Comentario
El socialismo marxista, que pretendía ser un socialismo científico, formulado de acuerdo con el conocimiento científico y racional del funcionamiento de la sociedad capitalista, tuvo sus orígenes en el ámbito del radicalismo filosófico germánico, que era una derivación de la filosofía de G. W. F. Hegel a través, fundamentalmente, de la obra de L. Feuerbach (La esencia del cristianismo, 1841).Marx había nacido en Tréveris, en 1818, hijo de un abogado judío convertido al protestantismo. Después de realizar estudios de Derecho en Bonn y de Filosofía en Berlín, y ante la imposibilidad de obtener un puesto en la Universidad, se dedicó al periodismo. Su trabajo en la Gaceta Renana tuvo que ser interrumpido por el exilio a París (1843), en donde participó en la edición de los Anales Franco-alemanes y entabló contacto con Federico Engels, que se había interesado en Inglaterra por la situación del movimiento obrero. Ambos optan por el comunismo (término que abandonarán pronto) e inician desde entonces una estrecha colaboración de la que el primer fruto es el Manifiesto comunista, de enero de 1848.En ese texto se contiene la primera formulación del marxismo, animador en ese momento de una Liga de los Comunistas cuyo objetivo era el triunfo del proletariado para la organización de una sociedad sin clases y sin propiedad privada. "En sustitución de la antigua sociedad burguesa -se podía leer allí-, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en la que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos".Con ocasión de la revolución de 1848, Marx y Engels marchan a París, desde donde se trasladan a Renania para intervenir en las revoluciones alemanas. Publican en Colonia la Nueva Gaceta Renana, desde la que difunden los postulados comunistas hasta el definitivo fracaso de la revolución en 1849.Desde Londres, Marx continuará su trabajo de elaboración teórica que lleva a la publicación del primer tomo de El Capital en 1867. Los siguientes volúmenes se publicarían ya después de la muerte de Marx, en 1883.Los planteamientos teóricos del marxismo, que son analizados en otra parte de este volumen, no dejaban de pertenecer a la corriente de pensamiento positivista (Biddis ha calificado a Marx y Engels como los "más influyentes de todos los positivistas históricos") y tenían un indudable parentesco con las teorías darwinianas sobre el desarrollo de las especies. Engels lo reconoció abiertamente en las palabras que pronunció en 1883, cuando hacía la oración fúnebre de Marx: "Al igual que Darwin descubrió las leyes de la evolución de la naturaleza orgánica, también Marx descubrió las leyes de la evolución de la historia humana".La doctrina marxista, que añadía a la dialéctica hegeliana y a los elementos del evolucionismo darwinista estimaciones económicas procedentes de la escuela librecambista de A. Smith y D. Ricardo, no dejaba de tener también un marcado carácter soteriológico (al igual que otras reflexiones de los socialistas utópicos) y dejaba sin resolver claramente la manera de combinar sus apelaciones revolucionarias con la idea de inevitabilidad del colapso de la sociedad capitalista. Su potencial revolucionario, en todo caso, aún tardaría en ponerse en práctica.