Época: Imperios y unificaci
Inicio: Año 1865
Fin: Año 1866

Antecedente:
La unificación italiana

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

La situación no cambió hasta el otoño de 1865, cuando se iniciaron los movimientos diplomáticos que condujeron a la guerra austro-prusiana. El 11 de octubre Napoleón III y Bismarck se reunieron en Biarritz y consideraron la posibilidad de que Venecia pasara al Reino de Italia, lo que se confirmaría en el Tratado que Italia y Prusia firmaron el 18 de abril de 1866. Según ese Tratado, Italia se comprometía a declarar la guerra a Austria en el momento en que lo hiciese Prusia, mientras que Prusia reconocía el derecho a la ocupación de Venecia y la provincia de Mantua por parte de Italia. Aunque Austria ofreciese también Venecia a Italia, como garantía de su neutralidad, los italianos mantuvieron su alianza con los prusianos. De todas maneras, Francia había llegado también al acuerdo con Austria, de que Venecia sería cedida a Italia en el caso de una victoria austriaca. La ganancia estaba, por tanto, asegurada pero también se demostraba que Italia era sólo una potencia secundaria, que dependía del juego diplomático de las grandes potencias. Las hostilidades se iniciaron en junio de ese mismo año, con escasa coordinación entre italianos y prusianos. Aunque los italianos fueron derrotados en Custozza (24 de junio), los prusianos obtuvieron una decisiva victoria en Sadowa (3 de julio), que quitó importancia a una nueva derrota italiana, esta vez naval, en Lissa (20 de julio). Pese a los deseos de los italianos, que trataban de avanzar hacia el Trentino, Bismarck impuso el cese de las hostilidades (21 de julio) e inició negociaciones que condujeron a la firma de la Paz de Viena, el 3 de octubre. Según ese acuerdo, Austria reconocía al nuevo Reino de Italia, y cedía Venecia a Francia, para que ésta lo cediese inmediatamente a Italia. El procedimiento resultaba humillante para los italianos, pero la anexión se ratificaría en un abrumador plebiscito, celebrado dos semanas más tarde. Ya sólo quedaba pendiente la incorporación de Roma al Reino italiano, aunque la presencia de tropas francesas en la ciudad demostraba que Napoleón III era ya el principal obstáculo para que se completase la unificación.