Época: Revolución Francesa
Inicio: Año 1791
Fin: Año 1792

Antecedente:
Revolución Francesa

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

F. Furet y D. Richet han calificado de año feliz, a ese periodo en el que se estableció un compromiso entre la Revolución y la Monarquía, entre la aristocracia y las reformas, y en el que los acontecimientos parece que tomaron un ritmo pausado frente a los furores de los primeros momentos. Así lo describen estos autores: "En julio de 1790 había pasado el peligro y los resortes se aflojaron. La satisfacción de la tarea realizada, el gusto natural por el orden, la normalización de la alimentación popular, todo hacía esperar un clima de estabilidad y de paz. A la Asamblea le incumbía seguir trabajando en la calma de sus comisiones, para construir, sobre los escombros del Antiguo Régimen, aquella hermosa morada del mañana, con la que soñaba el Tercer Estado: una vivienda clara, de amplias habitaciones, en donde cada cual hallaría el sitio que le reservaban su talento, su fortuna y, más de cuanto suele generalmente creerse, el prestigio de la tradición. Para el país legal, para sus representantes, la Revolución había, terminado".Se esté de acuerdo o no con esta interpretación, pues algunos como M. Vovelle creen que éste fue precisamente un periodo de maduración del proceso revolucionario, lo cierto es que a partir de los meses de junio y julio de 1791 se inició una aceleración del ritmo de los acontecimientos, unos lo llaman sobrerrevolución, y otros hablan de "glissement" de la revolución.El detonante de este proceso fue la huida del rey a Varennes. El intento de fuga desató las iras del pueblo, que se sintió traicionado por el monarca y se lanzó a la destrucción de estatuas de Luis XVI y de flores de lis. Algunos se inclinaron decididamente por la República y, especialmente, el club de "los cordeliers", que habían tomado el nombre del cordón del hábito de los frailes del convento de San Francisco donde se reunían, pedían claramente su proclamación. Sin embargo, la cuestión del régimen político era secundaria para otros, como el mismo Robespierre, quien creía que lo primero que había que hacer era prepararse contra una posible contraofensiva revolucionaria y, desde luego, castigar al rey.Robespierre (1758-1794) llegó a alcanzar en esta etapa un destacado protagonismo. Era miembro de una antigua familia de abogados de Arrás y había participado activamente en la agitación prerrevolucionaria. Había sido diputado en los Estados Generales donde destacó por sus discursos precisos, lógicos y contundentes. Desde 1791 expresaba sus ideas a través de la prensa o en los clubs jacobinos.El regreso del rey a París el día 25 de junio fue presenciado por una multitud expectante y aquel mismo día la Asamblea decidió suspenderlo e iniciar una investigación sobre su huida. La Fayette pretendía que el monarca "había sido raptado por los enemigos de la Revolución" y, en efecto, el informe de la comisión encargada de llevar a cabo la investigación dictaminó, el 15 de julio, que el rey era inocente. Dos días más tarde, el 17, los clubs populares convocaron a los parisienses para firmar una petición en favor de la proclamación de la República depositada en el altar de la Patria, en el Campo de Marte. Al final de la jornada, la Guardia Nacional mandada por La Fayette, que había sido hostigada por los manifestantes, abrió fuego contra la multitud sin previo aviso y provocó unas quince víctimas. Era la primera vez que la milicia revolucionaria disparaba contra el pueblo. A partir de ese momento, en París se pusieron en marcha una serie de medidas de fuerza, como la proclamación de la ley marcial, el arresto de los jefes populares y la clausura del club de los "cordeliers". Los jacobinos, por su parte, se dividieron y la mayoría de los diputados se integraron en el nuevo club de los "fuldenses". La Asamblea Constituyente decidió restablecer al rey, que juró la Constitución el 14 de diciembre de 1791, y convocar una nueva Asamblea, según estaba previsto.En definitiva, los sucesos que tuvieron lugar en los meses de junio y julio de 1791 acentuaron las divisiones en Francia y llevaron a la burguesía a defender el nuevo régimen frente a la revolución popular y a la contrarrevolución.La nueva Asamblea se reunió a comienzos de octubre de 1791. Estaba compuesta por 745 diputados, en su mayor parte nuevos e inexpertos en la lucha política que se había abierto con la Revolución, ya que se había entendido que los diputados de la Constituyente no podían ser reelegidos. Según el historiador francés Michelet: "Nunca hubo Asamblea más joven. Parecía como un batallón de hombres casi de la misma edad, clase, lengua y traje. Excepto Condorcet, Brissot y algunos otros, todos son desconocidos..." En su conjunto, la Asamblea Legislativa presentaba un carácter más revolucionario que la Constituyente, pues había desaparecido la antigua derecha, que ahora estaba formada por los fuldenses, procedentes de la escisión de los jacobinos y que estaba integrada por unos 250 diputados, influidos por La Fayette. En el otro extremo, es decir en la izquierda, se situaban los jacobinos, que no pasaban de 150 diputados, entre los que se hallaban los representantes de la región de la Gironda, llamados a jugar un papel de primera importancia. Este grupo de los "girondinos", en el que llegaron a integrarse otros diputados que no representaban a aquella región, como Brissot y el mismo Condorcet, acabó siendo el de mayor fuerza en la Legislativa. Sin embargo, la influencia de esta fracción procedía de Robespierre, que aunque no era diputado, enviaba sus consignas por intermedio del club. Por último, en el centro, unos 350 diputados muy vinculados a la Constitución y a la Revolución, pero que se inclinaban, según los periodos, a la derecha o a la izquierda.Los debates de la Asamblea Legislativa se caracterizaron por una retórica violenta y unos discursos tan grandilocuentes como faltos de contenido. Además, desde las tribunas del público, una constante algarabía acompañaba a las discusiones de los políticos, hasta el punto que a veces éstos tenían dificultades para hacerse oír. Por otra parte, el descontento popular comenzó a crecer de nuevo como consecuencia de la mala cosecha del año 1791 y el consecuente alza de precios. Se hicieron frecuentes las insurrecciones, los casos de tiendas asaltadas y de mercados saqueados; por todas partes se reivindicaba la tasación de los precios de las mercancías, los propietarios eran sometidos a requisas forzadas y las autoridades, permanecían inertes o se mostraban impotentes ante tantos desmanes.En parte como consecuencia de esa radicalización de los acontecimientos, en la primavera de 1792 comenzó a surgir en París el movimiento "sans-culotte". Los sans-culotte, cuyo nombre tiene su origen en que era gente que no vestía el calzón corto, distintivo de los varones de clase distinguida, no era un grupo social homogéneo y, en general, puede decirse que era muy representativo del pueblo parisiense. No eran, desde luego, grupos marginales, como creyeron Taine y los historiadores conservadores del siglo XIX, pues entre ellos había tenderos, artesanos y hasta rentistas. Sea cual fuere su extracción social, el sans-culotte es un personaje que se hallaba ligado a las diferentes secciones de París -que habían sustituido a los distritos- y que participa habitualmente en las agitaciones de masas promovidas por los jacobinos. Impusieron un lenguaje particular en el que se practicaba el tuteo y pusieron de moda vocablos como ciudadano. Los sans-culotte irán cobrando importancia hasta acabar por jugar un papel esencial en el verano de 1792.