Comentario
Difícil es imaginar cómo se vio desde Grecia la fabulosa campaña de Alejandro. Acaso, al principio, recién partido el ejército hacia Asia, todo era interés y parabienes. Se trataba, ante todo, de un ideal político, planteado desde hacía muchos años por los oradores de las grandes ciudades; en las huestes del monarca caminaban tanto griegos como macedonios; se iban a liberar de los persas ciudades pobladas por gentes de lengua y costumbres helénicas; la propaganda regia anunciaba sucesivas victorias y constantes avances; los fabulosos tesoros de Susa y Persépolis empezaban a llegar en forma de carruajes cargados de botín o como paga fastuosa de guerreros licenciados; se proclamaba la fundación de nuevas ciudades, y la promesa de una vida holgada para quien quisiese ir a poblarlas...