Comentario
Ubicada sobre un espolón rocoso que apenas sobresale de la llanura circundante, la ciudad micénica de Tirinto se edificó sobre los restos de poblaciones anteriores. Estos se remontan al Heládico Antiguo, como es el caso del enorme edificio circular. La poca altura del afloramiento pétreo queda perfectamente obviada mediante unas soberbias murallas que se conservan en todo su recorrido. En la actualidad, este lugar es el mejor ejemplo de lo que llegó a ser la ciudad-palacio micénica; su fortificación le valió el epíteto homérico de la "bien murada Tirinto". Su construcción también se realizó por etapas, a partir de 1350, mediante sucesivas ampliaciones de las murallas; la última es contemporánea de la Puerta de los Leones de Micenas y encierra la ciudad baja, excavada en los últimos años.
El acceso principal es una rampa que obliga al posible atacante a mostrar el lado derecho, el contrario al del escudo, en una disposición que favorece la defensa de la entrada. El recorrido hacia la ciudadela alta se realiza a través de un estrecho corredor formado por altos muros a ambos lados y cerrado de trecho en trecho por dos grandes puertas. Una vez pasadas éstas, un patio abierto, con el cuerpo de guardia, da a un monumental propíleo y a otro patio. Este esquema se duplica con un nuevo propíleo y un patio porticado antes de llegar al mégaron. Las murallas constituyen uno de los mejores modelos de arquitectura militar de la época, con sus escaleras secretas, numerosas poternas, torres y bastiones de hasta 15 m de altura y sus pasillos interiores y casamatas, formadas por falsas bóvedas, mediante la aproximación de hiladas de enormes bloques de piedra.
En la ciudadela micénica residían los príncipes micénicos y sus allegados, mientras que los talleres y las viviendas de los artesanos se extendían al pie de la acrópolis, en una barriada que fue protegida en parte por la última ampliación de las fortificaciones, quedando un buen número de viviendas fuera de los muros, como también sucedió en Micenas. Esta es una de las grandes novedades de Tirinto, pues hasta que las excavaciones de los últimos años han dejado al descubierto una estratigrafía de poblamiento con varios metros de potencia, el recinto norte de la ciudad se interpretó como muros de defensa de un espacio abierto, preparado para refugio de hombres y animales en caso de un ataque. Como en Micenas, de este último recinto parten dos túneles abovedados paralelos hacia el subsuelo de la tierra, con el fin de acceder a los manantiales de agua y garantizar su aprovisionamiento en los períodos de asedio.