Época: Edad de Hierro
Inicio: Año 500 A. C.
Fin: Año 450 D.C.

Antecedente:
La Edad Antigua de Hierro

(C) Emma Sanchez Montañés



Comentario

El final del período de Hallstatt transcurre estrepitosamente, y con signos de violencia. El poblado de Heuneburg es destruido. Las tumbas de Hallstatt sufren expoliación. El sistema económico y social de los príncipes se derrumba. Pero, casi al mismo tiempo, resurgen enterramientos en túmulos muy ricos en la región media del Rin. La zona geográfica de este núcleo de población enriquecida radica en el Mosela bajo, entre la cadena montañosa al norte de Eifel y la del Sur de Hunsruck. Sus tumbas contienen muchos vasos etruscos que han de haber pasado por la vía transalpina, y muchos objetos de arte.
El nuevo arte, que surge entre el 500 y el 450 a. C., en su primera aparición, revela una nueva mentalidad y nuevos principios estéticos. Es anicónico y antinarrativo; procede por abstracción con los motivos florales clásicos; confunde las esferas humanas, vegetales y animales; metamorfosea a los seres vivos, etc. Es el arte de los Celtas históricos, de aquellos bárbaros, a los ojos de los historiadores griegos, que vivían en la Europa de la Edad de Hierro tardía más allá de Marsella. Arqueológicamente, al nuevo período de tiempo y al nuevo arte se les denomina con el nombre de yacimiento de La Tène, cerca del lago suizo de Neuchátel, que proporcionó los primeros indicios de la Segunda Edad de Hierro.

Tradicionalmente, el arte céltico se le supone en expansión desde el Rin medio a la provincia oriental del viejo dominio del Hallstatt (Suiza, Baviera, Baden-Wurttemberg, Austria y Hungría). Los Celtas, efectivamente, fueron gentes prestas a moverse (aterrorizaron a Roma y se presentaron en Asia Menor), pero su producción artística difícilmente pudo ir al compás de sus hazañas guerreras. El arte de los Celtas, que se avecina en Europa casi al mismo tiempo que la última etapa hallstáttica, es un arte congruente con sus principios de formación, que evoluciona con madurez en estilos definidos, y que persiste por encima de la romanización. Debe mucho de su naturaleza a las culturas etrusca y griega, pero se materializó como una producción profundamente europea. Parte de su originalidad se la debe a la larga tradición artística en el Viejo Continente durante la Edad de Bronce y la primera Edad de Hierro. Un repaso a las páginas anteriores preparará al lector para la nueva era del arte de los Celtas.