Época: Paleolítico Superior
Inicio: Año 38000 A. C.
Fin: Año 9000 D.C.

Antecedente:
Historia de los descubrimientos

(C) Eduardo Ripoll



Comentario

En los años comprendidos en los dos primeros decenios del siglo XX, en el haber de Alcalde del Río están, entre otros, los descubrimientos de las cuevas de Santián, Clotilde de Santa Isabel, El Pendo, La Meaza, El Pindal y Aguas de Novales. Hallazgos menores son los de Salitre, Venta de la Perra y Sotarriza por L. Sierra y el de Atapuerca por Jesús Carballo.
Fuera de la Península Ibérica se hacen otros descubrimientos y estudios importantes: en Francia, Breuil, Capitan y Peyrony encuentran y publican las cuevas de Bernifal, La Calévie y Teyjat; Piette establece los fundamentos de una clasificación del arte mueble; Regnault trabaja en Gargas; Cartailhac descubre el "salon noir" de Niaux; René Jeannel encuentra la cueva de Le Portel; el abate Bouyssonie varios yacimientos con plaquetas grabadas; Lalanne descubre los magníficos relieves del abrigo de Laussel; etcétera. En Austria, J. Szombathy descubre la venus de Willendorf. En este mismo momento -1905- se descubre en Italia la primera cueva con grabados paleolíticos, la Grotta Romanelli (Otranto), hallada por P. E. Stasi y Ettore Regalia.

En 1906 muere Piette y su importante obra "L'art pendant l'âge du renne", fundamental para el conocimiento del arte mueble, se publica el año siguiente al cuidado de H. Breuil y H. Fischer. Un primer repertorio de arte paleolítico, realizado por Salomon Reinach, aparece en 1913. Capitan, Breuil y Peyrony publican en 1910 las obras de arte de la cueva de Font de Gaume, la segunda de las grandes monografías publicadas gracias al mecenazgo del príncipe Alberto de Mónaco, a la que siguió casi inmediatamente "Les cavernes de la región cantabrique".

En efecto, el príncipe Alberto de Mónaco se había convertido en el principal promotor de estas investigaciones por las que se interesaba personalmente. Así, en el verano de 1909, visitó las cuevas santaderinas. En los años 1909 a 1911 sufragó las excavaciones de Hornos de la Peña, y de 1910 a 1914 las mucho más importantes de la cueva del Castillo, con importantes hallazgos de arte mueble, que muchos años después publicaría M. Almagro Basch.

Con dichos trabajos y los estudios de arte rupestre en España y en Francia inicia su actuación al recién fundado Institut de Paléontologie Humaine. Las excavaciones del Castillo las dirigía Hugo Obermaier (1877-1946), que tenía como directos colaboradores a Alcalde del Río y a Paul Wernert (1889-1972). Además, en la excavación participaron algunos de los más notables prehistoriadores de la época, como Pierre Teilhard de Chardin (París), el barón A. Blanc (Roma), Miles Burkitt (Cambridge), J. Nelson (Nueva York), F. Birkner (Munich) y R. Mallet (París).

En 1911, mientras tenía lugar la anual campaña de excavaciones en la cueva del Castillo, Obermaier, Wernert y Alcalde del Río descubrieron la cueva de La Pasiega en el mismo monte. Para los calcos fue llamado Breuil, que estaba estudiando las pinturas de la primera cueva hispánica hallada fuera del área cantábrica, la caverna de La Pileta en Málaga, con su descubridor el coronel inglés Willoughby Verner, veterano mutilado de la guerra de los boers, que la encontró con la ayuda de Tomás Bullón. La monografía de La Pasiega fue publicada en 1913 por Breuil, Obermaier y Alcalde del Río, pues no tenía cabida en "Les cavernes de la región cantabrique". Dos años después apareció "La Pileta á Benaojan", firmado por Breuil, Obermaier y Verner.

En Francia, en 1912, los tres hijos del conde Henri Bégouén, Max, Jacques y Louis, descubrían la caverna de Tuc d'Audoubert, a la que tenía que seguir, dos años después, la de Trois-Fréres, ambas sobre el curso en parte subterráneo del río Volp (Ariège). El análisis del arte de estas notabilísimas cavidades fue iniciado por el abate Breuil en 1919, los calcos los realizó entre 1922 y 1938 y el estudio definitivo no quedó terminado hasta 1954, siendo publicado en 1959.

En España, a la misma categoría de aquellos hallazgos, corresponde, en 1914, el de la cueva de La Peña de Candamo (Asturias), que dio a conocer Eduardo Hernández-Pacheco, el alma de la entonces recién fundada Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (Madrid), que sostendría la investigación de dichos temas en España durante la guerra mundial y después de ella.

La conflagración de 1914-1918 hizo que los trabajos quedaran casi paralizados en los países beligerantes. Gracias a la Comisión y al hecho de que Breuil y Obermaier permanecieran en España, la actividad pudo proseguir en nuestro país. El abate estuvo adscrito a los servicios de información del gobierno francés en España, y Obermaier se acogió a la hospitalidad española, para llegar a obtener más tarde la nacionalidad y ser el primer catedrático de Historia Primitiva del Hombre en la Universidad de Madrid.

El año 1915 la Comisión publicó la primera de sus memorias, "El arte rupestre en España", obra de Juan Cabré, que se ocupa poco del arte paleolítico. El año siguiente, en Vizcaya, unos excursionistas hallaron la caverna de Santimamiñe (Cortézubi), cuya noticia dio a conocer el compositor Jesús de Guridi y que en 1918 sería publicada por Telesforo de Aranzadi, José Miguel de Barandiarán y Enrique de Eguren. Breuil, en sus andanzas por España, visita la cueva del Parpalló (Gandía, Valencia) y descubre las malagueñas de Ardales y La Cala. Son sus años de intensas búsquedas del arte postpaleolítico esquemático, con importantes hallazgos, en especial en Andalucía y Extremadura, que quedaron reflejados en cuatro volúmenes publicados en 1935.

Después de la primera guerra mundial, muerto el príncipe de Mónaco en 1922, y con dificultades económicas su Institut de Paléontologie Humaine, los trabajos de investigación del arte prehistórico prosiguen, pero con menos intensidad que en los dos primeros decenios del siglo y de forma no coordinada.