Época: Imperios y unificaci
Inicio: Año 1852
Fin: Año 1867

Antecedente:
La Inglaterra victoriana
Siguientes:
Los Peelitas
La era Palmerston
Crisis de la reforma parlamentaria
La reforma electoral
Irlanda
Política exterior
La prosperidad económica
La situación hacia 1870

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

El periodo que va desde el final del primer gobierno Russell (febrero de 1852) hasta la reforma electoral de 1867 marca el punto de apogeo de lo que se ha denominado primera época victoriana. Durante esos años el Reino Unido vive en plenitud un sistema liberal en el que participa un número creciente de personas, a través de partidos cada vez más consolidados.La preponderancia política corresponde a los whigs, que vencen en todas las elecciones y gobiernan durante la mayor parte del periodo bajo la dirección de Palmerston y Russell. Los conservadores, debilitados por la escisión de los peelitas, sólo acceden al poder en dos breves periodos, bajo la dirección del conde Derby.Es una época, por otra parte, de manifiesta inestabilidad ministerial ya que, en los dieciséis años que van desde la caída del primer gobierno Russell, en febrero de 1852, hasta la formación del primer Gobierno Disraeli, en el mismo mes del año 1868, se suceden hasta siete Gobiernos, aunque las dos administraciones más duraderas sean las de Palmerston (1855-1858 y 1859-1865). Palmerston se convierte así en figura central del periodo, hasta su muerte en 1865. Su larga trayectoria como secretario del Foreign Office (1830-1841 y 1846-1851) le habían acreditado como un político fogoso, lo que provocó el disgusto de la reina y su caída en 1851. Desde el fin del Gobierno Aberdeen, en 1855, se erigió en líder del partido liberal, aunque se le haya criticado como hombre aferrado al pasado y hostil a las reformas democratizadoras. Disraeli intentó descalificarlo, haciendo un paralelo con la diferencia entre la cerveza y el champán, pero la historiografía más reciente (E. D. Steele, P. Smit) ha modificado algo esta imagen tradicional, insistiendo en su fuerte apoyo electoral, a pesar de cierto despego de la clase dirigente hacia él. A su muerte, Gladstone se convertiría en el líder indiscutible del partido liberal, como había demostrado ya con sus iniciativas presupuestarias y sus proyectos de reforma electoral.