Comentario
El mundo intelectual y universitario reflejó una permanente preocupación por la creación de un Estado que respondiese a los sentimientos nacionales. Mientras los más conservadores parecían partidarios de una confederación que no difuminase las características de los diversos Estados, los liberales y demócratas querían una caracterización neta de un Estado federal. F. J. Stahl defendía sus puntos de vista conservadores a través de su Filosofía del Derecho estudiado desde el punto de vista del Estado pero fueron, sobre todo, los historiadores los que desempeñaron el papel más decisivo en la configuración del futuro Estado alemán. Ya hablaran de romanos o de los tiempos medievales, figuras como J. G. Droysen, H. Sybel o H. Treitschke, que eran discípulos de L. Ranke, hacían una historia de fuerte inspiración hegeliana, concebida como el desarrollo continuo de la libertad hasta alcanzar su plena realización en la unificación nacional, bajo el impulso prusiano. Eran liberales, pero reconocían la necesidad de un Estado fuerte, como Prusia, para realizar el programa de la unificación política. Consecuencia de este clima fue la creación, en septiembre de 1859, de una Asociación Nacional (Nationalverein) que, al estilo de la Sociedad Nacional italiana, se empeñó en tareas de propaganda para la formación de un partido nacional en los Estados alemanes. Entre sus impulsores estaba Rudolf von Bennigsen, un liberal de Hannover, y sus adherentes eran también liberales, partidarios de la Pequeña Alemania, que pedían un Gobierno central y la convocatoria de una Asamblea Nacional. El apoyo de Napoleón III al nacionalismo italiano había levantado suspicacias entre los nacionalistas alemanes, que recelaban un recrudecimiento del imperialismo napoleónico.Este fortalecimiento de las corrientes nacionalistas, en el que participaban también poetas como H. Heine y G. Herweg, contó con el apoyo de una prensa que alcanzaba altas cotas de difusión (Deutsche Zeitung) y, lo que era más importante, de un ávido público lector. El desarrollo de la educación en los diversos Estados alemanes permitía que los niveles de analfabetismo fueran muy reducidos y, hacia mediados de siglo, se publicaba en Alemania el triple de libros que en Inglaterra. Ese desarrollo de la educación permitió también que Alemania contase con personas mejor capacitadas para las nuevas necesidades de la industria o para asimilar las mejoras técnicas incorporadas a la organización militar.