Época: Italia
Inicio: Año 1066
Fin: Año 1150

Antecedente:
Arquitectura y escultura

(C) Isidro G. Bango Torviso



Comentario

La arquitectura del Norte italiano muestra, en líneas generales, un gran conservadurismo. Sus plantas responden a la vieja tradición paleocristiana o a recreaciones de las fórmulas del primer románico, lo que resulta, en ambos casos, arcaizante para el siglo XII. La atención prestada a la ordenación de los muros internos de las naves casi nunca fue conseguida en un proyecto unitario y original, obteniendo unos resultados poco satisfactorios. Más éxito tendrá la dinámica organización de los muros exteriores, dinamizados con columnas, arquerías y, sobre todo, una magnífica ornamentación escultórica.
El edificio que más trascendencia iba a tener sobre la arquitectura lombarda fue San Ambrosio de Milán. Un antiguo templo de tipo basilical que lentamente iría sufriendo modificaciones que terminarían por convertirlo en un característico monumento románico. En el siglo XI adoptó una cabecera de tres ábsides semicirculares y escalonados. A principios de la centuria siguiente, las naves se organizaron, para facilitar su abovedamiento, en un tramo de la central por cada dos de las colaterales; sobre éstas se dispuso una tribuna. Mientras que la nave central se cubre con ojivas abombadas, las laterales lo hacen con aristas. Hacia 1140, se levanta ante la fachada occidental un típico atrio porticado, fórmula de la arquitectura paleocristiana que venía siendo recreada por los arquitectos carolingios y otonianos.

Aunque el edificio muestra un cierto enriquecimiento formal, y el color de la ladrillería le confiere una agradable plasticidad, no deja de ser una obra conservadora, de una sólida masa de volúmenes estáticos y pesados. Dada su significación religiosa fue tomado como modelo de los principales edificios de su entorno geográfico. Así sabemos que las ya desaparecidas catedrales de Pavía, Novara y Vercelli siguieron sus formas.

San Zenón de Verona presenta también un gran conservadurismo planimétrico, la tradicional forma basilical. Una importante decoración escultórica del maestro Nocoló moderniza en románico sus anticuadas líneas arquitectónicas.

Los contactos con Borgoña y con la arquitectura imperial del área renana también se acusa en algunos edificios del Norte. La iglesia de San Abundio de Como muestra unos volúmenes espaciales heredados del primer románico, muy próximos a algunas realizaciones otonianas. Cinco naves, con cubierta de madera, y torres flanqueando el presbiterio. Se recurre a los frisos de arquillos para la decoración de paramentos. La parte fundamental del proceso constructivo tuvo lugar entre 1063 y 1095, lo que hace que en conjunto sea un edificio bastante arcaizante.

Los constructores de la catedral de Módena mostraron un especial interés por la articulación de muros y el modo de iluminación de la nave central. Comenzaron las obras en el siglo XI. Sin embargo, cuando en 1106 tiene lugar la primera consagración, el maestro Lanfranco, su constructor, tan sólo había edificado la cripta. La planta del edificio no pasa de ser más que un modesto proyecto de tres naves y otros tantos ábsides semicirculares, modestia que también se aprecia en la simple armadura de madera sobre arcos diafragmas que la cubre. Al interior, sobre el intercolumnio, arcadas apeadas en pilares compuestos y columnas, corre una falsa tribuna y, por encima de ésta, un orden de ventanas que se debió añadir cuando se realizaron las bóvedas góticas. Las fachadas aparecen articuladas con una arcada continuada, órdenes de columnas y una galería. En la catedral de Parma, construida después del terremoto de 1117, se muestra el mismo interés por conseguir una ordenación de los alzados interiores similar, aunque la planta introduce la variante de un crucero lobulado sobre una amplia cripta de igual forma.

En la zona véneta, la influencia bizantina y la supervivencia de la tradición ravenática crea una arquitectura muy arcaizante, tal como podemos observar en Santa María de Torcello. En otros casos se trata de los mismos planteamientos teóricos de la arquitectura bizantina trasplantados a territorio italiano: San Marcos de Venecia. Este templo corresponde a una característica tipología del Imperio medio bizantino, aunque muestre algunos elementos epidérmicos del románico occidental. También se producen edificios románicos con algunos detalles secundarios bizantinos. A este último tipo responde San Donato de Murano, erigido durante el segundo cuarto del XII.

Un maestro llamado Wiligelmo, trabajando en la catedral de Módena entre 1110 y 1120, sistematiza las formas escultóricas aplicadas a las fachadas de los edificios según el lenguaje expresivo del románico pleno. Con él se inicia la escultura monumental del románico en Italia.

En la fachada de la catedral dispuso un registro horizontal de relieves en los que se ilustran una serie de escenas del "Génesis". El sentido fílmico-narrativo de la composición tiene su origen remoto en las imágenes de las biblias carolingias del escritorio de Tours que, aquí, tendrían un reflejo en las conocidas "biblias gigantes" (atlánticas). La lectura actualizada del mensaje en su época tenía un claro significado antiherético y anticismático, respondiendo a una necesidad político-religiosa de los pontífices, según ha demostrado Gandolfo.

Inspirado en obras del arte provincial romano, su estilo se muestra inconfundible. Figuras de una plasticidad vigorosa, de formas redondas surgen monumentales sobre el plano del fondo. Frente a la tradicional inexpresividad prerrománica se muestra aquí todo un repertorio de gestos que dotan a las figuras de un cierto vitalismo.

Su influencia la seguiremos en los escultores que llenan toda la mitad del siglo. Entre éstos cabe destacar la personalidad del llamado maestro Nicoló. Ha perdido la capacidad de dotar a sus personajes del lenguaje expresivo de Wiligelmo, sin embargo, ha reconducido las formas escultóricas al marco de las portadas, adaptándolas, como en Francia y España, a tímpanos y columnas con estatuas. Su manera de hacer se puede seguir por Piacenza, Ferrara, Verona, etc.

Cuando Benedetto Antelami firma, en 1178, el relieve del descendimiento de la catedral de Parma un nuevo estilo anuncia su presencia. No se puede decir que sea ya la escultura gótica, pero muchos de sus aspectos iconográficos y plásticos han sido asumidos por este artista que se había formado entre los continuadores del maestro Nicoló. Antelami dota sus figuras de una expresividad dramática. Se puede apreciar en este descendimiento cómo el realismo gótico obliga al escultor a interpretar la escena con la angustia de la recuperación del cadáver de un hombre, y no de un dios como gustaba el románico. Sin embargo, la falta de dinamismo de las figuras, estáticas como columnas, tratadas con una definición lineal, casi bizantina, hace que no podamos considerar gótico este relieve.

Los contactos con la escultura provenzal son evidentes. La madurez de su estilo lo alcanza en la decoración del baptisterio de Parma, donde trabaja entre 1196 y 1216. Sus seguidores, verdadera legión, crearán una escuela tardorrománica que, amanerándose en sus formas, serán, durante años, un verdadero obstáculo para la difusión de la escultura gótica.