Época: arte olmeca
Inicio: Año 900 A. C.
Fin: Año 400 D.C.

Antecedente:
Mesoamérica: el arte olmeca

(C) Andrés Ciudad y María Josefa Iglesias



Comentario

La caída de San Lorenzo permite que La Venta se expansione y se constituya en un gran centro ceremonial planificado 8 grados al oeste, a lo largo de cuyo eje fueron depositadas distintas ofrendas. En el extremo sur colocaron la Estructura A, una pirámide cónica de 30 m de altura y 128 m de diámetro; al este y oeste de la plaza dos plataformas alargadas; y al norte un pequeño montículo cónico. Más al norte aún, el plano básico se completa por un patio rehundido con vestíbulos de columnas de basalto, finalizando en una nueva estructura piramidal de forma cónica. Tales edificios se asocian a ofrendas y enterramientos, comenzando un patrón cultural que se puede ver reflejado en el resto de las ciudades de Mesoamérica.
La Venta profundiza las tendencias iniciadas por San Lorenzo, aunque desplaza algunos elementos e introduce otros nuevos. A partir del 900 a. C. se puede considerar ya a Mesoamérica como un área de co-tradición, donde se comparten rasgos y conceptos culturales, aunque existen desarrollos culturales de fuerte personalidad.

La arquitectura desplaza a la escultura como vehículo de comunicación principal; de hecho, parte de esta última estará supeditada a ofrendas relacionadas con los edificios. Desaparecen determinados objetos que eran característicos o marcadores de horizonte en San Lorenzo, sobre todo las figurillas huecas tipo "baby face" y los altares de losa plana; las cabezas colosales también inician su decadencia.

Sin duda es el culto a la estela decorada con bajorrelieves el que tiene mayor importancia. En ellas se representan personajes ricamente ataviados, que a veces forman escenas narrativas en las que se retratan junto a sus símbolos de poder, sancionados por sus antepasados; los gobernantes las utilizan para difundir su concepto de soberanía y de transmisión de poder. Con el tiempo la estela se transformará en el vehículo fundamental por el cual los dirigentes comunicarán a las clases populares su posición en el mundo.

En estas escenas, abstractas y narrativas, la información se adapta a la forma natural de la piedra utilizada, y la cubre por completo mediante la combinación repetida de elementos simbólicos característicos de este estilo escultórico: grecas escalonadas, cejas flamígeras, ojos en forma de U, diseños de garra-ala-mano, motivos en aspa, etc.

La escultura monumental -en particular la Estela C de Tres Zapotes, pero también el Monumento 13 de La Venta- se asocia a la escritura y al calendario, manifestaciones de singular importancia en el registro histórico y ritual de las principales culturas mesoamericanas posteriores.

El plano de La Venta está estructurado siguiendo un concepto de simetría axial, en un eje norte-sur a lo largo del cual se colocaron ricas ofrendas. En ellas se pone de manifiesto cómo esta cultura elevó a ritual de élite el gusto por el jade, relacionado con el agua y la fertilidad. Jadeita, serpentina, diorita y otras piedras duras y de tonos verdes fueron utilizadas para formar objetos en forma de hachas. En ellos, las figuras diseñadas repetían el rostro de un niño de labios superiores prominentes y boca desplazada hacia abajo, configurando unos rasgos felínicos y realzando la importancia de los hombres jaguar. Cráneos hendidos y cejas flamígeras completan sus rostros.

Otras tallas, confeccionadas según cánones más realistas, contienen escenas cotidianas, aunque algunas integran conceptos religiosos mediante los cuales se representan aspectos de la naturaleza (caimanes, sapos, águilas y otros animales).

Hacia el 500 a. C. se inicia la decadencia del área metropolitana, donde se habían producido los principales acontecimientos culturales olmecas, y donde se habían formulado conceptos básicos en ideología, religión, ritual, ciencia e iconografía que, con el tiempo, serán compartidos en buena parte de Mesoamérica.

Con la decadencia de La Venta hacia el 400 a. C. el sentido de la influencia cambia radicalmente y penetran nuevas corrientes en el área metropolitana, apareciendo en la región rasgos zapotecos, mayas y del centro de México.