Época: Independencias ameri
Inicio: Año 1800
Fin: Año 1807

Antecedente:
La independencia de Brasil

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

El clima intelectual existente en el Brasil de finales del siglo XVIII estaba caracterizado por la importante influencia de la Ilustración. El clima de debate intelectual que se vivía entre la elite brasileña propició la creación de la Academia Científica y de la Sociedade Litéraria y facilitó la discusión y difusión de las ideas renovadoras procedentes de los Estados Unidos y de la Revolución Francesa. Pero al igual que ocurrió en las colonias españolas, sólo algunos grupos reducidos y cultos pudieron acceder directamente a las fuentes de las nuevas ideas y, por lo tanto, sólo ellos fueron afectados por esta profunda renovación ideológica. Estos grupos estaban localizados fundamentalmente en Bahía y Río de Janeiro, que eran los principales centros de poder del Brasil colonial. Pese a sus aparentes contradicciones, los plantadores bahianos y la burocracia carioca funcionaban como grupos complementarios, especialmente frente a los intentos de otros sectores regionales, como el desarrollado en Minas Gerais a la sombra de la expansión de la minería del oro. Al igual que en la América española, en Brasil se produjeron en los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX una serie de rebeliones, tratadas por muchos historiadores como precedentes de la independencia, pero que en numerosos casos tienen una lógica propia sin contactos con la emancipación y muchas veces de un claro contenido antifiscal. La primera de estas rebeliones es la conocida como "conspiración mineira" y por su propia condición es la que ha merecido mayor atención por parte de los estudiosos. La conspiración se produjo en Ouro Preto, un centro minero en decadencia en la región de Minas Gerais, y fue encabezada por un pequeño grupo de intelectuales locales y otros provenientes de Sáo Paulo. El movimiento tuvo una clara influencia de las ideas independentistas provenientes de América del Norte y también del liberalismo de raíz europea. Entre los líderes de la asonada se encontraban algunos clérigos, un notorio terrateniente local y dos oficiales de dragones, uno de los cuales era el famoso Tiradentes. El principal objetivo de los conspiradores, que no llegaban a veinte, era el establecimiento de una república democrática en Minas Gerais, que derogaría las restricciones que dificultaban las exportaciones de oro y diamantes, estimularía la producción manufacturera y condonaría la deuda con Portugal. El golpe había sido meticulosamente planeado y debería estallar cuando el gobernador anunciara el cobro de la derrama, un impuesto muy gravoso e impopular. Este hecho nos pone sobre aviso del contenido antifiscal del movimiento. Los conspiradores contaban con la existencia de un fuerte sentimiento de rechazo hacia el impuesto entre los sectores populares, de modo que pensaban incorporar a la causa republicana a los numerosos descontentos con la política tributaria. Gracias a algunas filtraciones el gobernador pudo conocer perfectamente lo que se estaba tramando y tras suspender el cobro de la derrama se dedicó a reprimir a los complotados, que habían hecho gala de una gran ingenuidad e inexperiencia. Cinco de los principales líderes fueron expulsados a Angola y el máximo cabecilla, Tiradentes, fue ejecutado, convirtiéndose así en el primer mártir de la emancipación brasileña. En los años siguientes se produjeron otros conatos de rebelión, que fueron igualmente frustrados. Esto ocurrió con el movimiento de 1794 en Río de Janeiro, de marcada influencia ilustrada, o con la "conjura de los sastres" que tuvo lugar en Bahía en 1798. Este último fue severamente reprimido debido a las órdenes emanadas de la corte, ya que se temía que entre los esclavos negros y los mulatos se propagaran las ideas revolucionarias, conduciendo a procesos de una violencia similar a la desencadenada en Haití. El trágico ejemplo caribeño había escarmentado a los gobernantes coloniales portugueses y la prueba de que los temores no eran infundados fue el levantamiento de los esclavos urbanos y rurales, que en 1807 asoló la región de Bahía. Este movimiento fue castigado con numerosas ejecuciones y una dura represión.