Época: China
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Dinastía Han

(C) Isabel Cervera



Comentario

Durante los primeros siglos de la dinastía Han se asistió a una disminución del repertorio iconográfico y de la superficie decorada, circunstancia que variará a partir del siglo I a. C., coincidiendo con el éxito de la expansión territorial y la estabilidad interna. Bien sean de carácter figurativo, abstracto, geométrico o naturalista, los temas elegidos estuvieron cargados de una fuerte simbología en torno a la inmortalidad y a la integración del hombre en la naturaleza, utilizando como fuentes crónicas históricas, leyendas o la simple contemplación de las fuerzas de la naturaleza.
Bronce, cerámica, laca y seda fueron los soportes para esta variada decoración junto a los muros de piedra de los túmulos funerarios. En todos ellos la decoración se acopla a la superficie a decorar, sea ésta circular (espejos de bronce, tejas...), rectangular, triangular o zoomórfica. Se observa una preferencia de temas y motivos en relación al material; los bronces sustentaron una decoración más abstracta de carácter vegetal y animal; la piedra y la cerámica, de tipo narrativo; en las lacas y seda se repetían uno o más motivos siguiendo un esquema previo, considerado como el inicio del diseño decorativo.

Entre todos ellos podemos encontrar aquellos de origen chino: dragones, pájaros, tortugas, bandas geométricas, personajes y lugares mitológicos, asociados a su concepción del cosmos, las cuatro direcciones, buenos augurios..., y otros procedentes de la iconografía de los pueblos limítrofes: caballos, camellos, leones, tigres, uva, granada, nuez... En un principio estos últimos se consideraron como secundarios, si bien el proceso de asimilación fue tan rápido que pronto formaron parte del repertorio iconográfico chino. Analicemos la simbología y procedencia de los motivos decorativos a través de ejemplos concretos.

En primer lugar, un incensario en bronce de tipo boshanlu. La forma de montaña del incensario hacía alusión a las Islas Inmortales del Taoísmo, que se volvían a repetir en su base. Ambas partes se unen con una figura humana. El pico se ha transformado en un ave, mientras que las laderas de la montaña se adornan con un dragón, un tigre y un pájaro exótico, intercalándose con una figura humana identificado con Chiyu, Señor de la Guerra. Bajo estas figuras, bandas de zig-zags y redes dispuestas horizontalmente enmarcan y separan al mismo tiempo la composición. Esta compartimentación de la decoración fue una aportación de los pueblos de las fronteras, así como el gusto por escenificar sucesos en un ambiente natural.

El estandarte en seda, procedente de las tumbas de Mawangdui, en Changsha, fue utilizado como soporte para una decoración pintada de carácter narrativo. La composición en T del estandarte se aprovechó para situar verticalmente los diferentes elementos. El tema no es otro que la visión del mundo mítico y real, a través del juicio del alma de la marquesa de Dou. La parte superior corresponde al mundo celeste, donde conviven diferentes mitos de la cosmología: el pájaro negro siluetado sobre el sol, hacia el cual el cazador Li dispara, mientras que el sapo de tres piernas que habita sólo en la luna se la traga en los eclipses, ocupa el espacio sobre la luna, siendo símbolo de lo inasequible. En el centro, la marquesa y los guardianes de las puertas del cielo, protegiendo su entrada. En el plano inferior, la vida terrenal con la difunta ofreciendo una cena a los oficiantes del rito, y, más abajo, el mundo subterráneo. Alrededor de todas las escenas aparecen dragones de largas colas entremezcladas en el centro y anudando un bi de jade, objeto asociado a los difuntos desde el Neolítico, así como diversas figuras mitológicas (tigres, pájaros, caballos...), relacionados con las cuatro direcciones.