Época: Babilonia
Inicio: Año 1792 A. C.
Fin: Año 1595 D.C.

Antecedente:
El periodo paleobabilónico

(C) Federico Lara Peinado



Comentario

Los conocimientos que se poseen de la arquitectura religiosa del período paleobabilónico son todavía muy incompletos, por los escasos restos que de tan agitada época histórica se van descubriendo, y por lo poco significativo, en líneas generales, de lo ya descubierto.
La ciudad de Mari adquirió gran importancia a comienzos del siglo XIX, dada su situación geográfica, que la convirtió en un gran centro económico y político. Sin embargo, no sabemos nada de las reformas o ampliaciones que probablemente recibiría el Templo de Ninkhursag, que había fundado Niwar-Mer, ni tampoco de las del Templo de Dagan, levantado por Ishtup-ilum (aunque el culto a Dagan desaparecería), que quedó en un segundo término al ser ocultado por otros santuarios autónomos, levantados en su explanada por orden de Zimri-lim (1782-1759).

Por otra parte, la ciudad-Estado de Eshnunna recuperó a comienzos de esta nueva etapa histórica algo de su pasado prestigio, lo que se tradujo en la erección de algunos templos (sólo ha llegado una Sala de audiencias, posible componente de un espacio religioso articulado en patios, y una pequeña capilla dedicada al dios Tishpak). Una de sus ciudades dependientes, Neribtum (hoy Ischali), en el curso del Diyala, contó con un magnífico templo, dedicado a Ishtar-Kititum, levantado por el rey de Eshnunna Ipiq-Adad II (h. 1840). Asentado sobre una plataforma, era de considerables dimensiones (101 por 67 m) y seguía en su disposición las plantas del anterior período neosumerio. El conjunto contaba con tres grandes puertas de acceso, flanqueadas cada una por dos torres, lo que contribuía, junto a sus muros con contrafuertes, a dar a toda la masa volumétrica el aspecto de una verdadera fortaleza. En su interior se hallaba el templo de Ishtar-Kititum y otros dos santuarios menores.

Asimismo, Shaduppum -hoy Tell Harmal-, centro administrativo que perteneció a Eshnunna, contó con dos pequeños y sencillos templos, que seguían las características generales de la arquitectura religiosa neosumeria. El mayor, de modestas proporciones (28 por 18 m), dedicado a la diosa Nisaba, presentaba una puerta sencilla con gradas flanqueadas con leones de terracota; le seguía un vestíbulo que daba acceso a un gran patio, en el que se abría la puerta del segundo tramo arquitectónico, decorada a su vez con gradas y leones. Este nuevo sector estaba formado por una antecella y una cella, anchas y poco profundas, siguiendo el esquema del eje axial. A sus lados se levantaban las dependencias auxiliares así como un pequeño santuario anejo, en donde se veneraba a Haia, el esposo de Nisaba.

El otro templo, situado no muy lejos de este de Nisaba, constaba de dos estancias prácticamente semejantes (era en realidad un templo doble) sin vestíbulo ni antecella; una habitación interior, entre las dos estancias, y dividida en dos sectores, era compartida independientemente por cada una de las capillas.