Época: Imperio Asirio
Inicio: Año 1000 A. C.
Fin: Año 612 D.C.

Antecedente:
El arte de la edad neoasiria

(C) Federico Lara Peinado



Comentario

La metalistería neoasiria está magistralmente ilustrada por las láminas de bronce de las Puertas de Balawat (la antigua Imgur Enlil), verdadera obra maestra de carácter decorativo. Las mismas, hoy repartidas en varias colecciones (el lote más importante, en el Museo Británico), provienen del Templo de Mamu, dios de los sueños, o según otros (pues el problema de su procedencia es discutido) del Palacio de verano de tal localidad.
En su origen, tales puertas, de madera, tuvieron más de 6 m de altura, con dos batientes, cada uno de 2 m de amplitud; sobre ellos y sus quicios se dispusieron láminas de bronce repujado (2,43 m de longitud por 27,94 cm de altura) con textos epigráficos y escenas militares y religiosas de Salmanasar III, articuladas sin interrupciones. Entre ellas podemos señalar la conquista de la baja Caldea, el hostigamiento de fortalezas sirias, la llegada a Tiro y el regreso con el botín, y el descubrimiento de las fuentes del Tigris. Textos y apostillas contribuyen a la comprensión de las escenas. Del mismo Imgur Enlil provienen otras láminas de bronce, que adornaron las puertas del Palacio de verano de Assur-nasirpal II (hoy en el Museo de Iraq).

De gran interés artístico y religioso es una magnífica plaquita de bronce (13,5 cm; Colección De Clerq), de la cual sobresale la cabeza del mítico demonio Pazuzu. Su anverso, de forma rectangular, presenta cuatro registros en los que se figura en bajorrelieve una escena de exorcismo practicado sobre un hombre enfermo, atormentado por la diosa infernal Lamashtu. Por el reverso, y con clara idea de volumetría, aparece la espalda de tal demonio, con cuatro alas y cola terminada en cabeza de ofidio.

Otro magnífico relieve broncíneo, que revistió un altar o un trono, es el del fragmento (33 cm; Museo del Louvre) que recoge las imágenes de Assarhaddon y su madre Naqi'a, actuando en un rito sagrado.

Los bronces de bulto redondo, con pequeñas excepciones, todos de gran calidad, han sido hallados fuera del territorio asirio, explicándose este fenómeno bien por el tamaño de las piezas que permitía su fácil transporte, bien por haber sido elaboradas en dichas zonas periféricas, a donde llegaba la influencia artística asiria.

De entre todos los bronces hay que seleccionar los que representan al demonio Pazuzu, espíritu titular del Viento del Sudoeste, siendo el mejor ejemplar, sin desmerecer el que conserva el Ashmolean Museum, el exhibido en el Museo del Louvre (14,5 cm de altura), repetidamente publicado. Pazuzu está figurado de pie, con alas y patas de águila, y monstruosa cabeza con fauces de león; un anillo sobre la cabeza permitía llevarlo colgado como amuleto protector.

En el Templo de Hera, en Samos, frente a la costa occidental del Asia Menor, se halló también un lote de figurillas de bronce, tenidas como asirias, de parecida factura al pequeño bronce de Tell Taynat (norte de Siria), hoy en el Museo de Antioquía, que representa a un hombre barbudo, semiarrodillado, portando el vaso manante entre las manos.

Magníficas piezas del arte animalístico en bronce son los leones echados, de Kalkhu (Nimrud) y de Dur Sharrukin (Khorsabad), todos ellos de gran realismo y algunos con anilla dorsal para ser encadenados, a pesar de su pequeño tamaño (entre los 4,5 y los 41 cm de longitud), en las paredes, a modo de simbólicos guardianes. Muy interesante es el lote de dieciséis figuritas de león, halladas en el Salón del trono del palacio de Kalkhu, todas del siglo VIII, y de diferentes tamaños, lo que ha hecho pensar que se trataría de un sistema de pesas.