Época: Babilonia
Inicio: Año 1792 A. C.
Fin: Año 1595 D.C.

Antecedente:
El periodo paleobabilónico

(C) Federico Lara Peinado



Comentario

Para el estudio de la arquitectura civil de este período -edad de oro de los grandes palacios- contamos con las ruinas de uno de los más famosos de toda Mesopotamia, verdadera maravilla en su tiempo no sólo por sus extraordinarias dimensiones, sino también por su espléndida decoración y riqueza artística. Nos referimos al palacio de Mari, complejo arquitectónico resultante de diferentes yuxtaposiciones constructivas, cuya forma más acabada correspondió al reinado de Zimri-lim, el último de sus ocupantes.
La planta de tal palacio, de forma trapezoidal, tenía dimensiones espectaculares (237 y 148 m, los lados mayores; 135 y 155, los menores), que posibilitaban hasta doce sistemas de patios para un total de casi 300 estancias. Todo el complejo se hallaba rodeado por una muralla de espesor variable (entre los 15,30 y 1,80 m) según los sectores, y de unos 675 de perímetro, con una única puerta de acceso, defendida con torres y precedida por una escalinata, abierta en su lado septentrional. Realmente, el palacio constituía un ente urbano autónomo dentro de la ciudad de Mari.

De un espacioso vestíbulo se pasaba a un patio y desde éste a otra estancia alargada que se debía recorrer obligatoriamente para llegar al patio más grande del palacio (49 por 33 m), ambientado con multitud de palmeras. Al sur de este Patio de las palmeras (así lo llamaba una tablilla del Archivo), se encontraba la Sala de audiencias, a la que se accedía mediante una majestuosa escalera semicircular, con tres peldaños de ladrillo. Por otra puerta, abierta en el oeste del gran patio, se pasaba al Archivo y a un corredor que desembocaba en otro patio de planta casi cuadrangular (29,55 por 25,65 m), uno de los más lujosos del palacio. Al fondo del mismo, y por el lado meridional, se abría la grandiosa puerta de una estancia (25,10 por 7,70 m), con podio de doble escalera lateral en el centro de la pared, verdadera antecámara del Salón del trono, que ocupaba la estancia adyacente, aún de mayores proporciones (26,35 por 11,70 m): en uno de sus lados -el occidental- se ubicaba el regio trono y en el opuesto, una tribuna con una escalinata de once peldaños.

Todo el sector oeste estaba destinado a complejo residencial: en su tramo norte se hallaban los apartamentos privados de la familia real, formados por 23 salas ordenadas en torno a un patio interior, abierto, al que daban siete puertas. Aquí se localizaron la Cámara del rey y la de la reina, así como la Sala del baño, de especial refinamiento.

Ocupando la zona central de este mismo sector, estaban las dependencias administrativas (con la escuela y las oficinas de los escribas). En el ángulo meridional de este lado se levantaban las residencias de los funcionarios, dotadas de muchas comodidades, así como numerosos almacenes.

En el lado oriental del palacio, por el nordeste, una decena de cámaras, con patio interior, estaban destinadas a los viajeros extranjeros (embajadores, comerciantes, correos); por el sudeste, y después de haber dejado el gran Patio de las palmeras, otra serie de estancias permitía el paso hacia una especie de capilla, que constaba de dos salas (una antecella y una cella) con un podio, lugar en donde oraron no sólo Zimri-lim, sino también sus antecesores, entre ellos Idi-ilum y Laasgaan, según las estatuas que aquí se han encontrado. Más al sur de este sector oriental, y en otra sala, aparecieron varios altares, de épocas diversas, que testimoniaban la presencia de un lugar sagrado de antiquísima veneración. Tal vez aquí se habría rendido culto a la tumba de Ansud (o Ilshu), el fundador de la antiquísima dinastía de Mari, recogida en las listas reales sumerias.

Lamentablemente para la Historia del Arte y de la Cultura, en 1759 el palacio fue saqueado y luego incendiado por las tropas de Hammurabi de Babilonia, quien había acudido personalmente a Mari para sofocar la rebelión de Zimrilim, que era vasallo suyo.

De menor importancia arquitectónica fue el Palacio de la ciudad de Larsa (Tell es-Senkereh), también de comienzos del II milenio, estructurado, como los de su época, en torno a un gran patio central. Algunos de los ladrillos recuperados portan impreso el nombre de Naplanum (2025-2005), el fundador de la dinastía; sin embargo, la construcción fue debida a Nur-Adad (1865-1850). Al no haberse hallado cacharros de cerámica ni objetos muebles se piensa que nunca fue habitado y que se dejó inacabado.

Conocemos muy pocas cosas, dado el estado en que ha llegado, del palacio que Sin-Khasid (h. 1865), un amorreo fundador de una dinastía paleobabilónica en Uruk, ordenó levantar en aquella ciudad. Comprendía un conjunto de patios rodeados de cámaras, sin organización arquitectónica aparente, siguiendo la disposición del antiguo palacio de Ur.