, talladas en basalto, diorita, caliza, alabastro y arenisca, y todas iconográficamente hieráticas, majestuosas y repetitivas, debemos citar las más importantes, exponiéndolas de acuerdo a un orden diacrónico.
En primer lugar la de la Victoria, de Tukulti-Ninurta II (890-884), hallada en Terqa (90 cm; Museo de Aleppo), de estilo más bien sirio-hitita, y que conmemoraba las luchas contra los arameos de Laqe.

Le siguen las dos Estelas de Assur-nasirpal II: la del Museo Británico (2,92 m), presenta al rey de perfil con la mano derecha en actitud de oración hacia los emblemas de cinco divinidades; la del Museo de Mossul (1,28 m), de mayor calidad relivaria (y de parecida tipología), interesa por su largo texto, en el que, además de informar de sus hechos militares, se recuerda el gran banquete que organizó tal rey con ocasión de inaugurar el nuevo palacio de Kalkhu, al que acudieron 69.594 invitados.

De Salmanasar III se posee una Estela de caliza (hallada en Kurkh y hoy en el Museo Británico), de 2,20 m y de similar estructura a las anteriores, aunque de tosco relieve. Más interesante es la Estela de Shamshi-Adad V (824-811), localizada en Kalkhu (2,18 m; Museo Británico): al ser más estrecha, la figura del rey, en ademán de oración, presenta un esbelto canon. De mayor calidad todavía es otra estela de este mismo rey, hallada en Saba'a, en el desierto, al sur de Sinjar (1,42 m; Museo de Estambul), de estilo decididamente provincial: la parte superior presenta al monarca en la tradicional postura de oración, mientras que el resto recoge la campaña contra Palestina.

Muy superior a las hasta aquí citadas es la Estela de Adad-nirari III (810-783), localizada en Karana (1,30 m; Museo de Iraq), de finísima talla, con inscripción central, parte de la cual fue borrada a propósito. Del rey Assarhaddon (680-669) tenemos tres, provenientes respectivamente de Zincirli (Turquía), de Til Barsip (Siria) y del delta egipcio (hoy en el Museo de El Cairo). La primera (3,18 m; Museo de Berlín) recoge al rey libando, mientras sostiene en su mano la cuerda con la que ata a dos de sus enemigos, figurados a sus pies y a insignificante tamaño: Abdimilkutti, rey de Sidón, y Ushanahuru, hijo de Taharqa, rey de Egipto y Nubia (otros autores opinan que se trataría de Ba'lu, rey de Tiro, y del propio faraón Taharqa). La de Til Barsip (3,80 m; Museo de Aleppo), más tosca, troceada en cuatro fragmentos, presenta el mismo tema argumental, coincidente también con el de la Estela de El Cairo, en perfecto estado de conservación.

Asimismo, Assurbanipal, renovando la antiquísima tradición iconográfica sumeria se hizo representar en una Estela de arenisca (36`80 cm; Museo Británico) para conmemorar la reconstrucción del Esagila, el templo de Marduk en Babilonia, ciudad bajo su poder; en la misma, de carácter votivo, se figura como constructor, portando devotamente sobre su cabeza el cesto y los ladrillos.

No podemos dejar de citar, por su singularidad (aunque para la Historia del Arte no signifique nada), las numerosas estelas que sin decoración, y sólo con la inscripción de uno o dos nombres (nunca de dioses), aparecieron al sur de la zona más antigua de Assur. Todas son altas -algunas llegan casi a los 5 m- y pertenecieron a personas regias y a funcionarios. La cronología de tan enigmáticas estelas abarca desde el siglo XIV hasta la mitad del siglo IX.