Comentario
A partir de entonces cobró fuerza la posición de alcanzar la unificación nacional a través de uno de los Estados ya existentes, que podría ser el Estado Pontificio (neogüelfismo) o el reino de Piamonte. Las nuevas formulaciones del nacionalismo italiano correspondieron a Vincenzo Gioberti, antiguo capellán de la corte de Piamonte, que propuso en 1843 (Del primado moral y civil de los italianos) una Confederación bajo la presidencia del Papa y el gobierno efectivo de Carlos Alberto de Piamonte, con lo que pretendía superar el divorcio entre religión y política, que se había experimentado en Francia. Cerca de esa línea, Cesare Balbo apuntaba hacia una fórmula federalista (De la esperanza de Italia, 1844) y ponía el énfasis en la necesidad de que los italianos se liberasen del dominio austriaco.Las posturas nacionalistas trataban de armonizar sus exigencias con las de los sectores liberales, empeñados en la transformación del Antiguo Régimen, y con las posiciones radicales de demócratas y socialistas. Representativa de estas actitudes radicales fue la figura de Giuseppe Garibaldi, republicano extremista, que había participado en insurrecciones mazzinianas de los años treinta, que le llevaron al exilio en Brasil y Uruguay. Desde entonces se convirtió en un verdadero condottiero y, cuando volvió a Italia, combatió siempre por la idea de una República con un fuerte contenido social. En 1848 había luchado con Carlos Alberto de Piamonte, en contra de los austriacos y, al año siguiente, lo haría contra los franceses y a favor de la República romana. En cuanto al movimiento propiamente liberal, tuvo un mayor desarrollo en el norte de Italia, pues los Estados absolutistas de Roma y Nápoles dejaban escaso margen para el desarrollo del liberalismo. Carlo Cattaneo, en Milán, representaba un liberalismo con proyectos federales, pero fue en Piamonte donde los sectores liberales alcanzaron un mayor protagonismo. Camile Benso di Cavour, un aristócrata de ascendencia francesa, fundó en 1847, junto con Balbo, el periódico Il Risorgimento, desde el que defendían la independencia de Italia, una confederación de Estados italianos y la adopción de reformas económicas encaminadas a la mejora de la agricultura y la infraestructura de transportes. Il Risorgimento también fue el adalid de las reformas liberales, que se tradujeron en la concesión, por parte del rey Carlos Alberto, del Statuto, a comienzos de marzo de 1848. En 1850, Cavour se incorporó, como ministro de Agricultura, al gabinete de Massimo d`Azeglio.El Risorgimento, por lo demás, es también el nombre que pretende englobar el movimiento existente en los diferentes Estados italianos a favor de la unificación política, aunque tampoco cabe olvidar que dicho sentimiento tuvo que compaginarse, muchas veces, con la existencia de otros nacionalismos locales que se resistieron contra lo que veían como una simple piamontización de los demás Estados italianos. También es importante, para entender el movimiento en favor de la unificación, la realidad de una fragmentación económica que, al contrario de lo que ocurriría en el mundo alemán, no favorecía la unificación política. A la profunda división entre un Sur rural, atrasado socialmente, y un Norte en el que había una larga tradición artesana, y empezaba a desarrollarse una cierta industria textil, había que sumar la deficiencia de la infraestructura -el escaso número de kilómetros de ferrocarril construidos- y la falta de articulación de un mercado. No parecía que hubiera un sector económico que reivindicase la unificación política, aunque tampoco cabe perder de vista que, en sus inicios, el proceso pareció limitarse a los Estados del norte peninsular, que tenían una mayor homogeneidad social y económica.