Comentario
El cambio vino de la mano de la radiactividad y del descubrimiento de Pierre Curie de que las sales de radio emitían calor. De esta forma se descubrió la nueva fuente de calor que permitía alargar la edad de la Tierra. Así se llegó a la datación de las rocas más antiguas de la tierra que, en la actualidad, basándose en la descomposición del plomo, las sitúa en más de 3.800 millones de años, atribuyéndose a nuestro planeta una fecha de más de 4.500 millones de años. El descubrimiento de la radiactividad permitió también su aplicación en la propia datación directa de los eventos geológicos, convirtiéndose a lo largo del siglo XX en una de las bases fundamentales de la cronología del Cuaternario. El estudio de la descomposición del uranio permitió obtener dataciones de costras estalagmíticas, mientras que el carbono catorce sirvió para obtener precisas cronologías de los últimos 50.000 anos.
La cronología del Cuaternario se estableció en primer lugar atendiendo a los cambios de fauna, representados por el nivel Villafranquiense para la fauna terrestre, y por el Calabriense para la marina. Aunque en la actualidad ambos pisos geológicos no se definen de la misma forma que anteriormente, se sigue, sin embargo, utilizando esta terminología para marcar el límite inferior del Cuaternario, habiéndosele propuesto una fecha convencional de 1,8-2 millones de años para el inicio del mismo.
Las evidencias en la evolución de las faunas también hicieron necesario dividir el pleistoceno en varios períodos, denominándolos Pleistoceno Inferior, Medio y Superior. Su longitud no es igual, aunque en un principio se relacionó con los distintos eventos glaciares. Así, el Pleistoceno Inferior estaría relacionado con la glaciación Donau (que incluiría las evidencias glaciares pre-Günz), el Pleistoceno Medio con las de Günz, Mindel y Riss, y el Pleistoceno Superior estaría ocupado en su integridad por la última glaciación o Würm.
Como hemos ido presentando, el concepto de Cuaternario fue poco a poco cargándose de contenido, tanto en términos geológicos como paleontológicos. Tradicionalmente fueron dos los criterios principales en que se basó su distinción. Por un lado, la presencia de los glaciares marcó la separación entre un Terciario, caracterizado por un clima templado, y un Cuaternario frío. Otro criterio fue la propia presencia del ser humano como algo especifico del Cuaternario desde un punto de vista biológico. Estos distintos criterios fueron delimitándose y depurando, de forma que en la actualidad ambos se han matizado y en cierto modo abandonado. Como se ve en el capitulo dedicado a la antropología física, en la actualidad el origen de los homínidos se sitúa en Africa, fuera del limite de los 1,8 millones de años, aunque esa fecha se acerca bastante a la atribuida a los primeros restos de Homo erectus. Sin embargo, los principales restos de homínidos de los tipos Australopitecus y Homo hábilis (estos últimos con las primeras evidencias culturales) son anteriores a este límite.
La necesidad de establecer una mejor seriación de los eventos climáticos provocó por parte de los geólogos la búsqueda de mejores marcadores del clima que los efectos de los glaciares. Los sondeos de los fondos marinos fueron el instrumento ideal para establecer esta seriación. En los fondos marinos se depositan constantemente los restos de los foraminíferos y otros seres vivos microscópicos que forman el plancton. Al acaecer su muerte, su esqueleto desciende, depositándose en el fondo del mar. Mientras que la superficie de los continentes se encuentra afectada por todo tipo de acciones climáticas cuyos mecanismos son en muchos casos enormemente destructivos, los fondos oceánicos, especialmente las cuencas oceánicas, son relativamente tranquilos. Por esto se puede asumir una tasa de depósitos constante, producto de esta lluvia de esqueletos de foraminíferos. La presencia de los restos de estos pequeños animales permite varios tipos de análisis.
Por un lado, se puede estudiar qué tipos de faunas están representadas. Como casi todas las especies animales su distribución se basa en sus preferencias ecológicas, por lo que los cambios globales del clima se reflejarán en la presencia o ausencia de determinadas especies. El estudio de los sondeos a lo largo de las cuencas oceánicas de Sur a Norte permite observar cómo las faunas de tipo polar, subpolar, transicional o subtropical suben o bajan según sea la climatología local.
Durante las épocas glaciares las faunas polares descienden en latitud, pudiéndose encontrar en zonas más al sur de su distribución habitual, comprimiéndose la zona de las faunas subpolares o transicionales. A la inversa, durante los períodos interglaciares las faunas subtropicales suben hacia el norte. Así el estudio de los distintos tipos de faunas presentes permite caracterizar los cambios climáticos.