Comentario
Frente a los liberales hegemónicos, el partido conservador experimentó un profundo declive como consecuencia de la escisión de Peel y sus seguidores, que no habían perdonado los ataques recibidos desde las filas conservadoras en la batalla parlamentaria que había llevado a la retirada de las leyes proteccionistas frente a la importación de cereales (Corn Laws) en 1846. La muerte de Peel, en 1850, no significó la disolución del grupo, que se mantuvo proclive a cooperar con los liberales, y hasta llegó a tomar las responsabilidades de gobierno, con Aberdeen, en 1852. Los peelitas, como se les denominó, han sido presentados a veces como los directamente responsables de la inestabilidad ministerial de aquellos años centrales del siglo XIX, pero esa afirmación tal vez sea un tanto exagerada y la debilidad tal vez deba achacarse al propio sistema de partidos británico. La reforma electoral de 1832 había fortalecido a los partidos, pero éstos aún estaban poco consolidados y los diputados no comprometidos formaban siempre un amplio sector en las dos cámaras. En ese marco, los peelitas representaban una decidida voluntad reformista, pero sin poner en peligro los principios de paz y orden. Tenían profundas convicciones morales que les distanciaban de los líderes de los otros dos partidos y se sentían un grupo de calidad llamado a intervenir homogéneamente en la vida política. Para su desgracia, eligieron la peor coyuntura, pues el Gobierno Aberdeen, formado en diciembre de 1852, se vio pronto involucrado en la crisis diplomática que llevó a la guerra de Crimea y, durante ella, al descubrimiento de las muchas lagunas que la política de restricción del gasto había provocado en la política naval y de defensa del Reino Unido. Las críticas desencadenadas con ocasión de aquella política determinarían la caída del Gobierno a comienzos de 1855.