Comentario
Los poblados precursores de Roma estuvieron gobernados por jefes independientes, personificados, en la leyenda, por el Rómulo del Palatino y el Tito Tacio del Quirinal. Así lo acredita, ampliamente, la Arqueología, lo mismo para Roma que para alguna de sus vecinas: Ardea, Veyes e, incluso, la más lejana Vulci. Pero para que se produjese la transformación de estas rudimentarias poblaciones en una ciudad bien organizada y gobernada, hacía falta un poderoso agente externo con capacidad de lograrlo. Tal sucedió a fines del siglo VII cuando la situación privilegiada de Roma, como nudo de comunicaciones de la Italia central, impulsó a los etruscos a adueñarse de ella hasta el extremo de imponerle una dinastía etrusca y, probablemente, también un nombre etrusco, el de Roma.